David Román
El filósofo colombiano Nicolás Gómez Dávila escribió que el capitalismo es «la deformación monstruosa de la propiedad privada por la democracia liberal».
Esta provocativa declaración me vino a la cabeza hace unos años cuando leí que el gobernador republicano (derechista) de Kansas declaró que la inmigración masiva era imprescindible para que se expandiera la economía del estado durante las próximas décadas: es decir, que el gobernador dijo que la población actual de Kansas y sus derechos, su seguridad y sus propiedades, así como las de sus descendientes, son menos importantes que incrementar la producción de bienes y servicios bajo la métrica del Producto Interior Bruto.
Esta idea del gobernador me parece excelente. En ausencia de religión, está muy bien que la gente rece en el altar de incrementar la producción de bienes y servicios. A algo van a rezar, eso es obvio. Lo que no tengo muy claro es que la idea sea intrínsicamente conservadora o nacionalista: es decir, de derechas.
Hace unos días...
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¿Es, entonces, este defensor multimillonario del corporativismo de izquierdas alguien a quién no se puede criticar desde la derecha? ¿Y por qué no?
El problema de Zitelmann es que vive en los 1990, rodeado de libros de Ludwig Von Mises y Ayn Rand, creyendo que la gran empresa es una fuerza fundamentalmente conservadora y de orden, lo que en 2023 es una posición entrañablemente ignorante. Es como un veterano de las guerras napoleónicas que en el reinado de Isabel II sigue preocupado porque vuelva el «monstruo de Córcega».
Si siempre se han preguntado cómo es posible que los niños pijos de los colegios de pago acaben dirigiendo el PSOE, Podemos, Más Madrid y la CUP (el partido con más votantes entre la clase alta catalana), por qué la gran empresa se pasa el día promocionando el argumentario de la extrema izquierda, agitando para que todo derechista sea expulsado de las redes sociales, coordinando las expulsiones de modo que sean implementadas en el mismo día y el mensaje de rechazo quede claro y dejando en la calle a todo aquél que se oponga a causas progresistas, aquí está su respuesta: porque saben que la derecha está llena de gente con buenas intenciones, como Zitelmann, que no se entera.
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