Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Ahora que sabemos más cosas, y todas malas, la pereza (musa de tantas revoluciones) de volver al fútbol se parece mucho a la pereza de hacer el belén cuando te enteras de que los magos son los padres.
¿Quién “revolucionó” el fútbol español, Cruyff con sus cuatro Ligas, incluidas las de Tenerife, o Negreira con sus tres quinquenios? El Relato, totalitario y cursi, dice lo que dice, pero lo que dice, hoy, mueve a la risa. Y sólo ahora se entiende el odio mediático a Mourinho, que no venía motivado por su carácter, sino por su conocimiento. Era el moscón en el sopón de la corrupción, y los sopistas lo atacaban como si les fuera en ello, más que la vida, la nómina. “¡El rey va desnudo!” gritaba el portugués en cada rueda de prensa. Y lo estaba. Pero todos (totalitarismo) los paniaguados del Relato elogiaban (cursilería) la hermosura y riqueza de los ropajes que “vestía” el tío corito.
En los regímenes totalitarios, el Relato es importante. Miren que lo primero que el “fuguillas” Puigdemont ha pedido a sus cortejadores de “Madrit” para pastelear lo que sea es… relatores. La historia contemporánea de España nos enseña que las cosas nunca son como sucedieron, sino como se contaron. En la política los relatores dan gobiernos, y en el fútbol, títulos y leyendas.
–Haaland se merece el Balón de Oro sobre Messi, porque ganar un triplete es más difícil que ganar una Copa del Mundo –ha dicho el alemán Rummenigge–. En nuestros tiempos no nos regalaron este premio por anotar penaltis.
Rummenigge pasa por alto que el Relato siempre ha estado con Messi, el Oliver Twist de este cuento navideño. La analogía dickensiana la hizo Terry Venables, puesto entre la espada y la pared de escoger entre Cristiano y Messi, él, que pudiendo escoger en su día a Hugo, escogió a Archibald:
–Cristiano –se explicó Venables– es un atleta y Messi es Oliver Twist: un pequeñín que llega a la estación Victoria y se lleva las carteras de todos sin llamar la atención y que tiene a un gran grupo de pícaros trabajando a su lado.
Estos relatos gustan mucho a las masas sentimentales, y la masa culé lo es. Mas como Messi, ciertamente, ya no está en Barcelona, en Barcelona el Relato revuelve la cantera en busca de otro Messi, aunque luego los messitos duran lo que duran las rosas: Pedri, Gavi, Ansu, y ahora, Yamal, del que los Herodotos del fútbol (Herodoto pasa por ser el historiador más cotilla, y por tanto, divertido) cuentan que celebra los goles dibujando los números del distrito postal de su barrio en el Maresme. ¿Qué busca el Relato, fomentar el individualismo futbolístico o revalorizar el patrimonio culé?
Si el Relato no le negara a Vinicius, un poner, lo que regala a los del País Pequeñito de Ahí Arriba, pensaríamos que los relatores son amantes del fútbol en busca de individualidades, que son las que hacen atractivo el juego. Un equipo de fútbol es una sociedad, y la sociedad no puede pasarse sin personalidades individuales. Lo que pasa es que la sociedad, y ésta era la teoría del autor de “El animal ladino”, hace lo que puede hacer: socializar. “Lo importante es el equipo”, repiten los entrenadores cazurros. Pero “hacer” individuos (individualizar) no es asunto de la sociedad.
–Lo único que la sociedad puede hacer en favor del individuo es esa hermosura que consiste mitad en no estorbar, mitad en fomentar (poner fomentos: caldear y abrigar; dar pábulo al individuo; a la individualización de los individuos –lo que Ancelotti con Vinicius, para entendernos–). Y esto deberá hacerlo por una razón: la sociedad, que no puede fabricar individuos, como fabrica socios, los necesita.
Pero advertía el autor, versado en marxismo: la dosis que de individualidad genuina tolera la sociedad es muy escasa.
El cigarreo desatado (la estridencia del canto de cigarras) del Relato con su cuento de “¡otra figura culé!” no obedece, pues, al gusto por el individualismo, sino al negocio de la publicidad, siempre hacia el mismo lado. Estridencia por estridencia, ninguna como la no presencia de Vinicius en la piñata de la Fifa, cuyos premios se desacreditan por ridículos (o cosa peor).
–Por cierto, los Tweets Completos de Donald Trump se merecerían un Premio Nobel de Literatura, al menos tanto como se lo merecieron las letricas guajiras de Bob Dylan –escribe el cubano Pardo Lazo en su “Espantado de todo me refugio en Trump”.
El mítico Barcelona del Relato vendría a ser el “vertebrado gaseoso” de que habló Ernesto Haeckel, aquel alemán darwinista con mano para inventar palabros de periodista científico con cuenta en Tuiter, como, por ejemplo, “ecología”, que a tantos da de comer. Y parece curioso que los obispos y abadesas del Relato pongan ahora en duda la reputación de un colega, Piers Morgan, sólo porque entrevistó a Rubiales. Lo acusan de “amarillista”. ¡Ellos!
SUENA XABI
Ancelotti es un italiano que ha entrenado en Inglaterra, así que, según se aproxima la hora de su sucesión, o bien por el poema de Virgilio o bien por el cuadro de Turner, conocerá la historia del bosquecillo de Nemi, en cuyo santuario el rey-sacerdote era ritualmente eliminado por su sucesor. Para suceder a Ancelotti suenan dos mourinhistas: Arbeloa, que tiene al antimourinhismo en contra, y Xabi Alonso, que tiene al antimourinhismo a favor, y con un fervorín que escama, como ocurre, en la otra orilla, con el Cholo. Desde Benito Floro, cuyo Queso Mecánico nos vendieron los periodistas-intelectuales, no se había visto una campaña igual.
[Lunes, 18 de Septiembre]