domingo, 31 de diciembre de 2023

Nochevieja


Españoles abriendo el melón constitucional



Ignacio Ruiz Quintano
Abc


No soy supersticioso, pero creo que lo que uno hace en Nochevieja es lo que hará los demás días del año.


En 2016, los españoles vamos a hacer Constituciones.


El constitucionalismo español es un estado de ánimo que prende en Nochebuena y se materializa en Nochevieja. Sólo hay que ver los arranques de nuestras Constituciones (¡todas ideológicas, que es lo único que no debe ser una Constitución!) más famosas.


El amor de la Patria es una de las principales obligaciones de todos los españoles y, asimismo, el ser justos y benéficos –decía la de Cádiz, alrededor de la cual se reúnen liberales en excursión para ponerse púos de cazón.


España es una República democrática de trabajadores –fue el órdago que el socialista Araquistáin, gordito, pero rencoroso, coló en la del 31, demostrando que no sabía distinguir entre Estado y Gobierno (en eso seguimos como entonces) y dejando a medio país al margen de la Constitución.


España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho –arranca la del 78, redactada, como bien se nota, por un ingeniero agrónomo y un director teatral, que pasan por alto que no hay Estados individuales (aunque ya sabemos que “social” quiere decir aquí “benéfico”) y que la democracia tiene que ver con el Gobierno, no con el Estado.


La prueba del malentendido de esa declaración es que un frailón de misa y olla como Santos Juliá, para arrimar el ascua a la sardina de su Snchz, dice que España es una federación sin instituciones federales (!).


Son, eso sí, ciento sesenta y nueve artículos frente a los siete (¿para qué más?) de la de los Estados Unidos.


Nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, con el objeto de asegurar los beneficios de la libertad a nosotros mismos y a nuestros descendientes, estatuimos y sancionamos esta Constitución

La libertad. Ésa es la madre del cordero. La democracia no es más que el reglamento de esa libertad. Y todo lo demás, literatura de Nochebuena para el fraude de Nochevieja.


Diciembre, 2015

Curro Fetén entrevista a Mario Cabré, "Don Juan español, hombre campechano y correcto, modelo de caballeros y del espíritu de una raza imperecedera"


Ava Gardner

Mario Cabré, matador de toros, poeta, actor cinematográfico y personaje siempre de actualidad. En esta entrevista para Radio Hospitalet, tocaremos todas las especialidades del polifacético torero catalán. Mario, el príncipe azul de las jovencitas, el apuesto galán que supo enamorar a Ava Gardner, la famosísima estrella americana, a Ivonne de Carlo, la reina del Technicolor, y a tantas y tantas otras, el Don Juan español, se encuentra dedicado a un intenso entrenamiento. Y enterado de ello, voy en su busca, porque decir Mario Cabré es decir simpatía y cordialidad arrolladora. Una simpatía que permite  al periodista tratarle a los pocos momentos de haberle conocido como si se tratase de un antiguo amigo. Pues bien, a este hombre campechano y correcto, modelo de caballeros y del espíritu de una raza imperecedera, preguntamos:



Mario Cabré



Curro Fetén

Curro:  ¿Quién habla, el torero, el poeta o el actor?


Mario: Los tres. Porque yo soy los tres y ellos son los componentes de mi personalidad artística. Con la ausencia de uno, Mario Cabré no sería Mario Cabré.


Curro: Pues que hable primero el torero. ¿Cuál ha sido la causa de tu retirada de la profesión taurina?


Mario: La verdad es que no me he retirado nunca, pero eso sí, no he toreado con continuidad debido a que mis compromisos cinematográficos me impiden hacerlo, ya que durante el rodaje de una película me está prohibido vestir el traje de luces , por razones que fácilmente se suponen.


Curro: Entre el toro de antes y el toro de hoy, ¿qué diferencia encuentras?


Mario: Personalmente, ninguna, pues puedo decir que yo nunca he toreado toros despuntados y muchos menos, becerros, por lo que las nuevas disposiciones no me afectan.


Curro: Hablamos ahora con el poeta. ¿Cómo fue dedicarse a la poesía?


Mario: Siempre he sentido la poesía como algo innato en mí. Puedes decir que la poesía ha sido y será siempre el refugio más auténtico de toda mi vida.


Curro: ¿Cuántos libros has publicado?


Mario: Hasta el momento, cuatro. Un poema a "Manolete" y otros tres titulados "Danza Mortal", "Dietario Poético a Ava Gardner" y "Oda a Gala Salvador Dalí".


Curro: Al actor cinematográfico: "Noches Andaluzas" es una película en co-producción. ¿Qué ventajas hay en ella?


Mario: La principal es el intercambio de artistas y mercados, siendo también digno de tenerse en cuenta que a los productores les es más fácil la producción asociada con casas extranjeras que por su propia cuenta, ya que los gastos son más llevaderos.


Curro: ¿Crees que el neorrealismo hará época?


Mario: Lo que sí es un hecho es que caracteriza un estilo y capta un momento realmente auténtico.


Curro: ¿Mario Cabré actor, se cambiaría por el torero?


Mario: ¡No!, pero tampoco a la inversa.


Curro: ¿Cómo te emocionas más, recitando el Tenorio, pongo por ejemplo, o toreando?


Mario: Son dos emociones bien diferentes, pues si bien en un caso la emoción es lírica e inofensiva, en el otro es más intensa, ya que al menor error expongo mi propia vida y esto es siempre una cosa muy seria.


Curro: Con motivo del viaje de Ava Gardner a España, toda la prensa nacional ha estado intrigada en si Mario Cabré y Ava se han visto o no.¿Ha vuelto a encontrarse con  la protagonista de "Pandora"?


Mario: Pregúntaselo al viento...



Ivonne de Carlo


[PROGRAMA RADIOFONICO "EL REDONDEL" RADIO HOSPITALET. Barcelona, 7 de Enero de 1954 ]

Videos cubanos. "Volver a la cárcel"


VIDEOS

CLIC

Orlando Luis Pardo Lazo


He estado pensando que estos videos son en realidad un abuso emocional contra la familia abandonada en Cuba.

