domingo, 14 de septiembre de 2025

Hughes. Real Sociedad, 1-Real Madrid, 2. Mbappé y Gil Manzano

Hughes

Pura Golosina Deportiva
 
 

En cada partido liguero del Madrid aparece la firma, la personalidad, la autoría de un árbitro. Esta vez fue Gil Manzano, mito ya del arbitraje.

El partido estuvo marcado por la expulsión de Huijsen. Un fallo del central se convirtió en tarjeta roja. ¿Último hombre, ocasión manifiesta? Fue cerca del mediocampo y a la altura de Militao; de nuevo, una decisión rigurosa tirando a injusta que lastró al Madrid.


Jugó con diez (plus de fatiga en virus FIFA) y siendo optimistas, por quedarnos con lo bueno, podría decirse que fue un entrenamiento de resistencia o resiliencia, palabra que ha que ir incorporándose al lenguaje del futebol. (¿Por qué no decir "implementamos resiliencia en bloque bajo"?).

El Madrid empezó arriba, animoso, tácticamente gallardo, con Huijsen enviando aquí y allá y un Mbappé fino fino (poste en el minuto 8).

Muy pronto llegó el gol. Kilian, que viene de la misma raíz de killer, aprovechó un error ajeno, robó, se fue directo a portería y fusiló al portero. Las tres gracias del jugador: control, velocidad y disparo, y es importante lo primero. Sus goles empiezan en el control, del que saca una enorme ventaja. Es como si estuviera pensando con más agilidad, viéndolo todo más claro. Son controles-regate, controles-rampa, Mbappé está llegando a las jugadas 0.5 segundos antes. Quizás sea la manera de compensar el problema que tiene en esta Liga con los fueras de juego en línea o "línea del VAR".

Mbappé proclama su condición de mejor jugador de la Liga y quizás del mundo, y esto ordena las cosas. Vinicius se apoca, pero quizás felizmente. En la primera parte no estuvo mal del todo y dio sensación de humildad, de nuevo encaje en el Todo, en la táctica. Alonso está intentando recuperar a Vinicius mientras lo abaja, lo subordina felizmente a Mbappé y al equipo.

Hay una ordenación de astros. Sólo puede haber un sol en la galaxia.

Su compatibilidad o encaje se profundiza. Mbappé cayó varias veces en su zona sin que pareciera que se desplazaba a Vinicius.

Con el 0-1, el Madrid tenía un bonito propósito por delante: mantener el cero (horrorosa expresión sería que se lo borraran). Se vio una aplicación general, Güler, por delante de Tchouameni y Ceballos, se afanaba en defensa, se ponía el delantal y bregaba como el que más.

El equipo en esos minutos dejó o más bien afianzó una impresión anterior. El de Xabi Alonso es un equipo que recuerda, en la historia reciente del Madrid, al de Mourinho o al de la segunda liga de Capello. Hay algo enterizo, homogéneo, remachado de metalismos, de modernidades, de cosas novedosas como ver al equipo plantado para la presión alta, con ese aire de performance que tiene verlos ahí colocados.

Y siendo así, este Madrid tiende o podría llegar a querer ser el de Zidane de la Segunda Unidad. Podría dar el salto a otro estado (superior): ese ciclo de felicidad que integra a todos en un ambiente suertudo y virtuoso, algo un poco menos acabado pero más inscrito en la Gloria madridista donde el yo táctico del míster se diluye en un estado colectivo y el juego es bueno, a veces bello y hay una mancomunidad del esfuerzo.

Ya crecido estaba el observador cuando llegó la expulsión. Los errores se pagan ante El Colectivo y Huijsen fue expulsado. Alonso reaccionó bajando a Tchouameni a la defensa y a Güler a la zona de máquinas del pivote. Asencio de primeras: no. Y ya fue otro Madrid, más dedicado a la supervivencia.

Una cosa que está haciendo particularmente bien el equipo es lanzar el contragolpe. Cada vez que roban o se la encuentran, pasan muy rápidamente a la carrera de alguien, casi siempre Mbappé. Se hace a un toque, muy vertical, a la Güler.

Si Mbappé está controlando antes y mejor, el equipo entero sigue una pauta de guerra relámpago, de celeridad, de salir pitando.

Gustó también el Madrid en el balón parado. Balones al segundo palo, a la altura de Huijsen, jugadas ensayadas... Militao pudo marcar y Carvajal peinó un balón al palo.

Antes del descanso, y con diez, el Madrid marcó en una jugada "descomunal", que diría Carlos Martínez. El primero bajó de la montaña de la mediapunta, y Mbappé se fue de un rival con una maniobra de bailarín, de extremo en baldosín, y Güler, ya en el valle, vio facilísimo y sencillo el gol con un toque de derechas y otro de izquierda.

La relación entre los dos es una clara asociación ilícita futbolística. Que Güler se asocie con Mbappé, al que tanto bien procura, significa que Güler está a una altura seria.

La línea vertebral actual es Courtois, Huijsen, Tchouaméni, Güler y Mbappé. Ahora mismo, Bellingham se integraría como un elemento secundario. Y lo mismo pasa con Vinicius.

Aun con diez, el 0-2 le quitaba la sal al partido, y el realizador aprovechó para ir sacando planos del respetable donostiarra, caras y caras de lugareños hasta un punto tal que parecía algo etnográfico. ¿Ese plano recurso de "la guapa del estadio"? Pues el mismo, pero sin nada parecido. Ni una bella flor.

Tras el descanso, salió Valverde por Brahim, que nunca debe ser titular.

Vini hizo una espaldinha (brote verde de lo carioco, sonrisa que se le arranca al triste, chispazo de serotonina) y en la grada nos mostraron a Serrat con Gabilondo, descompensada pareja de amigos.

El Madrid se aculó, la Real insistió con alguna ocasión clara y un penalti por manos "muerte de un miliciano" de Carvajal que aprovechó Oyarzabal.

El Madrid sufrió, pero lo hizo bien. A mí (y personalizo mucho aquí) Güler no me terminó de convencer de pivote en esas circunstancias, aunque se rehizo, se agarró al partido y supo lanzar algún ataque.

Tuvo Alonso que subir a Tchouaméni porque el mediocampo se deshacía. E hizo algo aún mejor. Colocó a Fran García por delante de Carreras, un doble lateral, recurso hermoso (admito cierta perversión aquí). El doble lateral es una buena señal.

El Madrid se juntó más, se hizo más bloque, se garrapiñó y así dejó, con diez y el cansancio FIFA en el cuerpo, una buena sensación en campo norteño.

Prepararse para los Giles Manzano es como entrenar en altura. El Madrid de Alonso se curte en el vietnam aleatorio (caprichoso y majara) de la Liga.