Hércules en Cádiz y en Sevilla
Francisco Javier Gómez Izquierdo
El nuevo formato uefero para la Champions sigue protegiendo a los grandes, pero en opinión muy particular creo que estos encuentros contra rivales variopintos, de escaso pedigrí pero de sorpresivas reacciones, pueden descolocar a las plantillas de rancio abolengo por exhaustas, desganadas y secuestradas por un calendario demoníaco y por quizás no saber gestionar eso que llaman "los picos de forma de la temporada". Al final pasarán directos ocho ejemplares de la nobleza, pero entre el nueve y el veinticuatro puede que nos encontremos agradables sorpresas y entre los desahuciados del 25 al 36 me da que más de dos impensables. El formato es como si Ceferin se hubiera sentido Euristeo y tuviera a los más grandes clubes europeos a disposición de sus antojos, como Hércules particulares -herculitos más bien- y los mandara a buscar el toro de Creta en Brest, las yeguas de Diomedes que han mudado pasto y ahora cuida un tal Xabi Alonso o los bueyes de Gerión que ya no son de Gerión sino de un portugués patibulario llamado Bruno Lage. El capo uefero sabe que sus herculitos son capaces de completar los "mandaos", pero quizás no haya calculado con la precisión que se requiere lo que pueden dar de sí los elementos no controlables: tal que Hipólita llame a una asociación feminista y ya no hay quién le quite el cinturón, o ir en busca de las manzanas de las Hespérides en marzo en vez de en octubre y noviembre, que es el tiempo de la cosecha.
El Real Madrid, buque insignia de la Champions, no anda fino. Mueve el balón de forma espesa. Ganó al Stuttgart en el Bernabéu porque es la costumbre, pero los alemanes pudieron llevarse algún punto sin que a los que vimos el partido nos sorprendiera. En Lille no sé si se vio desgana, suficiencia o empacho, pero el equipo pareció normalito y sin ambición. Mejorará sin duda, porque el Madrid va creciendo conforme avanza la temporada y porque además es su obligación. El Atlético de Madrid no tiene malos jugadores, pero el Cholo los tiene confundidos. Les lía sin necesidad y esa manía de según que día, jugar con tres centrales y convertir los extremos en laterales, abandonando los necesarios sistemas de elaboración en el centro del campo, sé que son del gusto de mucho de los ilustrados del balompié, pero servidor lo ve de una fragilidad evidente. Que si 3-4-2-1, que si 3-5-2, que si 5-4-1... Uno no ve tan listos a los futbolistas para hablar y entenderse en cuatro idiomas en hora y media.
Tampoco me cuadra ni considero acierto la obsesión de salir con el balón jugado SIEMPRE, vicio muy del Gerona al que el tan buen entrenador Míchel, como tras lo visto también recalcitrante e irredento dando órdenes a sus capitanes David López y Arnau y a su cancerbero Gazzaniga de que el juego bonito y ganador es el que nace pinturero en la propia portería. Lo tengo puesto aquí mas de dos veces, al Gerona no es difícil ganarlo si se le hace presión alta con conocimiento. El entrenador del Feyenoord dijo el martes -servidor lo leyó- que sabía cómo hacer daño en Montilivi. Uno cree que el daño se lo hace a sí mismo el sistema gerundense que debe flexibilizarse y si se ven avispas rondando el área, pues a buscar al compañero más arriba con patada larga. Al Barcelona le pasa lo que al Gerona -así perdió en Mónaco-, pero el Barça tiene tanto poder arriba que le va a bastar para quedar entre los ocho y como mal menor del nueve al dieciséis y asegurar el segundo partido de la posible eliminatoria en casa. Sigo pensando que le llegan fácil al Barcelona. Demasiado fácil.
Miro la clasificación provisional y reconozco que me alegra ver al Stade Brestois, el Bayer Leverkusen y ¡cómo no! el Aston Villa, de mi admirado Emery, el entrenador que leía a Hesíodo: "...tienes que hacerte dos arados, fabricándotelos en casa: el simple y el compuesto, porque así es mucho mejor. Si el uno rompes podrás poner el otro tras los bueyes".