Te dejo allí.

Te mando dinero.

Te visito de sorpresa y te filmo para el resto del mundo, sin avisarte por un mínimo respeto a tu privacidad.

Me voy de nuevo y te dejo allí.

Te mando dinero para que no te vayas nunca de Cuba.

No te libero.

Te retengo en la Isla como rehén.

Los exiliados somos los nuevos Castros de los cubanos que se quedaron en Cuba.

Todos somos rehenes de la dictadura. Fuera de la dictadura no existe la familia cubana.

Me muero de tristeza de ver esos rostros de los cubanos de Cuba, sonriendo a la cámara, aterrados ante la cámara, con la sabiduría ancestral de los esclavos. Ellos saben. Con su silencio, hablan.

La familia cubana no vuelve a casa por navidad. No existe casa para los cubanos. Volvemos a la cárcel. Tenemos la llave para abrirla, pero la usamos para trancar más la cárcel.



Celia Cruz estuvo aquí en el exilio antes de nacer en Cuba

En busca de la prevalencia de los idiotas XXV: entre grupo de amigos y club liberal



Martín-Miguel Rubio Esteban


Ya hemos dicho y demostrado en anteriores entregas que los partidos políticos no sólo no existieron en la Democracia Ateniense, sino que además quedaron prohibidos cuando grupos oligárquicos, tanto en el 411 a. C. como en el 404, intentaron desvirtuar el sentido último de la Democracia. Pero siempre hubo grupos, las famosas “hetaireíai”, perfectamente estudiadas por Olivier Aurenche en su gran obra de 1974, en la que estudia con profundidad tres hetaireiai en concreto, aquellas de las que eran miembros Alcibíades, Leógoras y Teucro respectivamente. Hetaireíai de finales del siglo V que consigue reconstruir. Una hetaireía o hetairikón era un club formado con fines sociales más que políticos. Los miembros eran de la misma edad y estatus (en su mayoría jóvenes y de clase alta, aunque también había pandillas de mayores). Los clubes eran privados y, a menudo, secretos. Un club tenía entre veinte y treinta miembros –el más numeroso, estudiado por Aurenche tenía 31 miembros, y se reunían en sus propias casas o en los alrededores. La ocasión más propicia para las reuniones era una fiesta o simposio, pero los miembros de una hetaireía tendían a apoyarse unos a otros en todos los aspectos de la vida. Solían ser amigos íntimos y leales; en griego, phíloi. Su apoyo mutuo se ha demostrado sobre todo en los juicios. La mayoría de los rhêtores, como casi todos los ciudadanos atenienses con posibles para divertirse de vez en cuando con los amigos, probablemente eran miembros de una u otra hetaireía, y la membresía de un líder político importante abría la perspectiva de transformar el grupo también en un club político que apoyara al líder político y llevara su nombre. Lo mismo ocurría con un poeta trágico o un escultor relevantes. Lo vemos claramente en las vidas de Plutarco. En las fuentes a esta forma de club político se la llama mayoritariamente “los seguidores de Pisandro” o “los seguidores de Trasíbulo, Ésimo y Anito”. El modismo griego es “hoi perì” (o) “hoi amphí Peisandron”, etc. Había muchas hetaireíai y un hombre podía unirse a más de una. La membresía de varias hetaireíai pudo a la vez allanar el camino para la formación de coaliciones entre las hetaireíai. Pero hay que indicar que todas tenían un perfil muy singular, con sus propias fiestas y ritos, y no deja de ser raro que un “idiôtês” pudiera pertenecer a varias. De hecho, siempre pertenecería a una sola en sentido estricto, aunque ocasionalmente participase del jolgorio y la fiesta de otras. La fuerza unificadora no era ni una ideología ni un programa político, sino relaciones personales basadas en vínculos familiares, matrimonios e influencia regional. Comer, beber y charlar de lo humano y lo divino, criticando con dureza a los prohombres de la ciudad, eran la argamasa de la hetiareía. La piedra angular era la philía, la amistad, el regalo más grande que nos han dado los dioses, a juicio de Aristóteles, y para entender la política ateniense hay que entender la amistad ateniense. Cada hetaireía individual pudo haber sido una organización razonablemente estable, pero las coaliciones eran flexibles y estaban sujetas a cambios rápidos. Según este modelo, la política ateniense sólo aparentemente se determinaba en la ekklêsía después de un debate y una votación del pueblo. En realidad, las iniciativas quedaban en manos de varios rhêtores pertenecientes a dos, tres o cuatro coaliciones. Una coalición estaba compuesta por una serie de hetaireíai y otros pequeños grupos similares, cada uno de los cuales estaba formado por un líder político y sus seguidores. Cuando se combinaban, el número de seguidores era a veces tan grande que una coalición podía controlar a la mayoría. La rivalidad entre los grupos giró en torno a la política de poder y regularmente no estaban en desacuerdo en política exterior o cuestiones constitucionales. Este análisis es muy sugerente y puede que haya algo de verdad en él, pero ciertamente también tiene sus limitaciones. Se basa en fuentes que describen la Atenas del siglo V y aún no se ha aplicado a la época de Demóstenes, aunque sabemos mucho más sobre la toma de decisiones en la Atenas en el período 355-322 a. C. Las principales fuentes que respaldan el modelo son las Vidas de Plutarco y la evidencia que tenemos sobre las revoluciones oligárquicas de 411 y 404. Finalmente, el modelo se inspira en el análisis predominante de la política romana en el siglo I a.C., aunque la Atenas clásica y la Roma republicana tardía tienen muy poco en común, salvo en la tajante división de los tres poderes del Estado.


