domingo, 14 de abril de 2024

En busca de la prevalencia de los idiotas XXX. De la Igualdad política radical


La Boulê


Martín-Miguel Rubio Esteban


Hasta tal punto creían los idiôtai atenienses en la igualdad política radical de todos los hombres que no se podían vetar las decisiones de aquellos poderes compuestos por idiôtai elegidos por sorteo, como eran los legisladores (nomothêtai) y los tribunales de justicia (dikastêria). Por el contrario, todas aquellas decisiones egresadas de aquellos poderes compuestos por idiôtai elegidos por el voto, como era el caso de los generales, y todos aquellos otros rhêtores que proponían decisiones (psêphísmata) a la Ekklêsía o Asamblea popular (Poder Ejecutivo), podían ser vetadas por las leyes, nómoi, promulgadas por los nomothêtai elegidos por sorteo, o por los dikastêria, los tribunales de justicia, elegidos asimismo por sorteo todos los años. Lo nacido del voto se supervisaba, se vigilaba y hasta se vetaba. Lo nacido del sorteo era inapelable. Siempre consideró Aristóteles que lo propio de la mecánica democrática es el sorteo, y que lo propio de la mecánica aristocrática es el voto. Votamos desde un espíritu aristocrático; sorteamos desde un espíritu democrático. En España apenas se da la mecánica democrática sensu stricto; en el sistema de la composición de las mesas electorales, en algunas aldeas para elegir los cargos municipales, en alguna pequeña esfera de la Administración de Justicia, y poco más. Pero en Atenas producía los 6.500 cargos más importantes del Estado que se daban todos los años (500 bouleutai o diputados+6.000 idiôtai repartidos entre jueces y legisladores). Ese mismo espíritu de la Democracia hacía que fuesen las instituciones surgidas del azar las que controlasen a las nacidas del voto, y no al revés. La soberanía de la diosa de la suerte eran la garantía de la prevalencia de los idiôtai. En una Democracia nadie realmente es el soberano (kýrios), sino los dioses que deciden a quiénes recaerá la suerte de juzgar o de legislar. La autoridad del pueblo reunido en Asamblea para aprobar decretos y elegir magistrados o cargos políticos mediante el voto estaba controlada por otros órganos de gobierno elegidos por sorteo: (a) ningún tema podía ser debatido en la ekklêsía sin una consideración previa de la Boulê o Parlamento, elegido por sorteo; y (b) todas las decisiones tomadas por el pueblo en la ekklêsía podrían ser llevadas ante el tribunal popular y vetadas por dicho tribunal popular o dikastêrion, elegido por sorteo. Las principales limitaciones de los poderes de la ekklêsía se pueden enumerar en siete puntos:


(1) Los atenienses distinguían entre nómoi (reglas generales y permanentes) y psêphísmata (reglas sobre temas puntuales (decretos) y/o reglas con un período de validez limitado). La legislación fue transferida a las juntas de nomothêtai designadas por un día a partir de los 6.000 jurados elegidos por la suerte para un año. Todas las nomoi de las cuales se conservan los preámbulos muestran que las nomoi eran aprobadas invariablemente por nomothêtai y nunca por el dêmos reunido en la ekklêsía. El pueblo en asamblea sólo tenía poderes (a) para elegir magistrados (archairesía), (b) ocasionalmente dictar una sentencia (krisis) en un juicio político, y lo más importante (c) aprobar decretos (psêphísmata), que comprendían tratados con otros estados y, en política interna, decisiones puntuales con un período de validez limitado. Todas las nomoi y psêphísmata  conocidos del siglo IV muestran que el pueblo, en gran medida, respetaba la distinción y no intentaba legislar aprobando reglas generales permanentes en forma de psêphísmata. Sólo durante la crisis de 340-338 (la guerra contra Macedonia) la ekklêsía, ocasionalmente, se arrogó el derecho de tomar decisiones que, constitucionalmente, deberían haber quedado en manos de los nomothêtai.


(2) Todos los decretos (psêphísmata) aprobados por el pueblo debían estar de acuerdo con las leyes vigentes. Si un nuevo decreto entraba en conflicto con una ley vigente, este decreto debía ser acusado de inconstitucional y revocado por un dikastêrion mediante una graphê paranomôn o acusación de inconstitucionalidad. Por otra parte, si una nueva ley entraba en conflicto con decretos anteriores, los decretos eran nulos y sin valor y podían, por ejemplo, ser anulados por el secretario de la Boulê o Parlamento sin mayor inspección por parte de órganos superiores de gobierno. El secretario del Consejo (Boulê o Parlamento) recibe instrucciones de anular (y así invalidar) los decretos que estén en conflicto con una nueva ley: cfr. Demóstenes 20.44.


