lunes, 17 de junio de 2024

Liga, Champions y Mbappé

 







Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Liga, Champions y Mbappé. Con ese trinomio (un trinomio es un polinomio formado solamente por tres monomios), si Florentino fuera alemán, se habría marcado un “Kroos”, es decir, un mutis por el foro, sólo que él no es Kroos, cuya marcha mejorará el fútbol del equipo, que en el juego podrá así actualizarse/modernizarse, mientras que la marcha de Florentino supondría el final de trayecto y la vuelta a donde estábamos, que no era esta Superioridad propia de un Ser Superior, como desde el principio se olió Butragueño, que se había educado en una droguería de barrio bien en la calle del general Narváez, en defensa de cuya dictadura, por cierto, escribió Donoso su más bello discurso.


La Liga, que vive a la sombra del Madrid, no importa al madridismo, que sólo se levanta de la cama por la Champions, y ya son quince, número que sugiere una rutina que distorsiona la imagen del Museo, que parece una nave-almacén de platería del Polígono Cobo Calleja. Lo resumió Joselu en Londres: “Estos cabrones ni lo celebran”. Varane se fue porque no aguantaba la presión de, al ganar una, estar obligado a ganar la siguiente.


Con quince Orejonas en la estantería, a trasmano sólo se queda el himno de la Décima, que no está a la altura de tamaña grandeza. Quince Orejonas dan para exigir la oficialidad del español como lengua oficial de la Uefa, con el inglés, el alemán y el francés. El francés, en atención a “L’Equipe”, promotor de la competición. El alemán, en atención a Kant, autor de cabecera de Ceferino. Y el inglés, en atención a Tony Britten, el arreglista del himno de la Champions, que tiró de Händel igual que Waldo de los Ríos tiró para lo suyo de Beethoven. Al lado del “Zadok the Priest” de Händel, la “Luna nueva” de RedOne suena a Manu Chao pasado por Eurovisión. Quince Champions obligan a reunir un grupo como el que en Los Angeles se juntó para grabar el “We Are The World” y que hizo exclamar a Paul Simon: “Si cae una bomba aquí ahora, John Denver vuelve al número uno.”


¿Por qué no puede ser oficial el español en la Uefa? En la Champions 2022, el Real Madrid arrasó a la flor y nata del fútbol inglés. En la Champions 2024, el Real Madrid ha arrasado a la flor y nata del fútbol alemán, con el colofón de arrebatarle al fútbol francés la colosal figura mediática de Mbappé.


La nueva ilusión es Mbappé. “Mbappé enamora al Barça”, portadeaba en su día la prensa culé que ahora intenta rellenar el vacío con la falsa lírica de La Masía, ya que ese equipo ha invertido en extranjeros (aparte el chascarrillo de que Lewandowski sea “polaco”) más dineros que el Real Madrid. ¡Frente a Mbappé, Cubarsí! Mientras ese día llega, el mundo sigue a vueltas con la Final de Londres, donde el Madrid, al más puro estilo Capablanca, volvió a desdeñar las aperturas y a dominar los fines de partida. ¡Nacho ganando la moneda al aire! Arranca con blancas el rival, que mueve peón, “esa pieza que se parece extrañamente a un clítoris que se mueve inextricable hacia la reina opuesta”, en palabras de Cabrera Infante. En Champions el Real Madrid tiene de Fischer que, más que jugar al fútbol, practica continuos ejercicios de anulación de la personalidad del contrincante. Y de Capablanca, la gentileza, la seguridad y la absoluta convicción de que el juego es suyo: el ajedrez y el fútbol se habían inventado para ellos.


Capablanca fue acusado muchas veces de fácil porque el juego le era tan fácil como a Mozart la música.


Al hilo de los estilos futbolísticos, saquemos a colación la expulsión de Araújo en la eliminatoria Barcelona-PSG. “Ahí se terminó la eliminatoria”, dijo Xavi, que es un decir de lúser. Para el Real Madrid, en cambio, ahí, justamente, hubiera comenzado la eliminatoria.


En la primera parte hemos sido vagos –resumió Ancelotti su punto de vista sobre la Final de Londres.


Ancelotti no nos habló en el descanso. Normalmente nos da unos minutos para que descansemos y después habla, pero esta vez no. Nada. Cuando salimos, ya en el túnel del vestuario, nos llamó y nos dijo: “¡Perdón, me olvidé! Si se la siguen dando a los de amarillo, vamos a perder” –resumió Bellingham la táctica de Ancelotti (¡una táctica bilardista!) para cambiar la marcha del partido.


Y así ha conseguido Ancelotti alcanzar, imbatido, la Decimoquinta, manteado por sus futbolistas, libres de la trigonometría con que Guardiola vuelve locos a los del City, ese equipo en desbandada, aunque el más llorado, por caerse del equipo de Inglaterra, sea Grealish, el de los gemelos de sátiro, que en el césped del Bernabéu toleró con fineza británica los pellizcos de Rudiger. De Bruyne justifica sus ganas de salir de Manchester con la cosa de que ya lo ganó todo, y a sus treinta y tres años tiene una Champions, la mitad de las que ha ganado Camavinga con veintiuno.


Para entretener la éspera de Mbappé en el Bernabéu, los muy cafeteros tienen la Eurocopa, donde deberán ilusionarse con el viejo Combinado Autonómico, devenido Team Blondiales al mando de Rocha y De la Fuente, mano derecha y mano izquierda del mítico ex presidente calvo.




Quince