     Los estudiosos de la historia de la república romana han sugerido que «el antiguo sustituto romano del partido es la ‘amicitia’, la amistad» ( vid. Lilly Ross Taylor, Party Politics in the Age of Caesar, 1966 ). Ahora bien, la palabra griega para “amicitia” es “philía”, y especialmente entre los historiadores americanos de la última generación se ha puesto de moda trasladar el modelo romano a la política ateniense. El problema es que las pruebas que realmente respaldan el modelo provienen de Plutarco, que vivió en Beocia, no lejos de Atenas, pero en el siglo II d.C., cuando Grecia era parte ya del imperio romano. Si acudimos a las fuentes contemporáneas encontramos discusiones filosóficas sobre la philía en Platón, Jenofonte y Aristóteles; pero los historiadores y los oradores no nos dan razones para creer que la philía fuera un concepto político importante, a menos que nos desviemos y afirmemos que philoi, amigos, son lo mismo que hetairoí, camaradas, de quienes sabemos que formaron grupos políticos, id est, hetaireíai. Pero entonces tenemos que afrontar otro problema: el modelo basado en las hetaireíai se aplica sobre todo a la historia de Atenas en la década 413-403. De él disponemos de excelentes fuentes como Tucídides o Lisias. Pero, ¿es permisible proyectar el modelo hacia atrás, al período de Clístenes a Pericles y hacia adelante, hasta la época de Demóstenes? ¿No es arriesgado utilizar lo que sabemos sobre las revoluciones oligárquicas como base para un análisis de la política ateniense en otros períodos en los que las instituciones democráticas funcionaban mejor y no estaban amenazadas por facciones y conspiraciones oligárquicas? Además, para el siglo V antes de la guerra del Peloponeso, ¡la fuente principal es Plutarco! Sin embargo, existen algunas fuentes más fiables que pueden respaldar una proyección del modelo hasta el período arcaico tardío y el clásico temprano. Herodoto 5.71, por ejemplo, conecta las hetaireíai con la conspiración de Cilón en la segunda mitad del siglo VII, y Aristóteles, “Athenaíôn Politeía”, 20.1 ( cfr. etiam Herodoto 5.66.2 ) se refiere a hetaireíai en su relato de la lucha entre Iságoras y Clístenes tras la expulsión de los tiranos en el año 510. Para el siglo IV el problema es diferente, pero no menos inquietante. Disponemos de numerosas fuentes referentes a las hetaireíai, aunque, a diferencia de la década 413-403, ya no hay ningún indicio de que las hetaireíai fueran clubes políticos y columna vertebral de los grupos políticos. Además, los lazos familiares, la amistad y la influencia regional eran sin duda factores importantes y sería erróneo suponer que la formación de grupos se basaba en ideologías o programas, y no en la amistad como principal vínculo. Sin embargo, vale la pena recordar que la mejor evidencia que tenemos sobre los grupos políticos se relaciona con las revoluciones de 411 y 404, cuando la cuestión era si Atenas iba a ser una democracia o una oligarquía. De manera similar, en la «Constitución de Atenas» el análisis de los grupos políticos del siglo V se centra en cuestiones constitucionales; y en la época de Demóstenes la controversia política mejor atestiguada es la oposición entre líderes políticos promacedonios y antimacedonios (vid. v.gr. Aristóteles, Athenaíôn Politeía, 28. Los partidarios de Filipo («hoi philippizontes») se mencionan en Demóstenes 18.176, y Esquines 3.130 ).


    En la partidocracia actual no se entra en los partidos para hacer amigos, sino muy por el contrario para ascender en la nomenclatura a base de calumniar y aplastar a los que aspiran a los mismos cargos. Afiliado y amigo son conceptos que la experiencia ha hecho incompatibles. No se puede ser amigo de quien dudas que te arrebatará tu aspiración, y la duda envenena la amistad y la contamina. Más aún, en nuestro convento de ursulinas de la Agenda 20-30, que es nuestra sociedad, la amistad se pone de manifiesto como un anacronismo, más aún, como un estado de injusticia, al preferir más la felicidad de unos que de otros. El amigo se ilumina al encontrarnos y sonríe porque está feliz al vernos. La amistad verdadera siempre es aventura, exploración de los misterios de la vida, búsqueda. En realidad, la compañía amistosa se asemeja mucho a un club, a la hetaireía griega. Se podría decir inclusive que su estructura es la de una reunión social, pero congelada, embalsamada, inmutable. La amistad toma partido por el individuo en contra de la colectividad, por eso la Agenda 20-30 la persigue con todas sus fuerzas. La amistad es una isla ética, en donde se come, se bebe, se ríe, se disfruta, te expresas como eres y se te quiere, en un mundo exterior carente de moral y en el que todos están en guerra contra todos.


    Resumiendo, las fuentes muestran que los líderes políticos del siglo IV cooperaron y tendieron a formar pequeños grupos políticos; pero es difícil obtener una imagen clara del carácter y organización de estos grupos. Ahora bien, ¿los ciudadanos comunes (idiôtai), que votaban en la ekklêsía, tendieron a seguir a un líder particular y a formar un grupo político más grande pero poco organizado? Según el modelo que hemos esbozado anteriormente, normalmente se supone que una coalición de grupos políticos más pequeños podría influir en tantos ciudadanos que controlaría una mayoría, y también se supone que un rhêtôr líder podría ganarse durante algún tiempo la lealtad de un gran número de los ciudadanos. Sobre los presuntos partidos nos dice el gran Víctor Ehrenberg: “No había partidos en nada parecido al sentido moderno, ni entre los políticos ni entre el público en general. En un extremo de la escala había grupos o camarillas entre los políticos, y en el otro extremo había una amplia distinción de perspectivas entre las clases propietarias y los pobres». ¿Qué se puede encontrar en las fuentes? Casi nada, salvo algún ejemplo: Después de la batalla de las Arginusas en 406, los seguidores de Terámenes estaban ansiosos por que los generales fueran condenados por no haber rescatado a los atenienses supervivientes de las trirremes naufragadas durante la batalla. Las fiestas de las Apatourías, realizadas en el mes de Boedromión, entre el 15 de septiembre y el 15 de octubre, y en las que todos los ciudadanos registraban a sus hijos en las fratrías, se realizaron poco antes de la sesión decisiva de la ekklêsía, y en ellas latía angustiosamente, como una atmósfera plúmbea, la tragedia reciente. Los seguidores de Terámenes se acercaban a todos los que estaban vestidos de negro y con el pelo cortado, y los animaban a asistir a la próxima ekklêsía y a votar en contra de los generales responsables de la muerte de sus hijos, maridos o hermanos. Es evidente que con ello los seguidores de Terámenes influyeron en los familiares de los muertos en la batalla, pero no presionaron a sus partidarios habituales (vid. Jenofonte, Helénicas 1.7.8). Consiguieron, por cierto, su objetivo de masacrar a la mayor parte de los generales, algunos de ellos absolutamente inocentes.