(3) La influencia de la ekklêsía en la administración financiera debe haber sido pequeña. Cada año los ingresos se asignaban a las distintas juntas de magistrados, y el reparto (merismós) de las asignaciones estaba garantizado por ley (nómos). Por lo tanto, la ekklêsía no podría cambiarlo sin pedirlo a los nomothêtai. El reparto de los ingresos en las distintas juntas de magistrados (Aristóteles, Athenaiôn Politeía 48) está garantizado por la ley (Demóstenes 3.10; 59.4). Por lo tanto, sólo puede cambiarse mediante una ley aprobada por los nomothêtai (Demóstenes 24. 27). La ley garantizaba así que el pueblo reunido en Asamblea sólo tuviese la libre disposición de los ingresos no afectados por el «merismós» o Presupuesto, que era sagrado.


 (4) A mediados del siglo IV, posiblemente en 355 después de la derrota ateniense en la Guerra Social, la asamblea fue privada de su jurisdicción en los principales juicios políticos (eisangelíai). A partir de entonces todas las acciones políticas fueron remitidas al tribunal popular donde jurados seleccionados por sorteo escuchaban el caso y dictaban sentencia.


 (5) Ningún asunto podría ser debatido por el pueblo reunido en la ekklêsía a menos que la Boulê o Parlamento, después de un debate, hubiera aprobado un decreto preliminar (proboúleuma) y los prytaneîs hubieran incluido el asunto en la agenda de una sesión de la ekklêsía. El procedimiento probouléutico se prescribía no sólo para la aprobación de decretos, sino también para la elección de magistrados.


(6) Un decreto del pueblo podría ser impugnado mediante una acción pública contra propuestas inconstitucionales (graphê paranomôn). La acusación (jurada) (hipomosía) contra tal decreto podía presentarse antes o después de la votación del decreto y tomaba la forma de una acción pública contra el proponente del decreto. El caso era remitido a un dikastêrion compuesto por jurados, y la condena tenía un doble efecto: el decreto era definitivamente anulado y el proponente era castigado. En la mayoría de los casos, la graphê paranomôn se utilizaba contra decretos que se consideraban inconstitucionales ya sea en la forma o en el contenido, pero un decreto también podía ser impugnado únicamente por ser inadecuado. Un decreto era inconstitucional en su forma si era propuesto por un átimos —un ciudadano que por delitos o comportamiento inmoral había perdido sus derechos políticos— (Demóstenes 22.24 y 59.4) o si se había presentado sin un probouleuma adecuado (informe de la Boulê o Parlamento). Ya hemos subrayado en estas entregas que ningún delincuente podía participar de ningún modo en la actividad política; ni podía votar y mucho menos proponer un decreto. Asimismo, su contenido era inconstitucional si entraba en conflicto con una o más nómoi. Un decreto solía ser atacado por ambos motivos, v. gr. Demóstenes 22: El decreto de Androción es inconstitucional e inconveniente. Que un decreto podía ser atacado por el único motivo de que era perjudicial para los intereses del pueblo ateniense se desprende de Demóstenes 59.89-91 o Esquines 3.50. Por tanto, era posible interponer una graphê paranomôn contra cualquier decreto aprobado por el pueblo reunido en Asamblea.


(7) La elección de magistrados en la ekklêsía iba invariablemente seguida de un examen moral y de conocimientos básicos (dokimasía) de todos los candidatos elegidos por el pueblo. La dokimasía se llevaba a cabo ante un dikastêrion. Para los Quinientos miembros de la Boulê  y los nueve arcontes la dokimasía se celebraba ante la Boulê o Parlamento saliente, pero un candidato rechazado por la Boulê podía apelar ante un tribunal popular. Para los nueve arcontes la ley prescribía una doble dokimasía, primero por parte del Consejo o Parlamento y luego por parte del tribunal. Cualquier ciudadano tenía derecho a dirigirse a los jurados y presentar sus acusaciones contra un candidato. A este candidato acusado se le daba la oportunidad de defenderse y el procedimiento se cerraba con una votación obligatoria para todos los candidatos, independientemente de si su candidatura había sido cuestionada o no. El ciudadano elegido por la asamblea popular era rechazado por el tribunal popular si la mayoría de los jurados votaban en su contra.


