lunes, 28 de agosto de 2023

Un jugador de pub


Bellingham

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    En Inglaterra los futboleros te invitan al pub para ver al Madrid… de Bellingham, cosa que no sucedía ni con Cristiano, y Bellingham les paga con orgullo inglés y goles. Goles con peros, que son los que les pone Guti, que ahora funge de sacamuelas en una TV, pero goles como soles. Esto acrecienta el mérito de Bellingham al venir al Madrid cuando a sus pies tenía la Premier, donde seguramente lo iban a tratar mejor, teniendo en cuenta el ambiente de Atapuerca que se ha instalado en todos los órdenes españoles, incluido el del fútbol, donde los partidos del Real Madrid fuera de casa debería narrarlos Juan Luis Arsuaga, ese paleoantropólogo que repite la muletilla “porque nosotros, los intelectuales” y que cada verano se encuentra una cucharilla de moka en las excavaciones de Ibeas de Juarros y deduce que los hombres primitivos tomaban postre. Quiere decirse que a Bellingham le van a dar en España más que a una estera, y desde luego, más que en la Premier. Téngase en cuenta, además, que Bellingham no tiene a su disposición ni un delantero centro con quien compartir los palos, y aun así ya habla como Oppenheimer, que se veía como “destructor de mundos”, pues dice que con sus nuevos compañeros se siente diez veces mejor jugador que hace un año. Lo suyo es que estuviera Kane (otro jugador de pub) con él, pero Kane marchó a deslumbrar a los alemanes del Bayern, y malo será que no nos birle la Champions en curso, aunque preferible a que lo hiciera Mbappé.

 

¡Ay, Mbappé! “¡Nos quedamos aquí!”, gritó a sus hinchas al marcar su primer jequegol de la temporada con el PSG, donde morirá de viejo como una de aquellas liebres españolas que tanta pena le daban a Dumas. Uno nunca se hizo ilusiones de la pareja Bellingham-Mbappé, pero sí de la collera Bellingham-Kane. Que el club tome precauciones con los jugadores veteranos que vienen a Valdebebas como quien iba a Incosol es otra cosa. La intriga ahora está en la eclosión del sistema de Ancelotti para hacer goles sin goleadores.


    Lo que a Bellingham más le ha llamado la atención es que en el Madrid nunca cunde el pánico, pero eso es cosa de la leyenda más que del sistema. Un gran personaje del fútbol español, Pablo Porta, distinguió famosamente el miedo (fallar el segundo) del pánico (fallar dos veces el primero), pero Porta no era feminista, como Rubiales, que dice llevar la Copa del Rey a Arabia para luchar por la causa femenina, o como Infantino, el fifón que reprocha a los medios que envíen al Mundial femenino menos periodistas que al Mundial masculino, aunque él todavía no ha tenido el detalle de pasarle el sillón a una dama de acrisoladas virtudes.


    –No puede ser que en Catar hubiera 39 periodistas italianos y ninguno en Australia y Nueva Zelanda. Tenemos que empezar tratar a hombres y mujeres de la misma manera –ha declarado Infantino, que no está calvo por nada.


    Infantino renueva así la pedagogía del oprimido de Paulo Freire, y cuando el seleccionador de “La Roja femenina” (“La Roja” fue el invento de Zapatones para no decir España), Vilda, dice “queremos demostrar que somos los mejores del mundo” (¡los!), nuestras feministas de guardia, inspiradas por Infantino, lo ponen en la picota sin contemplaciones. “Alguien le debería decir que son ELLAS, LAS.....jugadorAs. Alguien de prensa en la Federación ¿puede decírselo, por favor?”, arremete Paloma del Río, funcionaria de TVE y antimadridista (“no soy culé, soy antimadridista”), más puesta en gimnasia que en lingüística. Algo hay ahí, porque los periódicos deportivos parecen octavillas de Sandra Harding, y todos los viejos obispos del periodismo deportivo llevan semanas disfrazados de abadesas para pastorear al obrerete por las verde praderas de las aleluyas feministas. En la misma hoja que ocupaba la chica de Hebrero San Martín infórmase ahora de la hibristofilia, “sesgo cognitivo que lleva a sentir atracción” por el destazador de Tailandia, aderezado con folletines de propaganda británica sobre la guerra, cuyos contendientes nos son presentados como un mano a mano Xavi-Bordalás.


    ¿Es realista el nuevo sistema de Ancelotti? ¿Y feminista? Ancelotti, como se sabe, es partidario del 4-4-2, porque según él crea un equipo de máximo equilibrio y “refleja la forma del terreno de juego, que es un rectángulo”. En el Milan, por circunstancias (lesión de Shevchenko), se sacó de la manga “la formación árbol de Navidad”.


    –Como dicen en España, la necesidad aguza el ingenio.


    Sin delantero centro, el ataque que por necesidad ha ingeniado Ancelotti es lo que Borges llamaría “una llama bicorne” en la que, como Ulises y Diomedes en la “Comedia” de Dante, arden sin fin Vinicius y Rodrygo. De momento, Bellingham no ha sentido el pánico.




CÁMARAS EN EL VESTUARIO


    Entre bromas y veras, Ancelotti se muestra dispuesto a bajarse el sueldo para que las cámaras no entren al vestuario. La TV chapotea en la cultura de “Gran Hermano”. Después de todo, mirar constituye una satisfacción sádica, pues el ojo, y esto lo dice Freud, no Ancelotti, es el símbolo del pene, “un arma sádica”. Otro vienés, Otto Fenichel, de filiación marxista, estudió la escopofilia y llegó a la conclusión de que mirar procura placer sexual: el ojo mira, imagina y devora. Teniendo en cuenta al público de la TV, mejor bajarse el sueldo, como Ancelotti, que los pantalones.

[Lunes, 21 de Agosto]