Leer en La Gaceta de la Iberosfera 

En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho

DOMINGO, 31 DE DICIEMBRE


En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Juan 1,1-18

sábado, 30 de diciembre de 2023

Chicken!


Bertrand Russell

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    Desde que se vio que la partida nuclear se convertía en jaque mate por cierre del rey, los gobiernos de Oriente y Occidente adoptaron la política que J. F. Dulles, secretario de Estado de Eisenhower, llamaba de “hasta el extremo mismo", adaptación de un deporte del gusto de los jóvenes ricos americanos, el “chicken!” (¡gallina!): por una carretera recta, dividida por una raya blanca, se lanzan dos autos, uno contra el otro, desde los extremos; ambos mantendrán uno de sus lados sobre la raya blanca, y si uno de los dos se aparta antes que el otro de la línea, el competidor le grita al pasar: “¡Gallina!”.
   

 –Este juego se considera decadente e inmoral porque lo juegan los jóvenes plutócratas, que sólo arriesgan sus vidas. Pero cuando lo practican estadistas eminentes que arriesgan las vidas de los demás, se juzga por ambos bandos que cada uno de ellos está dando pruebas de sabiduría.
    

Bertrand Russell escribe “El sentido común y las armas nucleares” en el verano del 58, estimulado por el premio Kalinga de la Unesco: al recogerlo en París, el físico francés que le hacía de guía, tras escuchar a Russell, dijo a su mujer en tono tranquilizador: “No te preocupes, querida, el año que viene Francia ya podrá explosionar su propia bomba”.
    

Para Russell, la política que se precisaba en pleno juego del “Chicken!” era aquella dictada por el sentido común, y con esa esperanza escribió el ensayo. Sandys, ministro de Defensa inglés, lo elogió y llamó al autor. “Es un buen libro –le dijo–, pero no sólo se necesita el desarme nuclear, sino la prohibición de la guerra”. No había entendido nada, y Russell salió descorazonado.
    

Me di cuenta de que la mayoría de la gente informada que leía mi libro lo hacía con un prejuicio tan fuerte que únicamente entenderían lo que desearan entender.
    

Nosotros, hoy, tenemos el juicio intelectual de algo tan serio como una guerra nuclear en manos de “demimondaines” que apenas hace un mes pedían código penal para los no vacunados del pangolín.


Marzo, 2022

viernes, 29 de diciembre de 2023

La ultraderecha



Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Las patocracias reinantes necesitan de lo que Wolin llamó “mito maniqueo”, que describe dos formaciones trabadas en una lucha a muerte: justicia absoluta contra injusticia absoluta, utopía versus distopía.


Los nazis exaltaban la fuerza y despreciaban la debilidad; los nuevos utopistas están orgullosos de su fuerza, pero, paradójicamente, se sienten amenazados por la debilidad ajena.


En la patocracia de Bush y sus neocones el mito maniqueo fue el “terrorismo global”, y en la patocracia de Sánchez y sus marañones el mito maniqueo es la “extrema derecha”, o ultraderecha, “eso” que acaba de arrasar en las presidenciales de Argentina.


Un lector del periódico de las elites quiso saber por qué sus redactores llaman por norma “ultra” a Milei, y la defensora de los lectores, que, como la famosa lechuza de Hegel, sólo levanta el vuelo al anochecer, colgó un video en las redes para razonarlo:


El Libro de Estilo del periódico es como nuestra Constitución (?), y en la entrada de “ultra” lo que dice es que es “un extremista de derechas”; Milei ha llamado “zurdos de mierda” a la oposición, así que está más que justificado llamarle “ultra”.


No sé el lector del periódico, pero uno, que no lo es, se queda más tranquilo sabiendo que la etiqueta de “ultra” responde a un plan. Burckkhardt nos cuenta que, en el Renacimiento, el no abandonar la perfección estilística aun en situaciones angustiosas era tanto mandato de la etiqueta como cuestión de costumbre. Para adquirir estilo, los hombres de aquel tiempo grandioso se estudiaban los epistolarios de Plinio y Cicerón, y ahí están las cartas de Pietro Bembo. En cambio, para llamar “ultra” a Milei, no hay que leer ni el Sabine ni el Touchard (traducido, ay, por Pradera), y basta con tener la elocuente sensibilidad del ministro Puente.


“Plus Ultra” es el lema oficial de España, ¿y para el periodismo de elite la palabra “ultra” solamente designa a un “extremista de derechas”? El “ultra” Milei, que por lo que habla estaría entre liberal y minarquista, se reconoce discípulo del profesor Huerta de Soto, que cree que el estilo aspaventoso de su discípulo es mitad teatro y mitad impaciencia ante la estupidez. En cuanto al estilo político de nuestras informadas elites, si Milei les parece por sus dichos un “extremista de derechas”, ¿qué dejan para Churchill, acusado de “racista, sexista, imperialista, sionista, supremacista ario y anglosajón y defensor de la eugenesia”?


Winston, está usted borracho –le dijo en el 46 la laborista Bessie Braddock al tipo que había aguantado las V2 de Hitler fumándose un puro.


Señora –replicó el aludido–, usted es fea, y yo mañana por la mañana estaré sobrio.


He aquí, por cierto, una muestra de humor casi “ultraísta”, sin circunstanciación ni prédicas ni nebulosidad rebuscada, como Borges, otro argentino “ultra”, despachó el ultraísmo.