     Este estudio de la limitación de los poderes de la ekklêsía podría dar la impresión de que la asamblea, como Poder Ejecutivo, era un poder secundario, pero eso sería subestimar groseramente la importancia de la ekklêsía, como el pueblo presente, tal como lo demostraremos en los siguientes puntos:


1ª.- Las leyes se aprobaban por juntas de nomothêtai, pero a los nomothêtai se les convocaba de acuerdo con un decreto de la Ekklêsía. Así, en el procedimiento legislativo la iniciativa debía ser siempre tomada por un idiôtês que, en la ekklêsía, proponía y promulgaba un decreto ordenando a una junta de nomothêtai debatir una revisión o una adición a las leyes vigentes. Además, en una crisis la ekklesía podría arrogarse poderes legislativos y aprobar psêphísmata sobre asuntos que deberían haber sido regulados por la nómos. V. gr. Demóstenes 19.286-7 (decreto que prohíbe bajo pena de muerte la exportación de armas y material de construcción naval a Filipo de Macedonia, entre los años 347/6); Esquines 3. 126-7 (decreto relativo a la participación de los atenienses en la reunión del synedrion anfictiónico, entre los años 340/39); Filócoro fr. 56a (decreto que prescribe que todos los ingresos se transfieran al Fondo Estratiótico, entre los años 339/338); Dinarco 1. 62, 82-3 (decreto facultando al Consejo del Areópago para castigar a cualquier infractor conforme a las leyes ancestrales, entre los años 338/7); Licurgo 1.53 (decreto que prescribe que los desertores que salen del país en tiempos de peligro sean castigados por delito de traición, entre los mismos años 338/7); etc. Como se ve, la mayor parte de los ejemplos de legislación promulgada por la ekklêsía está relacionada con la guerra contra Filipo de Macedonia.


2ª.- El principio de que los psêphísmata debían estar de acuerdo con las nómoi tenía poca o ninguna importancia en la política exterior, que era probablemente la esfera de influencia más importante confiada a las personas reunidas en asamblea.


3ª.- La ekklêsía tenía derecho a imponer un impuesto (extraordinario) a la propiedad (eisphorá), y el pueblo a menudo hacía uso de este derecho, especialmente en tiempos de guerra. Para una eisphorá garantizada por un psêphísma toû dêmou nosotros tenemos a Demóstenes 3.4; 16,12; 50,8 y 22,48. Por otra parte, vale la pena saber que la eisphorá también podía estar justificada por una nómos aprobada por los nomothêtai. De modo que el poder de imponer una eisphorá no recayera únicamente en la ekklêsía. Además, la ekklêsía estaba facultada para exceder la asignación otorgada (por el merismós o Presupuesto anual) a una junta de magistrados en particular, siempre que el decreto aprobado por el pueblo fuera remitido y ratificado por una junta de nomothêtai. Pero no sabemos si la ratificación era una mera formalidad, o si los nomothêtai a veces rescindieron un aumento de asignación al negarse a ratificar la decisión del pueblo.


4ª.- Antes de circa 355, la ekklêsía a veces se convertía en un tribunal de justicia y escuchaba una «eisangelía» (denuncia por mala práctica política) en lugar de remitirla a un dikastêrion. Los once casos testimoniados son: Milcíades en el 489, Hiparco entre el 40 y el 460, los stratêgoi de 406, Ergocles en el 389, Trasibulo en el 387, otra vez Trasibulo en el 382, ​​Timoteo en el 373, Antímaco en el 373, Timágoras en el 367, Calístenes en el 362 y Ergófilo en el 362. Cabe señalar que el término «eisangelía» no está atestiguado en ninguno de los once casos. Después de circa 355, cuando la jurisdicción en eisangelíai había sido transferida al tribunal popular, la ekklêsía todavía controlaba el derecho a presentar una eisangelía en la medida en que una eisangelía planteada por un ciudadano en la ekklêsía se llevaba ante un dikastêrion sólo si el pueblo aprobaba un decreto al efecto. Esta parte del trámite pudo haber sido una formalidad, pero indica sin embargo que se podría escuchar una eisangeía con la aprobación del pueblo. La apóphasis, un tipo de acción pública estrechamente relacionada con la eisangelía, pero que más específicamente trataba de alta traición, intentos de subvertir la democracia y corrupción, también se daba luz verde en la ekklêsía.


