La lista
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El cruzado de Carvajal, rota la rodilla en una noche del Bernabéu como en las noches de Pasapoga se rompían los sostenes de las vicetiples, en inocente estallido, tiene a los supersticiosos cavilando, y sus cavilaciones los han llevado hasta la final de París de 2022, cuya línea defensiva (Courtois, Militao, Alaba, Carvajal) ha caído, hombre por hombre, víctima de los cruzados, a salvo de Mendy, que se convierte en El Soro del cartel de París. ¡La maldición de Sandení!, que diría Varsavsky.
El Soro es el torero superviviente del cartel de Pozoblanco, con Paquirri, muerto por “Avispero” en septiembre del 84, y Yiyo, muerto en el 85 por “Burlero” en Colmenar Viejo, donde sustituía a Curro Romero. Como El Soro, Mendy es duro fajador, es decir, blando con las espigas y duro con las espuelas, que juega a contracorriente de lo que esa banda izquierda ha sido en el Madrid moderno, con Gordillo, con Roberto Carlos o con Marcelo, estando la ilusión en que algún día por ella corra Davies. En la derecha nos quedamos con las ganas de Cafú, y nos conformamos con la rodillera de Chendo, el trote de Salgado y el ímpetu leganense de Carvajal, para que se vea delo que es capaz un labriego a dieta de gluten. El secreto del Madrid está en el ímpetu. Pero, como dice mi ensayista, ¿qué fueron las cruzadas, sino un ímpetu que se lanzó hasta Oriente disparado por la Cristiandad y que regresó de Oriente trayendo, en buena parte, el Renacimiento, la Banca, la Economía y la Política nacionalista?
El ímpetu del Madrid nos ha traído la cacharrería de Copas de Europa que se almacenan en el Paseo de la Castellana, y que representa contemporáneamente el Renacimiento, la Banca, la Economía y el Nacionalismo español, que no tiene ya de qué presumir, salvo de esa latonería gloriosa.
Entre las ventajas de Ancelotti, cantemos la de no ser supersticioso: con su tormenta de cruzados, y en el arte que a él más le gusta, que es el defensivo, Napoleón hubiera salido corriendo. Madame de Staël, que lo padeció en sus flaquezas, cuenta que el general corso mantenía una especie de fe supersticiosa en la fortuna que no le permitía avanzar sin ella. De sus oficiales, antes de ascenderlos, se informaba por amigos y compañeros si eran hombres que solían “tener suerte”.
–El día que sintió que el infortunio se apoderaba de él, dejó de luchar, y desde el momento mismo en que su destino se torció, se desentendió del de Francia.
Tras de la derrota final, Napoleón intentó embarcarse en Rochefort para huir a Estados Unidos, pero halló el puerto bloqueado por la Armada inglesa. Con todo el aparato defensivo alterado, Ancelotti levanta la ceja, pero no se hace grabar (que sepamos) para un documental pegando gritos de animador de gym, como Luis Enrique con Mbappé (mal Mbappé, consintiendo la publicación de la grabación), que debió responderle, en vez de con un “sí”, con el “quebranto” de Manolo el del Bulto (padre de Manolo Caracol) a la locomotora que le había traído de Sevilla y que en el andén de Atocha le agredió con un resoplido de vapor: “Esos cojones, en Despeñaperros”.
–Esos cojones, con Tassotti.
De hecho, Mbappé no ha vuelto a correr para tapar a nadie, y el que le pida que corra a defender como Mendy, que le pida a Mendy que corra a atacar como Mbappé, y se acaba la demagogia del correr por correr para ganarse la estima de Tote, el de la rabona, o de Mijatovic, el hombre que trajo a Gago (“Con Gago nos ha tocado la lotería”, repetía Calderón). Lo que de veras nos sorprende es que corra lo que corre Bellingham, con el que hemos perdido un Benzemá para ganar un Gravesen. Luego están los que hacen que corren, como Rodrygo, cuyo fútbol es como de pegatina de kiwi, delicado y untuoso. Y con Kroos en el palco y Modric en el campo, ¿qué nos queda? Vinicius, inconmensurable. Un castizo diría que el mecanismo del campeón es más simple que el de un chupete: achicar balones atrás y, cuando se puede, pelotazo a Vinicius por si se le ocurre algo. Vinicius se pasa los partidos cruzando el Rubicón para pescar.
[Sábado, 12 de Octubre]