domingo, 21 de septiembre de 2025

Seriedad



Barceló

 
Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Contra la seriedad, la risa; pero contra la risa, la seriedad. Esta receta de los sofistas viene al caso de la causa del progreso, que en primavera tenía puestos todos sus huevos en dos cestos: el del señor Husein en Bagdad y el del pobre Simancas en Madrid. Pero el otoño, ay, dice Foxá, es un faisán de lujo, un faisán de oro, de centro de mesa, empaquetado entre nieblas y hojas amarillas. “El otoño es europeo: porque es una estación fabricada, cincelada; es la orfebrería de una civilización. Se han necesitado veinte siglos de melancolía, desde Virgilio a Jorge Manrique, de Ronsard al ciego Milton, y han tenido que sonar los violines de Verlaine para montar tan delicada joya.” De ahí que ahora lo tenga tan cuesta arriba la causa del progreso. Si ya había que echarle valor para votar a Simancas en primavera, ¿de dónde sacar aquella fuerza en otoño, que es cuando se desengañan los alegres amores de mayo y empiezan a empeorar los enfermos y salen a pasear los que no se curarán nunca? Fugitivo el señor Husein y “urneado” el pobre Simancas, a la causa del progreso sólo le quedarían Tirofijo y los indios Evo y Felipe. Bueno, y Lula, el favorito de Barceló, ese Picassín de Felanitx que, no pudiendo con Dante, ahora dice que lee a Habermas. Total, que Simancas necesita sacarse un conejo antes de que esta noche den las doce. Su formidable parecido físico con la madre de Brian no ha terminado de granjearle el fervor del público juvenil, y su promesa de bonobús de balde no se la ha creído la mocedad, que no sabe que estaría avalada por ese epígono de Cruella de VilRuth Porta, ex revistera taurina, en la consejería de Hacienda. Hombre, puesto que el primer problema es la inseguridad, ofrecemos a los aspirantes al gobierno de progreso la incautación por parte de la Comunidad del negocio del atraco. Si el gobierno lo tolera, que lo monopolice. La idea la dio Fernández Flórez una vez que, como hoy, el atraco dejó de ser un acontecimiento extraordinario y los periódicos sólo registraban las protestas de los atracadores “contra la costumbre que van adquiriendo sus víctimas de exagerar la cantidad robada”, con el consiguiente trastorno para los atracadores y los seguros. “Sería una copiosa fuente de ingresos, y aunque nos atracarían más torpe y desconsideradamente, podría dársele a todo un aspecto de mayor seriedad.”