Capitel de la Anunciación
Iglesia de Lara de los Infantes
Ventana de pórtico que rodeaba la iglesia de Lara
Castillo en el Picón de Lara
Desde el prado en el que se representó El Conde Fernán González
Castrillo de la Reina
Francisco Javier Gómez Izquierdo
¿No tienen ustedes inclinaciones monásticas ante el ritmo tan extravagante y acelerado que baila un mundo más alucinante que incomprensible, sobre todo para los que andamos ya en el sexenio?
Ya saben que uno tiene dos refugios: la casa de los padres en la Demanda burgalesa y el estrecho de Gibraltar en el que encontré acomodo hace más de veinte años. En esos dos lugares tan distantes, más los montes de Toledo que me tocan por vía del casamiento, paso los rigores que me corresponderían por empadronamiento en Córdoba, campeona de "la caló".
Este verano los políticos no han respetado el descanso de los ciudadanos y han permitido jornadas de ojeo en fechas impropias a la caza de piezas asustadizas con una fiereza que ya se admite en trastorno permisible y doméstico porque llamando a votaciones cualquier falsedad es susceptible de reverencia. Mientras los que mandan -mandar, mandar, en España, para mí que mandan los nacionalismos separatistas desde hace más de cuarenta años- peroraban sin descanso, servidor se acercaba andando a Moncalvillo ó al Monasterio de Alveinte ó hasta la cueva donde se nos cruzan corzos, jabalíes y alguna liebre como las que mi padre cazaba a lazo cuando era mocete. "Allí en ese cirato tiene que haber una, pero seguro que se la han comido ya los bichos. Me salté el lazo el otro día y no quise volver a subir". Subíamos y en verdad estaba. Bajo una nube de moscas y hormigas a la que yo miraba admirado de la ciencia de mi padre.
Abrigados hasta con manta asistimos a mediados de julio una noche a la representación del cantar de Fernán González que por primera vez se hacía en Lara de los Infantes. A los pies del castillo donde nació tan gran Señor y de la imponente iglesia románica sumida en un abandono incompresible, el Conde que cantó Lope de Vega va de León a Navarra y de Navarra al Arlanza en versos de un español perfectamente hablado por boca de descendientes de la belicosa Pelendonia, conforme el decir, lo de belicosa, por los geógrafos clásicos de Grecia y Roma. Los romanos se asentaron aquí en Lara y fundaron Nova Augusta pero ya más arriba, Salas, Palacios, Quintanar, Canicosa... encontraron demasiadas dificultades y gentes muy bravías.
Los próximos 11, 12 y 13 de agosto en Castrillo de la Reina tendrá lugar "la representación de Los siete infantes de Lara, la más bella y dramática de la literatura épica castellana", en palabras de Abilio Abad, su director, y que servidor suscribe no sólo por parentesco y sana amistad sino porque es verdad casi absoluta. Los siete infantes de Lara, del mismo pueblo que Fernán González, vuelven al pórtico de la iglesia de San Esteban de Castrillo de la Reina a emocionar como han emocionado durante 30 años. Es su año 31 y me fastidia no poder estar esos días con la gente de mi pueblo. "..en Castrillo hay muchos y buenos comediantes" decía mi madre, comediante ella misma representando por la Sierra pelendona las peripecias de "El tío miserias" a principios de los 50. Si le pilla cerca y aún no ha ido, acérquese. No se arrepentirá. Eso sí, lleve ropa de abrigo y sea puntual. La obra empieza a las 10 de la noche.
Si se anima puede reservar por teléfono: 676 35 67 66