Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Mbappé se pone la capa de centrista-liberalio para pedir el voto francés contra los extremos, y lo hace en Alemania, sede de la Eurocopa y madrastra de la ruina irreversible de Europa, que será parcelada (federalización, lo llaman) desde Gibraltar hasta los Urales, aunque los recalcitrantes rusos “amenazan” con no dejarse parcelar, razón por la cual el ministro de Defensa alemán, otro Boris de guardarropía, “inicia los preparativos para recuperar el servicio militar”, que Alemania siempre vuelve. De hecho, y de creer a Eric Voegelin, nunca se fue.
En octubre del 62, “Der Spiegel” publicó un reportaje sobre la capacidad defensiva de Alemania crítico con el ministro de Defensa de entonces, Franz Josef Strauss, que envió a la policía a las sedes de la revista en Bonn y Hamburgo (tome nota el sanchismo) para arrestar a los periodistas, acusados de revelación de secretos militares. Ahora la TV alemana da el tabarrón con las levas: cuentan con ciento ochenta mil tíos dispuestos a parcelar lo que sea al son de la música de Wagner, pero necesitan bastantes más, y se han fijado en los cien mil chavalotes que cada año cumplen los 18 en la paz perpetua de Kant. Todos miran a Ucrania. ¿Por qué?
Si preguntas a un centrista-liberalio de los que te comen la oreja en las tertulias, te dirá que nada en la vida es más importante que la democracia liberal, pero hay un video del senador Lindsey Graham, un belicista risueño al que podrías confundir con el Dick Van Patten de “Con ocho basta”, que lo resume sin tapujos: estar en Ucrania es estar sentado sobre una mina de oro en minerales críticos, y quiere la mina de oro para él.
–No quiero darle ese dinero a Rusia y que lo comparta con China.
La “mina de Graham” constituye, pues, una “necesidad histórica”, la cual, para todos los Graham que andan sueltos por la patocracia occidental, sustituye cualquier clase de argumentación, no ya ética, que a nadie importa, sino lógica. Pero, en palabras de Voegelin, sólo los hombres degradados son los que pueden tener “necesidades históricas”.
Como “necesidad histórica” habrá de tomarse la asistencia de Bergoglio a la cumbre del G-7 en “la suntuosa ciudad de Borgo Egnazia”. Con Bergoglio (ausente de España en el centenario de Santa Teresa y presente en Alemania en el centenario de Lutero), la Iglesia Católica se ha redefinido como “un simple bombo del liberalismo”, en tuit homérico de Diego Fusaro, que afeó a Bergoglio su permiso para “reírse incluso de Dios”, ocurrencia indigna de “un constructor de puentes (pontifex) entre la trascendencia y la inmanencia”.
–Realmente, no nos sorprendería que un día Bergoglio apareciera en el balcón de San Pedro y se dirigiera a los fieles citando directamente a Nietzsche: “¡Hermanos y hermanas, Dios ha muerto!”
Dos siglos de nihilismo salvaje (el segundo, que es el nuestro, todavía más brutal que el anterior) nos prometió el amo de Zaratustra.