Memoria, Centro, Galería y Recordatorio
de la Modelo de Barcelona
Francisco Javier Gómez Izquierdo
El 2 de junio de 1978, cuarenta y cinco presos se fugaron de la cárcel Modelo de Barcelona a través de las cloacas. El organizador pretendía que fueran 600 los huidos, pero la insólita vomitera de presos por las alcantarillas fue atajada por los sorprendidos municipales y guardias civiles encargados de la vigilancia exterior de la prisión. Esto lo puede comprobar usted en cualquier periódico de la época o en la wikipedia ésa.
Es Historia que el gobierno de principios de la Transición amnistió a los presos llamados políticos (julio del 76); que amplió la gracia a los terroristas (mayo del 77) y que los llamados presos sociales se sintieron (con toda la razón del mundo) discriminados. Éstos, en respuesta al ninguneo gubernamental formaron en Carabanchel la Coordinadora de Presos en Lucha, COPEL, preñada por la ideología de los GRAPO, que exigía el indulto general y "una segunda oportunidad". Esa COPEL carabanchelera se apoderó de las prisiones e hizo insoportable la convivencia a la mayoría de los presos y al cuerpo de funcionarios de prisiones. Un grupo "altruísta" de abogados recorría las cárceles y se entrevistaba con los cabecillas de la organización para coordinar las acciones a seguir. Poca literatura hay sobre los Grupos Armados de los Presos en Lucha, GAPEL, la rama violenta de la COPEL. Motines, quema de celdas, colchones y mobiliario, subidas a los tejados, muertes en las algaradas de las que sólo queda memoria la de Agustín Rueda, pero no las de por ejemplo los dos carbonizados anónimos en la prisión de Torrero. Una continua conflictividad en la que los portavoces de la COPEL seguidos de un numeroso cuerpo pretoriano se acercaban al centro de vigilancia, echaban a los funcionarios y rompían y quemaban ésa y las dependencias que se le ocurría al más perturbado.
Contaba Xirinachs, aquel cura nacionalista catalán que con el tiempo se declaró etarra, que los funcionarios de la Modelo estaban aterrorizados y acudían a sus reuniones pro-amnistía a pedir que presionara al Gobierno para que se aprobara una amnistía general. Hubo mucho politiqueo, mucho sobeteo y engaño desde el Congreso y la prensa a los presos "sociales", los comunes, hasta que apareció la figura de Carlos García Valdés con su privilegiada cabeza y el problemón penitenciario con acumulación de presos preventivos, suciedad y vetustez de los establecimientos, escaso presupuesto en comidas y en atención sanitaria y, ¡por qué no reconocerlo!, alguna mano más larga que otra en algún funcionario demasiado pegado a los principios del movimiento, se empezó a tranquilizar a base de mucho sacrificio.
Vi la película en el Movistar y desde el primer minuto fue un continuo entrarme gatos en la barriga. Con el disimulo de novelar la situación de las prisiones a finales de los 70 (la COPEL) y la fuga de los 45 en el año 78 de la Modelo, los autores, quizás inspirados en las memorias de Dieguito el Malo nos presentan un ramillete de verdugos, que no funcionarios de prisiones, a cual más despreciable. El más indeseable, el Jefe de Servicios con bigote fascistón y que por supuesto no libra ningún día. Siempre está trabajando. Un mafioso repugnante al que el ingenuo espectador desea la muerte al instante. No. En la película no aparecen "Dieguito el Malo", el cerebro de la fuga . El "pringao" que entra con traje de chulaco no puede ser. El es un buen chico al que ha engañado el hijo de un empresario, tan buen chico que recrimina al funcionario de ingresos la brusquedad con un homosexual de 17 años detenido por la Ley de Vagos y Maleantes; "...es un niño", le dice. Tampoco el Kíe de la barba con el que comparte celda porque Juan Diego Redondo Puertas, Dieguito el Malo, el considerado nº1 de la COPEL de la Modelo, tenía en 1976, año en el que empieza la historieta cinera, 16 años. ¡¡16 años y líder de la COPEL!! Sí. Él se lo contó a los periodistas, a los políticos y luego en el libro... Contó ufano sus fugas y cuando intentó la de Burgos dice que encontró siete cadáveres, como siete pecados capitales en una dependencia subterránea. El caso es que Juan Diego Redondo Puertas, "Dieguito el Malo" y un hermanastro del Vaquilla, Antonio Ugal Cuenca, el "Tonet", "el bandolero de la autopista" (un niño también de 17 años) dirigieron la fuga. Antes se hicieron dueños de la cárcel. La destrozaron. La recorrían a su libre albedrío. Por eso excavaron desde enfermería sin ser molestados por los funcionarios, ¡tan sanguinarios!, como los retrata el director de la película. Los tenían entretenidos atendiendo los "chinazos" y el interno que no se atrevía a darse el tajo con la cuchilla en el brazo se lo daban los de la COPEL, al grito de "brazos arriba".
La película, con el único interés de humillar a los funcionarios saca a éstos persiguiendo torpones una gallina que han lanzado desde la calle unos manifestantes pro-amnistía, requiriendo dinero para las pólizas de las reclamaciones, incluso llega el director a idiotizar a un "boqueras" que sólo en el patio entre un centenar de pobres criaturitas reparte amnistías e indultos descojonándose de toda la población reclusa. ¡Cuánto desconocimiento sobre lo que aconteció en las prisiones entre el 76 y el 80 y que fácilmente memorizan los que no vivieron días tan convulsos!
Una cosa debe quedar clara. Los presos "sociales", los comunes, tenían razón en sus protestas. Los políticos sacaron sus réditos a costa de las cárceles y por supuesto los abogados. "Qué buen traje se ha comprado usted", le dice el protagonista al abogado "altruista" que la primera vez lo visitó vestido de proletario.
¡Ah! Hay un señor que sin duda alguna merece el reconocimiento de presos, funcionarios y la sociedad española entera. Se llama CARLOS GARCÍA VALDÉS, fue el Director General de Instituciones Penitenciarias y aún vive. Sobrevivió a un atentado fallido (al GRAPO se le atascó el arma). Sucedió a Jesús Haddad, asesinado en marzo del 78 también por el GRAPO, rabadán de la COPEL. Dieguito el Malo tiene escrito que Don Carlos lo mandó a Herrera de la Mancha ilegalmente en 1980 cuando sólo tenía 20 años.