miércoles, 3 de septiembre de 2025

El hombre-sándwich





Ignacio Ruiz Quintano

Abc


A lo mejor es impresión mía, pero desde que Gallardón ha prohibido los hombres-sandwich se ven menos pancarteros sindicales tocándole el pito a Güemes, quien, en cualquier caso, y al contrario que tantos y tantos compañeros suyos, no es de los que se lo dejen tocar de balde. Pero Gallardón no ha prohibido los hombres-sandwich para poner en su sitio a los liberados, sino porque, según él, “no están a la altura de una ciudad moderna”. Dice Gómez Dávila que la palabra “moderno” ya no tiene prestigio automático sino entre tontos, pero es que en una democracia los tontos son muy importantes. ¿Qué entiende Gallardón por “estar a la altura de una ciudad moderna”? ¿Su despacho zen de la Casa de Correos? Gallardón prohíbe los hombres-sandwich para ser moderno lo mismo que Lamela prohibió las gambas para no serlo. Eduardo Lamela, dueño del ramoniano Pombo, nunca permitió que las gambas profanaran su establecimiento, por considerarlas representativas del modernismo. “Lamela –explica Ramón– odiaba a las gambas. Las gambas representan el modernismo, lo tránsfuga y lo pueril, el bar, todo lo que resulta incompatible con la seriedad de Pombo. Tampoco admitió Lamela la cerveza servida en caña, sino en las botellas.” La “ciudad moderna” de Gallardón sería, pues, la ciudad de las dos cañas y una de gambas, aunque, si le preguntan, dirá que no, que las cañas y las gambas son la modernidad de Manzano, no la suya, una cosa más entre las sandalias de Alicia Moreno y la labia del sobrino de Mario Cabré. En este contexto, los hombres-sandwich pueden ser confundidos con un montaje de Calixto Bieito, con lo cual nos cargamos los hombres-sandwich, que ahora deberán buscar empleo en las campañas de “agit-prop” del Nuevo Socialismo de Sotillos que pastorea Tomás Gómez, el que cada día se parece más a Florito, el cabestrero. También Gallardón, por su forma de encanecer, cada día se parece más a “Copito de Nieve”, el marido de Celia Cruz, pero a Gallardón, si lo de Obama sale finalmente adelante, semejantes parecidos sólo lo pueden beneficiar. Con la simpatía del marido de Celia Cruz por delante y la prohibición de los hombres-sandwich por detrás, no hay elección que se resista.