Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Al borde de la guerra civil, lo que impresiona, según Tocqueville, es el desarrollo del pensamiento y el acento de las palabras, más que su valor.
–“Guerra” es una lucha armada entre unidades políticas organizadas, y
“guerra civil” es una lucha armada en el seno de una unidad organizada.
Es la lógica schmittiana.
–The civil war is here –dice Daniel Greenfield,
periodista ajeno a los acordeones del establishment, natural de Israel y
vecino de Nueva York, para resumir el espectáculo político americano.
En
América, según Greenfield, la izquierda ya no tiene lealtad al sistema;
no acepta otras leyes que las suyas; no es leal a la Constitución, sino a
su catón, y rechaza la autoridad que no controla: la judicial, si le es
adversa; la legislativa, si es de mayoría republicana... Tras perder el
Congreso, se consolidó en la Casa Blanca (intentó, con Obama,
eliminar los controles al poder ejecutivo); tras perder la Casa Blanca,
se refugió en jueces federales y funcionarios no elegidos. Ahora desafía
un resultado electoral usando una coalición de burócratas,
corporaciones, funcionarios, celebridades y reporteros, construyendo
ciudades y estados “santuarios” para jugar a la secesión, aunque no
busca separarse, sino gobernar.
–Hay
dos gobiernos: el legal y un anti-gobierno, traidor, de la izquierda. Si
el conflicto progresa, se pedirá a todos los funcionarios lealtad a dos
gobiernos en competencia. Y eso es una guerra civil.
La izquierda espera que todos acepten su autoridad ideológica. La
derecha espera que se acepte la autoridad constitucional. El conflicto
es político y cultural: se lucha dentro del gobierno y en los medios de
comunicación, y si ninguna de las partes retrocede, el conflicto,
pillado entre dos órdenes contradictorias, irá más allá de las palabras.
–Es un conflicto primario entre un sistema totalitario y un sistema
democrático: la vieja traición de los años sesenta llega a la mayoría de
edad. Ha comenzado una guerra civil.
[Publicado el 30 de Marzo de 2017]