Ignacio Ruiz Quintano
Abc Cultural
Amar al cine es aprovechar la noche de los Goya –o de los Oscar– para ver el “Apocalypto” de Mel Gibson, un fogonazo de magnesio sobre la cultura precolombina –técnicamente, en la Edad de Piedra–, una “barbarie esplendorosa” minuciosamente descrita, y en el español más hermoso que nunca se haya imaginado, por Bernal Díaz del Castillo:
“...y tornó a sonar el atanbor muy doloroso del Vichilobos, y otros muchos caracoles y cornetas, y otras como trompas, y todo el sonido dellas espantable, y mirávamos al alto cu donde los tañían, vimos que llevaban por fuerça las gradas arriba a nuestros compañeros que avían tomado en la derrota que dieron a Cortés, que los llevaban a sacrificar; y desque ya los tuvieron arriba en una plaçeta que se hazía en el adoratorio donde estavan sus malditos ídolos, vimos que a muchos dellos les ponían plumajes en las cabeças y con unos como abentadores les hacían bailar delante del Huichilobos, y desque abían bailado, luego les ponían despaldas encima de unas piedras, algo delgadas, que tenían hechas para sacrificar, y con unos navajones de pedernal los aserravan por los pechos y les sacavan los coraçones bullendo y se los ofrescían a los ídolos que allí presentes tenían, y los cuerpos dávanles con los pies por las gradas abajo; y estavan aguardando avaxo otros indios carniceros, que les cortavan braços y pies, y las caras desollaban, y las adovaron después como cuero de guantes, y con sus barbas las guardavan para hacer fiestas con ellas quando hazían borracheras, y se comían las carnes con chilmole, y desta manera sacrificaron a todos los demás, y les comieron las piernas y braços, y los coraçones y sangre ofrescían a sus ídolos, como dicho tengo, y los cuerpos, que eran las barrigas e tripas, echavan a los tigres y leones y sierpes y culebras que tenían en la casa de las alimañas, como dicho tengo en el capítulo que atrás dello e platicado. Pues desque aquellas crueldades vimos todos los de nuestro real y Pedro de Alvarado y Gonçalo de Sandoval y todos los demás capitanes; miren los curiosos letores questo oyeren qué lástima terníamos dellos, y dezíamos entre nosotros: –¡Oh, gracias a Dios que no me llebaron a mí oy a sacrificar!–, tanbien tengan atención que no estábamos lexos dellos y no les podíamos remediar, y antes rogávamos a Dios que nos guardase de tan cruelísima muerte.”
–¡De los corazones extirpados a la vigilia! –exclama Foxá, al tener que cambiar la cena, el guajolote por el guachinango, porque alguien ha advertido que “hoy es vigilia”–. Convengamos que la Iglesia ha suavizado los sacrificios.