Ignacio Ruiz Quintano
Abc Cultural
De la fusión de democracia (gente que vota y paga impuestos) y cultura (gente que cobra impuestos y vota) sale Chikilicuatre, corona del Siglo de Oro que nos estamos dando en España. Steiner diría que esto es el “fascismo de la vulgaridad”, pero ¿quién es Steiner, al lado de Molina, el ministro del ramo cultural?
–Ganar dinero e inundar nuestras vidas de unos bienes materiales cada vez más trivializados es una pasión profundamente vulgar, que nos deja vacíos –dice Steiner.
Sí, sí. El vacío esencial, la falta de sentido, “le manque d’être”...
–Cuando se hace memoria de todo lo que a nosotros nos resultaba próximo y evidente durante las décadas de los años sesenta y setenta, y de cuántos espacios abiertos se anunciaban entonces, no podemos menos de considerar nuestra actualidad, desde un punto de vista subjetivo, como una situación única de embotamiento: nueva vulgaridad en el ámbito de lo social, nueva escolástica en lo teórico, embrutecimiento en los medios de comunicación, resentimiento entre los más viejos, ambición entre los más jóvenes... Una época, en suma, carente de espíritu –dice Sloterdijk.
Es lo que Chikilicuatre llama bailar el chiki, chiki. Sloterdijk y Steiner están bien, pero a la hora de pedir dinero de bolsillo los cultos no tiran de la chaqueta de Steiner o de Sloterdijk, sino de la de Molina, que es lo que ha hecho Marset, que tiene nombre de portero de balonmano, pero que dirige el Instituto de Artes Escénicas y que ha pedido una mejora salarial al ministro como “gesto de gran trascendencia en el mundo de la cultura”.
–¿Y el canon? –pregunta el pueblo, que anda en la TV de tertulia, en lugar de estar en la carretera echando alquitrán.
El canon, como tiene dicho el ministro, es el derecho a que los intelectuales cobren por su trabajo, como lo hacen los médicos.
¿Los médicos? Que uno sepa, el Ministerio de la Salud todavía no cobra dos euros de más por cada loncha de panceta en previsión de que, dado el elevadísimo índice de colesterol de la panceta, quien se la coma acabará en al ambulatorio, aunque todo podría andarse, teniendo de ministro del ramo a ese zapato impar que es Don Bernat.
–Se necesitaba el advenimiento del reino de los abogados, siglo diecinueve, para que se colocaran estacadas y cotos en el dominio del espíritu –dice Julio Torri.
Molina, antes que ministro, es abogado. Lo que está por ver es que Chikilicuatre sea espíritu.