domingo, 27 de abril de 2025

Pepe Cerdá



Ignacio Ruiz Quintano

Abc Cultural


“No encuentro otro papel. Adiós. Me hundo con el ‘Lusitania’.” Este mensaje, escrito en una etiqueta de vino por un hombre de mundo que naufragaba, apareció flotando dentro de una botella en las costas de Irlanda bastantes años después de que un submarino alemán echara a pique aquel orgullo –lujo, vapor y hierro– del Atlántico Norte. No sé si tropezar con aquella botella me habría hecho tanta ilusión como dar con un libro que no es un libro, porque es una bitácora que tampoco es una bitácora, pues, al cabo, es un libro: “Pintor, pinta y calla”, otra botella en el océano de la Red. Su autor: Pepe Cerdá, un pintor que se acusa de la funesta manía de pensar... por escrito.


Pepe Cerdá es de Huesca, con lo cual quiere decir que es “más ‘mirao’ que un luto”. Ha vivido en Madrid y en París (“París no existe, es una operación de ‘marketing’...”), pero ahora vive en Villamayor, que tiene dos mil habitantes y está a diez kilómetros de Zaragoza, la capital de la “rubia mechada”, mezcla de Lara Dibildos y Gemma Ruiz Cuadrado. La “rubia mechada zaragozana” baila en corro con pasitos cortos, como si estuviera matando hormigas, y, sabedora de que el tiempo es su peor enemigo, quiere que lo que tenga que ocurrir ocurra ya. Su complemento es el “cazador de patos urbano” –Madrid, Sevilla y... Zaragoza–, que gasta pantalón teja y melena distraída y ha descolgado las cabezas de ciervo disecadas para sustituirlas por “tàpies”, “barcelós” y “gordillos”.


Hijo mío, no hagas nunca dos veces bien la misma cosa, que te convertirán en un obrero y te joderán.


Eso le dijo a Pepe Cerdá un día su padre, pintor de carteleras de cine y aparatos de feria. Y el hijo comprendió que había que ser feliz y pintar la felicidad. “¡Hay que aspirar a ser un burgués total!”:


Soy un pintor en plena muerte del Arte.


Presume Pepe Cerdá de reconocer al “pintor” aunque sólo haya hecho una greca copiada de un catálogo. Cuando llegó a Villamayor, un parroquiano lo abordó en el bar: “Así que tú eres pintor...” “Sí, señor.” “Pero... ¿tú eres pintor de esos que pintan al óleo o surrealista?”


Ama, sobre todas las cosas, las ferreterías y las tiendas de libros: Gómez Carrillo, Chaves Nogales, Pla y, por supuesto, Camba. Y, sobre todas las pinturas, ama el “Inocencio X” de Velázquez. Pero Pepe Cerdá persiste en la herejía que en el mercado del Arte supone no posar en las fotografías con cara de “indio tomando bicarbonato”, como Tàpies. O como el náufrago del “Lusitania”.