Francisco Javier Gómez Izquierdo
Mi chico, como joven que es, está al tanto de cuándo se ha de viajar por buenos precios y sin tener que esquivar muchedumbres. "La segunda quincena de noviembre es ideal" nos tiene dicho. Pues nada, estos días antes del puente hemos salido al mundo en busca de la paz que los políticos españoles están imposibilitados de facilitar. A la vuelta antier, antes de empezar el acueducto decembrino tan amado por el profesorado nacional, escuchamos en la radio del coche con motivo del informe PISA, ése que tan mal deja y tanto incomoda al Ministerio de Educación, a uno de los que más manda en la enseñanza en Cataluña una declaración tan supremacista que no voy a decir que me sorprendió porque tengo asumido que en Cataluña la Educación se ha abandonado para fanatizar a los tiernos infantes en un adoctrinamiento del que sólo se libran los que tienen dineros para pagarse formación privada en el extranjero.
"Los niños inmigrantes y pobres estropean los datos del informe PISA", vino a decir el baranda, como si los instructores bajo su mando sólo estuvieran preparados para educar Jordis, Ignasis, Paus y así..., ¡con molts estalvis claro está! Estalvis que uno cree han perdido su significado porque no serán ahorros propios sino ofrendas y mercedes de los distintos gobiernos españoles a los que se desprecia con tradicional avaricia, secular egoísmo y un racismo del que no quieren ser conscientes por aquella tierra. Un rufián dice españolo y el español ríe la ocurrencia incluso en la sede de la soberanía nacional (entiéndase lo último ya como utópica teoría)
El cáncer educativo no sólo se expande en Cataluña. El inmenso daño que se está haciendo a nuestros hijos lo padecerán ellos y sólo "los que a pesar de los maestros, aprenden con su esfuerzo", como me tiene dicho un gran profesor jubilado, tendrán recursos para asumir responsabilidades allá donde la excelencia se valora y se paga. Aquí cualquier estulto se cree eminente y se pone una camiseta verde para exigir dineros, puentes y pocos alumnos a los que dar clase. Cualquier Chema con barbita aplaude pasar de curso con suspensos y se escandaliza por si el compañero profesor formado en los setenta apunta que para una beca hay que esforzarse y que un cinco de media es vergonzosa credencial para cobrar del Estado un dinero con el que comprar la moto.