lunes, 20 de enero de 2025

En la muerte de Joaquín Ramos Marcos

En el clásico entre Schuster y Camacho


    Derby sevillano entre Cardeñosa y Blanco



      Francisco Javier Gómez Izquierdo


                El inesperado fallecimiento de Joaquín Ramos Marcos -no me había llegado su infarto de antes de Navidad- tendría que hacer recapacitar a tanto intérprete del Reglamento como prolifera en el fútbol. Uno cree que en realidad cada jornada pare una secta. Una secta voluble, enfermiza, psicopática... que lo que ve en la jornada 10 ya no lo ve en la 12, y que lo que uno ve sin necesidad de candil te lo retuercen y tergiversan hasta convencerte de que eres un indocumentado sin perspectiva, un lelo incapacitado para entender el Reglamento de las 18 Reglas. El fútbol televisero da por bueno y se ha de aceptar sin la mínima protesta que medio centímetro habilita o inhabilita un gol; que se puede retroceder tres jugadas para anular un tanto porque hace dos minutos hubo un atisbo de falta en el robo de balón; que la mano sí, la mano no; que le toca pero no lo suficiente para penalti si el defensor es de tu parcialidad y penalti claro si el delantero es de los tuyos. Esta pestífera moda, además de otros torticeros comportamientos, tiene abotargado al arbitraje. Ya todos son igual de malos. Todos se escudan en que lo que diga el VAR. Todos se deben no al Reglamento, sino al mandamiento televisero y ya no hablamos de Mejuto González, Franco Martínez, Megía Dávila ó Ramos Marcos. Ahora se apunta al VAR y los disparos a servidor le parecen erráticos, insensatos, locoides...


       ¿Usted es buen aficionado? Pues entonces conocerá al señor Pierlugi Collina, aquel colegiado calvo de inquietante aspecto pero recto y certero al que daba gusto ver arbitrar. Otro excelente árbitro calvo que cometió el tremendo error en la final del Mundial que ganó España ante Holanda por no expulsar a De Jong, queda en la memoria por la tranquilidad que daba su presencia. ¿Se equivocaba? Claro que se equivocaba. Pero el fútbol no se inventó para demostrar exactitudes matemáticas. El fútbol nació imperfecto, ha vivido en la imperfección y ahora que quieren encajonarlo en ¿la virtud? es cuando más insufrible se nos hace. Joaquín Ramos Marco es quizás el mejor árbitro que ha dado el fútbol español. Se equivocaba. Mejor, dudó en muchas ocasiones si era intencionada la mano, si el fuera de juego era o no era... pero como Collina, Webb, el gigante Milton Nilssen, el holandés Kuipers o últimamente el turco Çakir, al que tortura el VAR, decidían en milésimas de segundo con buen criterio y ejemplar conocimiento del Reglamento. Ramos Marcos explicó con claridad situaciones del juego durante años en el Canal Plus con la autoridad que siempre había transmitido en el campo, sin subterfugios de circulares y sobre todo sin dárselas de culto como el de ahora que cree que las reglas sólo las saben "gestionar cuatro elegidos" entre los que se encuentra. De los fuera de juego milimétricos, Ramos Marco interpretaba como todo el mundo, "son inapreciables para el ojo humano, y el Reglamento dice que en caso de duda no se pita. Al árbitro le ha parecido fuera de juego, pues bien pitado".. o "no ha acertado, así es el fútbol, precioso por su imperfección". El fútbol tendría que haber seguido así, sin que arbitrara un chisme, porque el chisme es mucho más parcial y más injusto que cuando el árbitro era culpable. Ahora el culpable es el VAR. Los árbitros no son conocidos y no habrá mas Ramos Marcos, ni Collinas, ni Markus Merk, ni Voutrot, ni Ortiz de Mendíbil, el de la Moviola... Árbitros que con sus errores también hicieron grande al fútbol.


      DEP, Joaquín Ramos Marcos.