5ª.- Un proboúleuma propuesto y llevado en la Boulê no era necesariamente un proyecto de ley elaborado en todos sus detalles. A menudo era un proboúleuma abierto, es decir, se establecía una comisión para que un asunto fuera debatido en la ekklêsía y decidido por el pueblo. Además, un proboúleuma específico no siempre era ratificado por el pueblo. Las enmiendas o propuestas alternativas podrían presentarse en el mismo pleno y obtener la mayoría en el momento de la votación. Al proboúleuma se le podría añadir una enmienda de un proboúleuma mediante la fórmula: «en otros aspectos como el Consejo, pero…». En el mismo período existen sólo dos testimonios de una modificación de un decreto no probuleumático. En estos dos casos la fórmula es: «En otros aspectos como “nombre del proponente”, pero…». Las modificaciones constatadas en piedra se refieren casi todas a cuestiones de detalle o rutinarias como, por ejemplo, la disposición de que el decreto se publique en piedra. Las fuentes literarias proporcionan información sobre enmiendas mucho más importantes, como, por ejemplo, Demóstenes 19,49, que describe una enmienda de la paz firmada con Filipo en 346. Finalmente, el pueblo tenía derecho a encargar un proboúleuma, es decir, a ordenar a la Boulê o Parlamento que un asunto específico fuera debatido en la Boulê y colocado en el orden del día de la siguiente sesión de la ekklêsía. La comisión de un proboúleuma por parte del pueblo es la siguiente: «con respecto a… el Consejo hará un proboúleuma y lo presentará ante el pueblo en la próxima asamblea…» Además, el pueblo puede ordenar a los prytaneîs que convoquen una ekklêsía (synkletos): Esquines. 2.61. Una Ekklêsía synkletós era una asamblea extraordinaria.


6ª.- Las fuentes muestran que la acción pública contra las propuestas inconstitucionales era un arma peligrosa y muy utilizada por los atenienses. Parece razonable suponer que, en promedio, los atenienses cada mes de cada año ordenaban a un dikastêrion escuchar una graphê paranomôn y decidir si un decreto del pueblo era constitucional y conveniente. Así, en el curso de su carrera, casi todos los líderes políticos debieron haber sido juzgados por una graphê paranomôn, no sólo una vez sino varias veces. Démades fue condenado tres veces en una graphê paranomôn. Filípides corre el riesgo de ser condenado por tercera vez. Las fuentes atestiguan tres graphai paranomôn contra Demóstenes. Además, Demóstenes nos dice que estuvo expuesto a varias graphai paranomôn después de la derrota en Queronea. Aristofonte era conocido por haber sido absuelto setenta y cinco veces en graphai paranomôn. Pero setenta y cinco es una cifra convencional retórica para expresar la exageración. Por el contrario, Céfalo se ganó la reputación de no haber estado nunca expuesto a una graphê paranomôn. Hipérides está atestiguado como acusador en cinco graphai paranomôn diferentes, y Teocrines está atestiguado como acusador en cuatro ocasiones. Entonces, como ahora, los políticos más activos andaban con frecuencia por los tribunales. Y lo debemos tomar como un rasgo de la Democracia. Cada año, sin embargo, el pueblo en asamblea aprobaba nada menos que unos 400 psêphísmata, y la conclusión debe ser que la mayoría de los decretos nunca fueron apelados y que sólo una fracción muy pequeña de los decretos del pueblo tuvieron secuelas en el tribunal popular.


7ª.- El examen de los funcionarios entrantes (dokimasía) era obligatorio para todos los magistrados. Así, los 500 bouleutai o diputados y unos 700 magistrados más tenían que someterse cada año a una dokimasía antes de poder tomar posesión de sus cargos. Considerando el número total de dokimasíai realizadas por los dikastêria, es sorprendente los pocos testimonios que tenemos de candidatos rechazados en la dokimasía. En nuestras fuentes sólo hay un ejemplo de dokimasía que tuvo como resultado el rechazo de un candidato electo: la dokimasía de Terámenes que había sido elegido stratêgós para el 406/5. Todas las demás dokimasíai atestiguadas, en total sólo siete, con resultado de rechazo del candidato, se refieren a magistrados nombrados por sorteo: el arconte Leodamas, el arconte Evandro, el arconte basileus Polieucto, el bouleutês o diputado Mantiteo, el bouleutês Filón, el bouleutês Demóstenes y el emporíou epimeletês Aristogitón, una especie de supervisor del mercado. Algunos pasajes se refieren a la dokimasía como un procedimiento rutinario que no desemboca en ningún juicio: el bouleutês Apolodoro, el taxiarco (una especie de coronel) Mantiteo, el arconte basileus Teógenes y el teichopoios (supervisor de los muros de la ciudad) Demóstenes. En casi todos los casos la dokimasía debió ser una formalidad, tanto para los alrededor de 100 magistrados elegidos por el pueblo como para los más de 1000 magistrados seleccionados por sorteo. El tribunal popular sólo excepcionalmente rechazaba a un ciudadano elegido por el pueblo en asamblea.


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