España se nos irá al fondo, pero con el país dando vivas a Lope de Aguirre.


[Viernes, 22 de Diciembre] 

jueves, 28 de diciembre de 2023

La fuga del "Pastilla"


Locutorios

Francisco Javier Gómez Izquierdo


            Muchas son las veces que servidor ha reivindicado desde aquí las quejas de los funcionarios de prisiones, cuerpo ninguneado y uno cree que hasta despreciado por los barandas del Ministerio en el que manda don Marlasca. No vengo hoy a referir las continuas fatigas y desalientos del gremio que la mayoría de los ciudadanos considera, por falta de conocimiento, imponderables que van en el sueldo. No. Me permito, ya jubilado de rastrillos, celdas y reglamentos, llamar la atención a los funcionarios de servicio el día 23 de diciembre en Alcalá Meco que, creo con pesar, descuidaron la vigilancia y custodia de un interno joven llamado Yusuf.


        No me creo casi nada de lo que a mí ha llegado ni lo que he oído esta mañana en la radio del coche, pero en el episodio hay un detalle que a los que sabemos cómo debe funcionar la comunicación nos llama la atención. "Salió mezclado con once familiares". Esto de mezclarse tras una comunicación tanto sea por locutorio como vis a vis es cosa que no puede producirse. Usted ha visto películas malas en las que varias familias están en una sala ocupando cada familia una mesa junto al preso que visitan. Eso es mentira. En las comunicaciones por locutorio la familia entra por una parte del edificio que sería zona de libertad y va a dar a un corredor en el que hay varias cabinas o locutorios con un cristal blindado a través del cual habla con el interno, hasta 40 minutos creo que es la duración máxima. Cuando acaba la comunicación el interno sale a un rastrillo y queda entre dos puertas, siempre en zona de prisión mientras las familias salen por la puerta por la que han accedido desde la zona de libertad, digamos. ¿Cómo llegó el interno a la zona de los familiares? Sólo hay una respuesta. El funcionario, porque estaba solo, o los funcionarios por falta de atención, dejaron las puertas de los rastrillos abiertas (el rastrillo es zona entre dos puertas y hasta que no se cierra una no se abre la otra) y luego no sé si en el Departamento de comunicaciones o en el rastrillo de entrada al devolver los DNI no se contaron los individuos que iban recogiendo los carnés. Los funcionarios funcionaron de cualquier manera, de prisa y sin rigor, supongo, y no como procede, a saber: la primea puerta del rastrillo cerrada y en la segunda puerta del rastrillo abierta un 20/% para que sólo quepa una persona, el funcionario con los once carnés va nombrando al titular que no saldrá hasta oír su nombre. Es más, si servidor hubiera estado allí, servidor y la mayoría de mis compañeros, sabría que tengo once carnés y por el natural instinto que se ha de tener en la cárcel, hubiera contado los individuos según se acercaban o ya dentro del rastrillo con las dos puertas cerradas y se hubiera detectado que sobraba uno.


        No recuerdo una fuga así. Mellizos o internos parecidos a familiares que en la comunicación vis a vis se cambian de ropa e intentan salir junto a la visita familiar dejando al gemelo o primo que se parece esperando que el funcionario vuelva a cachear tras acompañar a los familiares hasta el rastrillo de salida. Casos así los he visto, pero éste al parecer fue tras una comunicación por locutorio. Comunicación en la que no debe haber contacto físico con los visitantes.


      No creo un mamoneo de funcionario con interno -que es lo que me han soltado unos cuantos Rafaeles esta mañana- por las características de éste y el escaso tiempo en Alcalá. Más bien se han dado un cúmulo de circunstancias preñadas de descuido, suficiencia o torpeza, cosa ésta tampoco descartable, pero el caso es que nos han puesto un poco en ridículo a los "boquis". Les prometo que a mí me ha sentado muy mal.


      Compañeros, mas allá del carácter peligroso del joven en un módulo de respeto, más allá de la falta de personal, más allá de la obsesión de los que mandan porque el funcionario de vigilancia no sepa de la peligrosidad o conflictividad de internos que de repente te ingresan en un módulo trasladado no se sabe de dónde ni por qué causas, más allá de primeros grados camuflados como segundos, más allá de los que mandan, ésta es coladura propia. Como ésta no ha pasado y es muy difícil que vuelva a ocurrir. Ésta es como si vives en una plaza a la que acuden yonquis y un día te vas de casa y dejas la puerta abierta. Abierta de par en par. Lo normal es que al volver eches cosas a faltar.

La gallina



Ignacio Ruiz Quintano
Abc


Por San Antón la gallina pon.


¡La unción y la gallina! –oyó Santayana gritar a su padre (hipocondríaco, pero con gran indiferencia castellana ante las circunstancias y las apariencias) en la agonía.


La extremaunción y un caldo de gallina.


Para hacerle el caldo a España (para la unción se ve que cuentan con el obispo de Solsona), el gallináceo Puigdemont ha puesto el huevo con dos meses de adelanto: “Una solución distinta a la independencia es posible”, ha dicho a “Le Soir”, y con eso delata la tragicomedia que el Régimen se trae entre manos.


Al Régimen se le quedó su Constitución pequeña y lleva años elaborando una excusa para cambiarla. Eso ha sido el golpe catalán: se le pega fuego (profesionalmente: sin víctimas mortales, esto es, “sin violencia”)… ¡y a otra casa!


Si no pensamos en la parte trágica, en la parte cómica Puigdemont y Rajoy se nos presentan como Katie Hepburn y Cary Grant en “La fiera de mi niña”: él le pisa el vestido, le arranca la parte posterior y se ven unas enaguas preciosas; él corre detrás de ella, coge su sombrero (¡el 155!) y le tapa el nalgatorio con él. “¿Se puede saber qué hace?”, protesta ella. Y él responde con un juego de palabras (“Me siento como un idiota”) cuya traducción literal sería: “Siento un culo perfecto”.


El público se reía tanto –recordaba Howard Hawks– que los censores no llegaron a oírloLuego la pusieron por la tele y ahí fue donde se escuchó por primera vez.

