Tócala, Sam
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
En definición wikipédica, para que nadie se nos pierda, la soteriología es la rama de la teología que estudia la salvación, y ésta es su época, la del fin que justifica los medios, máxima maquiavélica atribuida a los jesuitas, que hoy (ayer para el lector) celebran su día grande.
Pero Maquiavelo no era maquievelista. Al decir del creador de la ciencia constitucional, si Maquiavelo hubiera sido maquievelista, ciertamente no habría escrito libro alguno que lo hubiera mostrado bajo una luz desfavorable.
–Habría publicado libros piadosos y edificantes, mejor aún, un anti-Maquiavelo.
Maquiavelo escribió para Fernando el Católico (lo más parecido que tenemos hoy a eso es Suso de Toro redactando para Zetapé o Feijoo “carteándose” con Sánchez), y llegó a la conclusión de que el fin justifica los medios… si ganas, pues si pierdes eres un lúser, y vienen, escoba en ristre, los Caballeros de la Basura de Alfonso Reyes (“por la basura se deshace el mundo y se vuelve a hacer”), y te echan al contenedor. En este trajín, “las cosas manejan las riendas y cabalgan sobre la humanidad”, dicho con palabras de Emerson, poeta del hombre trascendental (y agudo observador de la sociedad democrática), traído a colación por Santayana para explicar con qué naturalidad los medios suplantan a los fines, “y la civilización, cuando menos se piensa, retrocede a la barbarie”, que es donde estamos.
Pero estábamos en la soteriología, o ciencia del sálvese quien pueda, y hay que ver cómo hemos pasado del golpismo militar de los salvadores de la Patria (¡aquellos valleinclanescos espadones decimonónicos!) al golpismo moral de los salvadores de la Democracia y hasta del Planeta, que ahí está Guterres, con su onusina “face de Lua”.
Un “soteriólogo” típico de este golpismo moral de la Democracia es el profesional del ateísmo Sam Harris, en cuya “bio” se nos informa de que dejó los estudios en Stanford “después de una experiencia con el éxtasis que le cambió la vida”, lo que le asegura un sólido prestigio intelectual en América, que chapotea en el lodo primordial de la esquizofrenia una vez que lo normal es lo anormal, y lo anormal, normal.
–A mí no me hubiera importado si Hunter Biden hubiera tenido cadáveres de niños en el sótano –dice Sam en una entrevista para justificar la censura mediática impuesta en 2020 con el apoyo de los corresponsales, que hacían de “mujeres barbudas” en la lapidación de “La vida de Brian”–. Por salvar la democracia, estaba justificado. Fue una conspiración a la vista de todos. No podíamos permitir tener a Trump en la presidencia otros cuatro años.
¿Por qué? Porque no les gustaba. Y punto.
¿Y los medios? Ellos, responde Sloterdijk, abarcan todo porque no comprenden nada: su cocina nos sirve diariamente un puchero de realidad con muchísimos ingredientes que, sin embargo, todos los días saben lo mismo.
[Martes, 1 de Agosto de 2023]