lunes, 5 de mayo de 2025

El abuelo Melquiades

 



Ignacio Ruiz Quintano
Abc


Visto lo visto, es imposible mirar a Ancelotti y no ver en él al abuelo Melquiades, un nonagenario que te enseña en Youtube a componer “reggaetón” en tan sólo treinta segundos.


He conocido únicamente a un Melquiades en mi vida: un paisano de Burgos que en la juventud eligió, con mejor criterio que el mío, marchar, en vez de a la Complutense, a Australia, donde llegó a campeón del mundo de esquileo. Y por la gracia del nombre supe del abuelo del “reggaetón”:


Lo primero es crear un ritmo pegadizo. Luego hay que escribir la letra. Como las canciones hablan siempre de lo mismo, aquí tenéis un cuadro con palabras con las que se pueden hacer miles de canciones.


El empeño no tiene demasiada ciencia: “El ritmo pegadizo, la letra que hable de lo mismo, cambiar las eles por erres y decir amol en lugar de amor. Y ya está.


Por ejemplo: “Mami, yo puedo ‘encendelte’ hasta el ‘amanecel’.”


Según el abuelo Melquiades, la importancia de cambiar las erres por eles está en pillar el acento latino, más lo más importante: el “autotune”, que te deja la voz como Cher. Y a bailar.


Una de las cosas que hemos de agradecerle a Ancelotti es que nunca ha llorado, cuando en España ha sido llorón hasta Franco. Pemán decía que a Franco se le daba muy bien “ese tono mendicante y quejumbroso”, tan parecido al contexto de la “Salve Regina” –con su “abogada nuestra”, su “clemente”, su “piadosa”–, que al fin y al cabo es obra de Pedro Mezonzo (“que en la segunda mitad del siglo X perfumó con sus virtudes los monasterios de Santa María de Mezonzo, Sobrado y Altealtares, y después sería obispo de Iria, Compostela”), paisano del General y modelo de “quejica céltico”. ¿Quién no se hubiera abierto de patas al verse en lo peor de las grandes batallas de la temporada sin más protección en los flancos que Lucas Vázquez (¡el Colibrí de Curtis!) y Fran García, que es como decir que quedas a expensas de que se te aparezca como en Clavijo el caballo blanco de Santiago (“y no hay que transigir ni con que fuera tordo el caballo”, avisó Maeztu)?


Victorias de paciencia y cinturón apretado, las de Ancelotti este año. Pocas, porque se ha perdido con todo el mundo que no se podía perder, aunque para eso está el crédito acumulado. Con el Arsenal de Merino y con el Barcelona de Fermín y Casadó, que se dice pronto. Se perdieron los partidos y se perdieron los jóvenes, que asistieron a las derrotas desde el banquillo. Con un sistema que hartó a la parroquia, el sistema “reggaetón” del abuelo Melquiades, que se limita a combinar palabras anotadas en seis columnas, con Mbappé de “autotune” para sonar como Cher. Y ahora la afición cree que esa música terminó y que Ancelotti se va, crisis que la canalla mediática aprovecha para intoxicar con la venta de Vinicius.


Uno iría por Mou (“polvo, sudor y hierro”, mas sin fortuna): la refundación del rocanrol, fantasía que no nos podemos permitir, pues nuestro sujeto constituyente es el piperío ronceril. Con las ruedas de prensa de Mou vendidas a las TV compensaríamos la pérdida de los ingresos por conciertos. Así las cosas, elegiría a Zidane, pensando en Mbappé, en Bellingham (que lleva su “5”) y hasta en Vinicius, al que ya no alinearía de lateral derecho. El piperío ronceril, verdadero Ruido Bernabéu, duda entre Klopp y Alonso, ambos de un progresismo valdanés (de Valdano), excentricidad de la que nos habíamos olvidado con Ancelotti. Klopp tiene inquietudes sociales, pero come “raons” ibicencos (un raón es un salmonete con cara de loro pasado por el “Wish You Were Here” de Pink Floyd) en la cala de Es Cubells: convertiría a Vinicius en un jugador extraplanetario. Y Xabi representa el madridismo profesional, o contractual o de onveniencia. Lee periódicos, lo cual es malo, y se guasapea con los revistosos, colegueo que en España nunca termina bien. Si una final de Champions coincidiera con una cita electoral, en su rueda de prensa tendría preferencia la política. Quien venga, deberá servirse del Mundial de Clubes como pretemporada. Con Ancelotti en la playa cantando “Mami, yo puedo ‘encendelte’ hasta el ‘amanecel’.”

[Sábado, 26 de Abril]