Ignacio Ruiz Quintano
Abc Cultural
Vivimos en un país donde el fascismo y la democracia, cuando no están prohibidos, son obligatorios. No se trata, pues, de que, como con Franco nos pegaron un tabarrón de derechas, con Rodríguez tengan que pegarnos un tabarrón de izquierdas. Se trata de que nadie nos pegue tabarrones. Pero entonces, ¿de qué vivirían Marina y la ministra de Marina?
La ministra de Marina es la señora de Arenillas, una mujer que tiene todo el aire de una gallina que ha descubierto que uno de los huevos que incuba no es suyo, sino de pato. El pato es Marina, que no es un Arma, sino un filósofo.
–Los filósofos contemporáneos pueden dividirse en dos clases: los “pontífices” y los “artesanos”.
Esta división la hizo sir Alfred J. Ayer en razón de una diferencia, no de opinión, sino de actitud. El filósofo “pontífice” es Hegel. El filósofo “artesano” es Wittgenstein. En medio estaría Marina, filósofo a la española. Por encargo de la ministra de Marina, Marina va a proveer a nuestros niños de educación para la ciudadanía, que es una cosa para hacer rabiar a los curas. De hecho, oyéndoles hablar, la educación para la ciudadanía huele a venganza de un grupo de Voltaires de bar del desayuno que en esa edad incierta en que la sexualidad no se ha decantado recibieron del cura que los cuidaba un capón o sosquín que ha obrado en el tarro del rencor con la magia del kéfir.
–Es que el franquismo nos hizo abominar de los Borbones –se excusa (?) Marina, que ya tenemos dicho que es filósofo.
Nada más propio del humanismo español que confundir la moral y la política, pero es que Marina viene a confundir aquí el franquismo con la república, que fue la que un 20 de noviembre, a las tres de la mañana, que es lo que más le gusta a Anguita, declaró desposeído de todos sus derechos al Rey y a sus descendientes, autorizando a cualquier ciudadano a disponer de sus personas, si fuesen halladas en territorio nacional.
–Tratamos de introducir una polémica fuerte. Nos dijimos: si queréis Educación para la Ciudadanía, la vais a tener, pero de verdad. Se trata de introducir en un espacio inesperado una postura muy de izquierdas. Si no hay una reflexión sobre la sociedad capitalista, el discurso sobre la ciudadanía se convierte en una estafa.
Eso ha dicho uno de los educadores-escribas de Marina, Liria, que también es filósofo.
–Explicit hoc totum. Pro Christo, da mihi potum –pedían, al cabo, los escribas medievales.
–Marchando una de “Romanée Conti” –contestaría la ministra de Marina, señora de Arenillas.