También aquí hay público que se ríe, él sabrá por qué. Se le viene encima una Constitución secreta, hecha por profesionales (ante todo, no caer en el populismo) y que, al parecer, tendrá un solo artículo clavado en un poste totémico: el 155, que, no siendo nada, lo será todo, pues lo mismo servirá para disolver un Parlamento que para fusilar a Torrijos o hacer de la provincia de Madrid una nación de las de quitar el hipo.


Con el hastío comienza la duda.


Bien mirado, ¡qué me han hecho los luteranos a mí! –llegó a escribir Lope un día así.



Noviembre, 2017 

miércoles, 27 de diciembre de 2023

Verificaciones

Asturias, 1934


Ignacio Ruiz Quintano
Abc


    El principio de verificación dice que si a una gallina le das de comer un día, otro día y otro día, al día siguiente también le darás de comer.


    Entonces Popper dijo que la validez de una hipótesis no depende de las veces que se repita un experimento, pues basta un solo resultado negativo para probar su falsedad: al día siguiente, en efecto, a la gallina no le das de comer, sino que le cortas el pescuezo. Es el principio de falsación.


    Y es una pena que no sea la BBC la que verifique el estado de la Nación, pues allí veríamos que a Rajoy, en tanto que jefe de gobierno (la sartén por el mango), le sirve el principio de verificación (cada día, un brote verde a la gallina), mientras que a Rubalcaba, en tanto que jefe de la oposición, sólo le vale el principio de falsación (matar a la gallina, y no creo que la falta de sartén impidiera a ese hombre rebanarle él mismo el pescuezo).


    La gran verificadora de España es Inglaterra, y no sólo por la performance etarra del otro día en la BBC. Ahí está su Peñón (que ahora pretenden coronar de rascacielos), desde el que se divisa toda la península. Ahí están sus hispanistas, cuya fama les precede en los restaurantes. Y ahí están sus señoritas Wilkinson.

  
En el 34, tras el golpe asturiano de la izquierda contra la amada República, Inglaterra nos envió a una de sus mises socialistas, Wilkinson, a verificar la situación en compañía de los señorines ListowelKatz y Bourthoremiens.

  
Vinieron a España –escribe Camba– en la creencia de que iban a conocer un país muy raro donde los revolucionarios se encargaban de custodiar el orden público mientras las clases conservadoras instigaban al Ejército para que asaltase los Bancos, destruyese las catedrales y asesinase a los sacerdotes; pero, una vez aquí, resultó que lo único raro eran ellos.
  

Tan raros que, al acercarse los periodistas al auto de los verificadores, miss Wilkinson sacó la lengua y cerró, ¡zas!, la ventanilla.


Febrero, 2014

La hispanidad según Unamuno



Javier Bilbao


«Mi batalla es que cada cual, hombre o pueblo, sea él y no otro»


Unamuno entretejió su vida en torno a España, aquélla que excitó en él innumerables reflexiones y le dolía en el cogollo de su corazón —escribió desde su exilio en Fuerteventura— así que Hispanoamérica difícilmente cabe suponer que le causara indiferencia. Podía ser exaltado y en ocasiones errático en su discurrir, le reprochaban algunos, pero anduvo sobrado de alcance y honradez intelectual para comprender que el españolismo sin hispanidad hubiera sido como esa oración del ateo a la que dedicó uno de sus poemas. Si bien nunca llegó a poner pie en aquel continente descubierto al azar, pero evangelizado a conciencia, su obra y aún su propia vida, sin embargo, no son comprensibles sin él.


Su propio padre fue aquello que se conocía como un «indiano», es decir, aquellos españoles que iban a hacer las Américas en busca de fortuna y regresaban, los pocos, tras haberla logrado. En este caso trayendo además una modesta biblioteca de libros mexicanos que cautivarían su imaginación infantil, según rememoraba en Sobre Latinoamérica: «¡Qué extraño desfile por mi espíritu fresco y virginal el de aquellos aztecas, toltecas, y chichimecas!, ¡cuántas noches me engolfé en los relatos del buen padre respecto a los sacrificios al Sol, y en las leyendas de los viejos dioses mexicanos! (…) Así es como mi padre me trajo de esa tierra en que aprendió a trabajar y a vivir, una fuente de extraña poesía, y así es como las raíces de mi visión de Méjico se entrelazaban con las raíces de mis primeros ensueños».


Su progresiva toma de conciencia del territorio peninsular como «el viejo solar de los abuelos, la pequeña España» frente a esa «América de mis cuidados» que la hacía mucho más grande provino de dos de sus maestros. Uno fue Juan Valera, quien en Cartas Americanas dejó una observación que podría haberse escrito ayer mismo: «los americanos supusieron que cuanto malo les ocurría era transmisión hereditaria de nuestra sangre, de nuestra cultura y de nuestras instituciones. Algunos llegaron al extremo de sostener que, si no hubiéramos ido a América y atajado, en su marcha ascendente, la cultura de Méjico y del Perú, hubiera habido en América una gran cultura original y propia». El otro referente para nuestro protagonista fue Menéndez Pelayo, quien ya advirtió premonitoriamente de que si España olvidaba este pasado «volverá al cantonalismo de los arévacos y de los vetones o de los reyes de taifas». Pues bien, ambos fueron parte del tribunal académico de la universidad salmantina que otorgó a Unamuno la cátedra de griego.


Su formación fue preludio de una escritura muy prolífica y volcada en una amplia variedad de asuntos humanos, dentro de la cual iba ganando terreno un tema: «cada día me interesa más América y me vuelvo más hacia ella. Y ha sido para mí una salvación». Los motivos se retroalimentaban, pues su nombre ganaba prestigio en la prensa americana y con ello se acrecentaban unas colaboraciones agradablemente retribuidas, según confesaba, «aunque yo y mis hijos no comamos de lo que la pluma me produce, cenamos de ello…» destacando en particular Argentina y concretamente el diario La Nación, que llegaba a pagarle mucho más que la prensa española, hasta 150 pesetas por artículo (y del escritor vasco es sabido que su acuciante anhelo metafísico de trascendencia no iba reñido con su gusto por las comodidades burguesas).


