Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El socialismo español se echó de jefe a Pedro Sánchez y lo primero que le preguntaron fue cómo tenía pensado acabar con la corrupción:
–¡Preveyéndola! –contestó Pdr Snchz, que en dos días ya se había comido sus propias vocales y que gracias a un caritativo arreglo periodístico de Rosa Belmonte pudo pasar a llamarse Pedro de la Preveyéndola.
El caso es que Susana Díaz, la Merkel de Triana, ya ha anunciado para Andalucía la Oficina de Prevención de la Corrupción.
No es ninguna tontería.
Uno tiene observado que el español cae en la corrupción sin distinción de sexo, edad o posición, y ante tamaña verdad lo mejor es esperarlo para verlo venir.
Sale el caballero de su portal tirando de un perro de lanas. En la esquina descubre una tertulia de empleados municipales: los que ponen multas en los parabrisas de los coches y los que reponen en las papeleras las bolsas sanitarias para perros. El caballero se precipita hacia la papelera y con la mayor naturalidad comienza a extraer, una por una, todas las bolsas, que va atando, como cabelleras escalpadas por los indios, a la correa del perro.
¡Ah, el miedo al mañana del español!
Con una Oficina de Prevención de la Corrupción, y con la ley de causalidad en la mano, ese caballero que pensando en su perro se da al acaparamiento compulsivo de un bien público queda inhabilitado para figurar en una lista electoral de Susana Díaz, pues se empieza arramblando montones de bolsas para el perro y se termina arramblando millones de euros para los chiquillos.
–No creo que Pujol sea un corrupto –fue la explicación de Gonzalón–. Se trata de una operación de cobertura hacia los que tiene debajo.
¡Ah, los chiquillos!
Unos tienen por debajo un perro de lanas, y otros, una porrada de hijos, pero Gonzalón es tan cursi como aquellos “boulevardiers” de Bonafoux que, de regreso de París, al salirles al paso en la Puerta del Sol un galgo, gritaban a un guardia:
–Sergent, sergent, separé de muá ese perrit!
Marzo, 2015