domingo, 4 de mayo de 2025

Final del "Camino hacia Las Ventas". Novilleros americanos para una tarde sin la escabechina desde los caballos


Niños de Paiporta jugando al toro en la riada



PEPE CAMPOS


Plaza de toros de Las Ventas, Madrid.
Sábado, 3 de mayo de 2025. Novillada sin picadores. Gran Final del XIIº Certamen ‘Camino hacia Las Ventas’. Un tercio de entrada. Tarde primaveral, húmeda y fresca.

Tres erales de El Montecillo (1º, 2º y 3º),  de procedencia Domecq, a partir de distintas ganaderías del mismo origen; y tres erales de Hermanos Sánchez Herrero (4º, 5º y 6º) procedencia Domecq, a partir de Aldeanueva vía María Antonia Fonseca. Los erales de Montecillo, mansos, el primero se dolió en banderillas, el segundo buscó los terrenos del cuatro, el tercero, más terciado y noble. Los erales de Sánchez Herrero, lucieron crotales, el cuarto templado, el quinto, abanto y muy flojo, el sexto, alto y largo, noble. El cuarto fue ovacionado en el arrastre. 

Terna: López Ortega, de Chihuahua (México), de lila y oro, con cabos blancos; de diecinueve años de edad; dos años y medio en novilladas sin caballos; de la escuela taurina Citar-Anchuelo; silencio y vuelta al ruedo, que él mismo decidió. Rafael de la Cueva, de Táchira (Venezuela), de verde y oro, con cabos blancos; de diecinueve años; año y medio en novilladas sin picadores; de la escuela taurina Yiyo; silencio y silencio. Juan Pablo Ibarra, de Apizaco (México), de violeta y oro, con cabos blancos; de diecisiete años; un año en novilladas sin picadores; de la escuela de Colmenar Viejo; palmas y vuelta tras petición. Juan Pablo Ibarra fue declarado ganador del certamen.

En la crónica de ayer sobre la corrida de toros del dos de mayo, firmada por mi amigo José Ramón Márquez, se aludía, y criticaba con acierto y buen juicio, a la manifestación antitaurina ubicada en la misma explanada de acceso a la plaza de Las Ventas anteayer, día de la Comunidad de Madrid, de manera que una amplia mayoría de aficionados que asistieron al festejo tuvieron que soportar los gritos (por medio de enormes megáfonos) de dos docenas de manifestantes que proferían manidas consignas de corte animalista (no puse mucha atención a lo que voceaban con la yugular, pero sí tuve que soportar el cansino espectáculo). La Asociación del Toro de Madrid a comienzos de abril envió una carta al Delegado del Gobierno en Madrid, Francisco Martín Aguirre, pidiéndole que no permita que las manifestaciones de este cariz se mantengan a la entrada de la misma plaza de toros por ser una provocación innecesaria (los toros son un espectáculo legal) y que podría ocasionar, en determinado momento, algún problema de orden público (la manifestación en sí misma es ya un problema de orden público, dado que se produce por donde tienen que pasar las personas que entran a la plaza).



"Bildu ha hecho más por España que los patrioteros de pulsera" (Paco Martín)


Pues bien, el Delegado del Gobierno contestó que ese tipo de manifestaciones las ampara la Constitución Española de 1978 (citó, concretamente, el artículo 21). La Asociación del Toro aconsejaba, en su carta, que se siguiera la legislación francesa para estos casos y que se alejara de manera suficiente el lugar donde los manifestantes se pudieran reunir. El Delegado del Gobierno en Madrid parece que, por aquello de no pensar, y no trabajar, no ha hecho mucho caso a los consejos de los aficionados a los toros; pero sí obedece a los grupos que promueven tales eventos nocivos, imprudentes y casposos. ¿Qué pretende el Delegado de Gobierno en Madrid, Francisco Martín Aguirre? El día que se dé un problema el culpable será él o su sucesor, si es que no se cambian los lugares y los momentos de las manifestaciones antitaurinas. Sugerimos el Campo de las Naciones. Allí podrían vociferar muy a gusto estos sujetos, y así se entrenarían en el aserto declarado en 1591 por Juan Yáñez Parladorio, que era un abogado antitaurino, que se arrepentía de enfadarse con los aficionados a los toros y de quejarse contra tal costumbre, pues «es cantar a sordos hablar contra los toros».