Esto, además, trajo consigo un caudal de cartas de hispanoamericanos interesados en sus opiniones, consejos y, si fuera posible, promoción. Mantuvo una relación epistolar con casi 400 de ellos a lo largo de su vida, lo que supuso cerca de la mitad de todas las cartas que llegó a acumular, que fueron entre 20.000 y 40.000, según distintas fuentes. Entre aquellos que lograron su admiración y patrocinio, se pueden citar a autores como Sarmiento, Juan Zorrilla y Vaz Ferreira.El vivo entusiasmo con el que cultivó su amistad y difundió su obra es acorde a su visión en absoluto paternalista del otro lado del océano, pues según Álvarez de Miranda en El pensamiento de Unamuno sobre Hispanoamérica: «percibía a los pueblos hispanoamericanos y a España con una valoración igualitaria, sentía vivamente a todos ellos como idénticos portadores de Hispanidad».


Esa idea de una hispanidad uniformemente distribuida se refleja, por ejemplo, en Algunas consideraciones sobre literatura hispano-americana, en el que se oponía a que España ejerciera el monopolio del casticismo y se pretendiera instalar en ella «la metrópoli de la cultura», aspirando por el contrario a una lengua hispánica que bautizó como «sobrecastellano», que integrara diversos usos lingüísticos: «un giro nacido en Castilla no tiene más razones para prevalecer que un giro nacido en Cundinamarca, o en Corrientes, o en Chihuahua, o en Vizcaya o en Valencia. La necia y torpe política metropolitana nos hizo perder las colonias, y una no menos necia ni menos torpe conducta en cuestión de lengua y de literatura podría hacernos perder —si estas cosas se rigieran por procedimientos de escritores y literatos— la hermandad espiritual. Tenemos que acabar de perder los españoles todo lo que se encierra en eso de madre patria, y comprender que para salvar la cultura hispánica nos es preciso entrar a trabajarla de par con los pueblos americanos, y recibiendo de ellos, no sólo dándoles».


En la cita anterior vemos cómo alude con pesar a la pérdida de las colonias, un asunto que requiere mayor detalle para no dar pie a equívocos. Como miembro insigne de la Generación del 98 indudablemente quedó consternado por la Guerra de Cuba, punto de inflexión en nuestra historia que trajo el fin del periodo colonial y el comienzo de las tensiones separatistas en la península, pero no sería justo etiquetarle como un nostálgico del imperio. De hecho, reivindicó a Bartolomé de Las Casas, figura hoy vista con recelo por muchos como negrolegendaria, pero a sus ojos representante del más elevado humanismo cristiano. Así mismo, dedicó una gran atención a Simón Bolivar, al que admiraba tanto que consideraba la quintaesencia misma de la españolidad y comparaba con El Quijote (y eso en los parámetros del ilustre bilbaíno era mucho decir). La lucha por la independencia de las colonias americanas era algo que, decía, debía causar regocijo… ¡a los propios españoles!: «como Diego Lainez se llenó de orgullo al ver que su hijo, el Cid, sintiéndose mordido en el dedo por el padre le amagó un bofetón, así nosotros, los españoles, deberíamos enorgullecernos de la heroicidad de aquellos hombres frente a las tropas de los torpes Gobiernos peninsulares y considerar una gloria de la raza las glorias de las independencias americanas».


Ahora bien, aunque la independencia de aquellas repúblicas es algo de lo que no tiene sentido lamentarse o pretender revocar pues los hechos históricos no se deshacen igual que —tal como apuntaba en cierto poema— uno puede morirse, pero no puede desnacer, tampoco debe ser entendida como un darse la espalda. Aunque suele atribuirse al obispo vizcaíno Zacarías de Vizcarra haber impulsado el término mismo de «Hispanidad», lo cierto es que 16 años antes que él Unamuno ya había acuñado el término que más adelante utilizaría «para incluir a todos los linajes, a todas las razas espirituales, a las que ha hecho el alma terrena —terrosa sería mejor— y a la vez celeste de Hispania, de Hesperia, de la Península del Sol Poniente, entre ellos a nuestros orientales hispánicos…».  


En todos esos linajes veía una «unidad de porvenir», de la que lamentó que su integración no fuera más que «un sentimiento en cierta forma erudito y en vías de costosa formación». Para ello hace falta previamente un conocimiento y reconocimiento mutuo, al que Unamuno se consagró en vida y que ahora, gracias entre otras cosas a internet, tenemos al alcance como nunca antes, así que sigamos su consejo: «y vuelvo a lo que decía al principio, y que es uno de mis más repetidos estribillos: a la necesidad de que todos los pueblos de lengua castellana se conozcan entre sí. Porque no es sólo que en España se conozca poco y mal a la América Latina, y que en ésta se conozca no mucho ni muy bien a España, sino que sospecho que las repúblicas hispanoamericanas, desde Méjico a la Argentina, se conocen muy superficialmente entre sí».


Leer en La Gaceta de la Iberosfera 

martes, 26 de diciembre de 2023

San Esteban Protomártir

 





Esta iglesia de San Esteban está siempre cerrada. Hoy estaba abierta, y con mucho misterio me ha dejado el cura hacer dos fotos al patrón de mi pueblo, San Esteban Protomártir. Me ha dicho el cura que en el retablo hay cuadros de Zurbarán, na menos, pero el de San Esteban Protomártir lo pintó un tal Polanco.Un abrazo desde Sevilla.

F.J.G.I.

Ley puesta, trampa hecha


¿Y si Eta nunca existió?
(Cogitación progre de moda)


Ignacio Ruiz Quintano

Abc


Con el chico de la Miró haciendo de Baudrillard por las televisiones (“la guerra de los golfos no ha existido”), Pallín y Caamaño, juristas de la escuela gallega, la más creativa, salen al corte en “tackle” contra quienes levantan una ceja ante la ley de Amnistía. “El Parlamento es soberano en un país democrático”, dice Pallín. “La ley de Amnistía es decisión del pueblo español”, dice Caamaño.


