miércoles, 20 de marzo de 2024

Pobreza


Apartamento


Salón compartido


Francisco Javier Gómez Izquierdo


            En la caminata mañanera de ayer martes pasé por Ollerías y me llamó la atención la ausencia de la indigente de los soportales. La mujer era extranjera y tenía montado su salón dormitorio con profusión de mantas, ropajes de toda temporada además de un mueblerío extravagante, todo muy bien colocado. Ayer mañana repetí ruta y a la altura de la parcela de la indigente había un camioncillo municipal con manguera limpiando la zona totalmente libre de objetos. ¿Qué habrá sido de la mujer? Incierta edad, joven aún, no hablaba con nadie y ni siquiera pedía; se limitaba a poner un plato en lo que ella consideraba el dintel de su cuarto mientras recortaba hojas de papel que metía en bolsas sin tener el mínimo gesto de agradecimiento cuando un alma caritativa soltaba unas monedas al plato. Hoy, al pasar temprano por el Mercadona del Arroyo del Moro, una dacia que tengo vista en varios puntos discutía acaloradamente con uno de los "carrilanos" que están llegando a Córdoba estos días traídos por la Semana Santa, la cercanía de los festejos primaverales y sobre todo, supone uno, porque vivir y dormir en las calles cordobesas no es tan duro como en mi Burgos, sin ir mas lejos.


      Servidor conoce muchas personas que viven en la calle, pero de quince días acá, noto cómo incrementan los menesterosos en las colas del "comedor social" de los Trinitarios o en el antiguo cuartel de Lepanto. Veo pobres que arrastran maletas viejas y mochilas gastadas, pero también se ven pobres "carrilanos" que gritan extravagancias y que paran el trabajo petitorio cuando juntan para un cartón de Don Simón, como uno de los tres pobres que se pone en el supermercado Deza de la muralla, que creyendo disimular salta hasta el Mercadona, donde el cartón sale más barato.


       Hay mucha gente pidiendo en Córdoba; gente que es pobre de solemnidad; gente que no está simulando la pobreza como en las novelas sudamericanas donde había pobres que podían hacerse ricos por sus condiciones excepcionales para la profesión de la pordiosería. Son gente con cara de pobre, mirar de pobre y fumar pobruno. Veo a los indigentes recién llegados al comedor formando grupitos, son novedad jóvenes de negritud intensa, moritos también muy jóvenes, mientras otros, nativos españoles de más edad, se saludan y se dan a conocer o se abrazan por reencontrarse después de ellos sabrán el tiempo. "¿No te gustaba Málaga?" inquiere un cuarentón con un chándal del Atlético de Madrid, y al de Málaga no le oigo la explicación porque sigo mi camino con cierta preocupación.