Ignacio Ruiz Quintano
Abc Cultural
Entre sus encuentros con Franco refiere Pemán el de los músicos con motivo del Trimilenario de Cádiz, en el que se quería estrenar el oratorio coral la “Atlántida”, de Falla. Ernesto Halffter, que se ocupaba de la partitura, explicaba al Jefe del Estado: “No creo que haya obra musical más importante en toda la música española. Me atrevería a decir que es nuestro Parsifal”. A lo que Franco, escurriéndose del grupo que lo rodeaba de pie, dice Pemán, mientras buscaba un calendario, con un susurro de voz, contestó:
–¿Nuestro Parsifal? Buena pesadez será.
Nuestro Parsifal actual viene a ser ese “Piturrino fa de músic” con que los muchachos de Alicia Moreno han empapelado las farolas de Madrid, que hasta aquí hemos venido a parar desde la “Atlántida”. Menuda pesadez será el “Piturrino fa de músic”, que, como su propio título indica, pertenece a ese andancio cultural que asfixia a Madrid y que se conoce popularmente como el “tabarrón catalán”.
El “tabarrón catalán” hiere nuestro corazón con monótona languidez, diría Verlaine en su terraza del Gijón, y, sin embargo, dudo mucho que pudiera repetir, oyendo al “Piturrino” de Gallardón el melómano, aquello de “musique avant toute chose”.
“Piturrino” es una mezcla subvencionada de Ferrán Adriá (¡ah, el desconstructivismo catalán: esa manía por ver qué tienen los juguetes dentro!) y Les Luthiers (música para los teatreros y teatro para los músicos) que se despacha al público en el Matadero.
¿Y no será “Piturrino” esa música española perdida y hallada en el templo de la que todo el mundo le habla al pícaro –en el mejor sentido del término– Gerard Mortier?
–Si hay buenas cosas de españoles me lo envían y lo estudiamos –dice Mortier a Reverter y Suñén–... Pero es un poco raro pensar en que sea una pena que esas partituras se hayan perdido... Seguro que hay razones para ello... La buena música no se pierde siempre... No hay sinfonías de Beethoven olvidadas...
Y ahí tenemos a “Piturrino”.
