Ignacio Ruiz Quintano
Abc Cultural
Los primeros convocados al pesebre fueron los humildes: esto no le parece radicalmente avanzado al alcalde de Madrid, que contempla las pesebreras únicamente desde el progreso, y por eso cree que lo interesante –lo moderno– del acontecimiento de Belén son los quince días de fiesta para leer a los niños cuentos sindicales a lo Joaquín Dicenta.
Decíamos que los primeros en llegar al pesebre fueron los humildes, y sólo después llegaron los tres Reyes Magos, que, como observó Nebrija, “ni eran tres, ni eran Reyes, ni eran Magos”. “Tres”, en realidad, son las ofrendas. Lo de “Reyes” se ha explicado como estilización de las profecías bíblicas sobre unos reyes gentiles que se postrarán ante el Señor. Y por “Magos” hay que entender, no prestidigitadores, sino sabios. “Y muy importante: estos sabios son paganos”, dirá Ratzinger, para llamar la atención sobre la iglesia de los gentiles que se pone en marcha.
Los Reyes llegaron al pesebre llevados, como sabios que eran, de una señal astronómica. Son científicos. Son intelectuales, aunque no de los que piden, como los nuestros, los occidentales, sino de los que dan, que son los orientales. Sabios árabes, por las fragancias de la mirra y el incienso, o sabios persas, precisamente por “magos”, seguidores de Zoroastro, el Zaratustra al que Nietzsche convirtió en el Gabilondo de los fuertes. Y cuando llegaron los Reyes allí estaban los pastores con el burro y el buey.
Del buey se sabe que fue semidiós en Egipto, y en Roma, galán de diosas alegres, pero buey, en cualquier caso, de labor, no de lidia, que es un buey exclusivamente español contra el que conspira en Europa el socialismo de Rodríguez negándole la subvención. Y del burro cabe decir que, en forma de “asno de oro”, fue venerado en los templos paganos como imagen de Paz. ¿Paz, hemos dicho? No se hable más: Paz, Oriente y Rodríguez. No cuesta imaginarlos, al través de un ojo de buey, sobre la cubierta de la intrépida “Álvaro de Bazán”, entre cuyas jarcias aún debe de resonar la arenga del teniente coronel Tim Collins al Primer Batallón del Regimiento Real irlandés, el 20 de marzo de 2003, en Kuwait: “Iraq cuenta con una gran riqueza histórica. Es el emplazamiento del Jardín del Edén, del Diluvio Universal, y es el lugar de nacimiento de Abraham. Allí tenéis que andaros con pies de plomo.” En el belenismo español, el burro, con pies de plomo, acostumbra ceder su sitio a la mula, que es un caballo hecho por un asno y –también como icono pacifista– más nuestra.