Si entramos en lo nuestro, el asunto de los toros, sobre lo sucedido en la novillada sin picadores celebrada en Las Ventas, dentro de ese certamen de noveles novilleros para descubrir futuros matadores de toros —un certamen que en su día ganaron hoy matadores de toros como Ángel Sánchez, Francisco de Manuel o Isaac Fonseca—, hay que comentar aspectos positivos, en mayor grado, y algunos negativos. En la parte favorable decir que los aspirantes a matadores de toros de ayer precisamente mataron bien, si nos fijamos en la colocación de los aceros y en la prontitud en el efecto de los mismos, y a su vez, los novilleros estuvieron variados con el capote —un repertorio que los matadores de toros instalados en el escalafón hacen caso omiso— y que casi nos obliga a tener que repasar el Cossío para recordar lances que vimos en la novillada y que por no verlos nunca, no recordamos cómo se denominan. En la parte adversa reseñar que las faenas fueron muy largas, tanto que en casi todas hubo avisos —algo que seguramente los novilleros aprenden de lo que sucede en el escalafón superior—, y que el cierre de las faenas se tenga que reducir a las dichosas manoletinas o bernadinas —que también, parece copian de cómo se emplean los viejos matadores, hoy todavía en activo, cuando deciden finalizar las faenas de muleta antes de su obsesión por cortar orejas—. Pensamos que en estos dos aspectos desfavorables mostrados por los novilleros de ayer, en ambos, pueden mejorar, no fijándose en Perera, ni en Talavante (por ejemplo), si no en maestros de antaño que veían como oprobio que sonaran avisos en sus labores muleteras (por ejemplo, Antoñete o Manolo Vázquez), pues como decía Gracián «lo bueno, si breve, dos veces bueno». También, si se fijaran en cómo remataban sus faenas estos maestros o Rafael Ortega, pues se darían cuenta que fueron alguien en el toreo sin tener que recurrir a ese pase que se inventó en el toreo cómico y que hoy se muestra en los ruedos como sempiterno.


Hubo más cosas positivas y negativas que pueden deducirse de la propia crónica que hacemos de lo ocurrido ayer tarde. Antes de nada, subrayar que los tres novilleros que llegaron a la final eran de procedencia americana, un venezolano y dos mexicanos. Abrió la tarde López Ortega, que estuvo muy animoso durante todo el encierro, recibió a sus erales a porta gayola y les recetó numerosas largas cambiadas de rodillas, fue arrollado por ello, pero su flexible juventud impidió cualquier percance grave. Con el capote a su primer eral le aplicó el quite de oro en los medios; y al cuarto de la tarde, de manera airosa, las lopecinas o zapopinas. Sus labores se realizaron en los medios. En ambos novillos dio distancia y quiso templarles, donde ya encontró inconvenientes. En su primero estuvo algo veloz, sin encontrar el deseado temple, ante un eral con movilidad y manso. El animal se le acostaba en los pases y mostró un cabeceo que no supo resolver Ortega. Lo más meritorio es que dio distancia en la faena. Mató de pinchazo en la suerte natural y de estocada delantera en la suerte contraria. En el cuarto comenzó la faena de muleta de rodillas en los medios, con distinta fortuna. En las tandas estuvo más lucido que en su primer novillo al dejarle la muleta en la cara para ligar los pases, que le salieron más templados y más ligados, pero sin solucionar la fealdad de los enganchones. Terminó su labor, en este caso, de rodillas en el tercio, en terrenos del ocho, donde despidió al eral tras dos pinchazos, en las suertes contraria y natural, y una estocada, se podría decir que en la suerte de banderillas, en tablas.


Rafael de la Cueva, con el capote se empleó en la suerte de la tafallera y en la chicuelina. A su primer novillo, corretón, no lo consiguió fijar. La faena de muleta la inició por bajo, en terrenos del nueve, con muletazos limpios cerrados con un pase de pecho enganchado. En los medios en las series de redondos y naturales, toreó algo lineal. Fue consiguiendo muletazos largos y templados, alternados con desacoples. El eral era tardo, a lo que sucedió una porfía por conseguir el triunfo, tanta que exprimió al astado desde la base del tesón. Tras las consabidas manoletinas y el aviso pertinente, el eral en terrenos del seis se le puso tedioso para ser cuadrado. Lo mató mediante un pinchazo perdiendo la muleta en la suerte natural y media estocada en la suerte contraria ultimada mediante un salto en la cara del astado. En el quinto de la tarde, un eral abanto y flojo, por no decir, inválido, con el capote recurrió a la larga cambiada y a las chicuelinas. El novillo perdía las manos y la faena, en los medios, fue un quiero y no puedo, pues entre el cabeceo del astado y las caídas, en terrenos del ocho, no hubo forma de armar una labor, que De la Cueva quiso cerrar con naturales de frente. Mató en la suerte contraria, de un pinchazo y de media, algo caída, perdiendo la muleta.


El triunfador de la tarde, Juan Pablo Ibarra, también se ocupó en las largas cambiadas, pero sin olvidar la verónica y las navarras. No hubo lucimiento, sí empeño. La muleta, algo grande, en su primer novillo comenzó de rodillas en los terrenos del diez, dio luego el pase de las flores antes del toreo en redondo, donde fue desarmado. Al novillo le costaba pasar. Terminó al natural de manera más completa, y en redondo, al dejarle la muleta al toro en la cara para que repitiera. Antes de matar dio su versión de las manoletinas. Mató de media estocada en la suerte contraria. En el eral que cerró la tarde, alto y largo, con cabeceo, Ibarra inició su tarea, de nuevo de rodillas, en los medios. En la fase central del muleteo, ligó más los pases, corrió la mano, dio distancia y terminó por bajo. Dio una versión de completar los pases. Mató de estocada en la suerte contraria en terrenos del ocho.


Los subalternos en banderillas estuvieron sobrados, no se lucieron del todo porque clavaron algo trasero, y con el capote manejaron a los novillos sin demasiada cumplimentación pero con soltura.



Final del "Camino hacia Las Ventas"