Claro que, si el Parlamento es soberano, el país no es democrático. España es un Estado de Partidos cuyo ideólogo, un alemán de Berlín muy por encima de Pallín y Caamaño, sitúa su ventaja en que acaba con cualquier atisbo… de representación.


Soberano es el Parlamento británico (“El Parlamento británico puede hacerlo todo menos convertir un hombre en mujer o viceversa”, decía el ingenuo Jean Louis de Lolme, que no conoció el “wokismo”, para exaltar su omnipotencia), pero también es representativo: el pueblo inglés, pues, reina, aunque no gobierna. Fue huyendo de la soberanía parlamentaria (“de los deseos de una mayoría injusta e interesada”, en palabras de Madison) de los ingleses como los americanos inventaron la “democracia representativa”.


La soberanía se hizo relativa desde que la libertad y la democracia exigieron, como condición de existencia, la división de los poderes estatales –leemos en la “Teoría Pura de la República”, donde se nos explica cómo en la corrupción sistemática de las partidocracias la soberanía popular, ésa que nos venden Pallín y Caamaño (si creyeran en la soberanía popular harían un plebiscito sobre la amnistía), es ficción infamante para los gobernados: “En Estados Unidos no se conoce la soberanía popular”. Y en Europa se usó como propaganda demagógica, cuando decayeron las ideas de soberanía nacional (Francia) y soberanía parlamentaria (Reino Unido). Sólo un auténtico demócrata, concluye el autor, se atreve a proclamar la evidencia de que nunca ha existido, ni podrá existir, soberanía del pueblo.


Sin representación parlamentaria, el pueblo español ni reina ni gobierna, y de Teoría Política sabe lo que le susurren Pallín, Caamaño o el chico de la Miró, como lo anunció don Nicolás R. Rico: “España, un país muy rico en calamidades civiles de todo género, es comparativamente pobrísima en Teoría Política, aunque abunde en suspirados ayes y enfebrecidas condenaciones”.


La soberanía es cuestión de hecho, no de derecho, y reside en el poder ejecutivo, que es el que tiene la estaca en la mano. Por eso los buhoneros de la “soberanía popular”, si fueran sinceros, pedirían la elección popular directa y separada (en el tiempo) del jefe del ejecutivo. En los albores de la Santa Transición, la Comisión Mixta del Gobierno Arias tiró de Fueyo, el único constitucionalista que andaba suelto, que preguntó si para el nuevo Régimen querían una vía presidencialista o la parlamentaria, y no lo volvieron a llamar. Pero la ley de Amnistía, manda huevos, la vota el pueblo.


[Martes, 19 de Diciembre]

Últimas Navidades con Fidel Castro

  

Fidel llevando la Navidad a los pobres (Granma)

 

Orlando Luis Pardo Lazo


Diciembre es un mes triste, precioso, de luz azul y silencio soñador. En este mes nací yo. Y en este mes, de un año no tan lejano como ahora parece, regresaré a Cuba con un Premio Nobel de Literatura, el primero de los Nóbeles cubanos, el que restregaré en la cara de la dictadura que todavía tendremos en Cuba para esa fecha, y cuyo monto en metálico usaré hasta arruinarme en arrimar un poco la llegada de nuestra libertad.


Diciembre termina apenas comienza. Es un mes atemporal, acronológico, casi ucrónico, fuera del almanaque, al borde de ese misterio que es el cambio de año.


Somos otros y morimos a pedazos en cada diciembre. De hecho, casi nunca llegamos todos los que empezamos cada año. Los que nos reunimos ahora en este mes no sabemos si llegaremos al próximo mes dentro de un año. La muerte va cosechando a los mejores entre nosotros. Cada diciembre vamos quedando menos y menos cubanos. Los sobrevivientes somos los peores, somos los desechados hasta por los dioses.


Estas Navidades de 2014 son también nuestras primeras Morbilidades sin el dictador, que se nos murió sin enfrentar jamás la justicia. Fallecido Fidel (1926-2014), ya todo parece fácil, expedito, innecesario. La Revolución fue una pesadilla de unos pocos millones. La memoria se renueva a velocidad vertiginosa. En un ratico, los nuevos cubanos no sabrán ni deletrear el innombrable nombre de Fidel Castro, que en unos meses resonará apenas en la asignatura Prehistoria de la Nación, absorbido por la virtud de apatía y amnesia de las nuevas generaciones.


La muerte del hegémono nos ha sorprendido a todos. No se despidió el muy pendejo, como mismo no anunció su entrada sino que la impuso a golpes de muerte, mentira y maldad. Fidel Castro se ha ido para siempre de nuestro pueblo y nos ha dejado incrédulos, desconfiados, al punto de que preferimos no prestar atención a este hito histórico. Todavía no nos creemos que estamos solos, sin el déspota delirante. No lo creeremos tampoco cuando su hermano Raúl Castro nos lo anuncie, rodeado de su octogeniosa élite militar, acaso el 28 de enero de 2015, para hacer coincidir la muerte de Fidel con el nacimiento de José Martí.


Pero hoy vuelve a ser Navidad. Una parte del país perdido reconcentra lo mejor de su espíritu en esta fecha. La esperanza deja de ser una enfermedad congénita y la luz azul del niño dios entibia nuestros hogares-pesebres, haciéndolos menos pésimos, haciéndonos menos perversos en tanto ceros humanos que aspiramos a seres humanos, tras más de medio siglo o medio milenio de matarnos multitudinariamente por nada.


Vuelve a ser Navidad, hermanos y hermanas del alma, y en el 2015 brillarán las palabras que hace siglos debieron ser pronunciadas entre cubanos, pero que han permanecido sepultadas por la ristra de tiranos que ha traído nuestra innecesaria independencia. Acaso sea la época de aproximarnos más a la civilización de los cosmopolitas libres y alejarnos de la barbarie esclavoamericana.


Es Navidad y yo os amo.