Ignacio Ruiz Quintano
Abc
La Champions más espectacular de su historia la ganó en París el Madrid, pero no fue el mejor, pues el mejor, según Messi, fue su PSG, que la perdió “por detalles”, con lo cual ya tenemos el balón otra vez en el campo que le gusta a Valdano, que es el propagandista de “la sopa Laclau”, liofilizada en el tuit-pendejo del madridista de beca y barbacoa Errejón: “La hegemonía se mueve en la tensión entre el núcleo irradiador y la seducción de los sectores aliados laterales”.
Valdano, en efecto, es el Cividanes del fútbol. ¿Que quién es Cividanes? Que lo cuente Cañabate: “Hace años, Ramón Pérez de Ayala se disponía, desde Barcelona, para un viaje a Salamanca. Sus amigos le dijeron: ‘Ten cuidado no te coja al llegar Cividanes, porque estás perdido; te leerá sus poemas; te acompañará por toda la ciudad sin dejarte respirar’. Pérez de Ayala tomó el tren; su vecino de compartimiento le preguntó, como iniciación de charla viajera: ‘¿Va usted muy lejos?’ ‘Sí, señor; voy a Salamanca.’ ‘¡Caramba, qué feliz casualidad! Yo soy de allí y allá voy: soy Cividanes, para servir a usted, señor Pérez de Ayala; su admirador devoto’.”
¿Y Pérez de Ayala? ¿Quién fue Pérez de Ayala? Escribía terceras aquí, fue “negro” de Azorín y de la mano de Ortega y Marañón trajo la República, que le nombró embajador en Londres, presentando, de calzón corto, como un Casemiro cualquiera, y con el protocolario uniforme, sus cartas credenciales a la Corte de San Jaime, para chacota, dice el Caballero Audaz, no ya en los ambientes plebeyos, donde entonces, igual que hoy, se creía incompatible el republicanismo con el decoro indumentario, sino en las mismas Cortes.
La cuestión del Mejor Equipo fue resuelta por un predecesor de Valdano, de nombre Aristóteles, a propósito del Mejor Régimen: “El régimen mejor –escribe en su ‘Política’– será forzosamente aquél cuya organización permita a cualquier ciudadano prosperar más y llevar una vida más feliz”. Es decir, en fútbol, el régimen del Real Madrid, algo que podrá entender incluso Messi, si se detiene a contar las Champions del Bernabéu, puesto que a él le parece la competición más difícil.
–La eliminación de la temporada pasada fue muy dura, porque habíamos hecho dos grandes partidos contra el Real Madrid y en pequeños detalles se nos fue la eliminatoria –le ha dicho Messi a Stoitchkov–. Es una competición muy difícil de ganar, porque no siempre la gana el mejor.
“Los mejores carecen de toda convicción, y los peores / están llenos de apasionada intensidad”, oh, Yeats (1919), versos contra la revolución rusa, pero que también pueden ser leídos, dice Scruton, “como una verdad universal”.
El PSG careció de toda convicción, y el Madrid estuvo lleno de apasionada intensidad. En cuanto a los “pequeños detalles”, eso sólo pueden ser los goles, y goles en el Bernabéu, esa atmósfera.
Messi nos ha metido, seguramente sin pretenderlo, en la teoría de los dos argumentos (“el argumento del detalle y el argumento de la atmósfera”) desarrollada por Chesteron con motivo del hallazgo en una taberna de un retrato de Shakespeare, que sirvió para reavivar la polémica sobre la autoría de las obras de Shakespeare. ¿Eran de Shakespeare o eran de Bacon? Esta controversia, dirá Chesterton, sólo tenía importancia porque resultaba ser el campo de batalla de dos métodos históricos, de dos tipos de criterio: el detalle y la atmósfera.
Para Chesterton, quienes mantenían que Bacon escribió las obras de Shakespeare eran los maníacos del método del detalle frente a la atmósfera.
–Los que estudian la controversia Bacon-Shakespeare conocen una enorme cantidad de detalles sobre la época que les preocupa. Pero todo es detalle, y el detalle en sí mismo equivale a la locura, que tiene una gran ventaja sobre la cordura: la cordura siempre es descuidada; la locura siempre es cuidadosa.
Chesterton discutió con un erudito baconiano que aseguraba que Shakespeare no pudo escribir sus obras porque era un aldeano y en ellas no había detalles de aldea, y esta incapacidad de un erudito para captar la atmósfera de una época, la época isabelina, lo dejó perplejo. A vueltas con los detalles de su eliminación en el Bernabéu, cuya atmósfera, la atmósfera florentina, se le escapa por completo, Messi parece haberse vuelto loco. Sí, porque el hombre cuerdo, lo suficientemente cuerdo para ver que Shakespeare escribió las obras de Shakespeare (igual que el Real Madrid ganó las eliminatorias de Champions) es quien está lo suficientemente cuerdo para que no le preocupe si las escribió Shakespeare o no (o si las ganó el Real Madrid por el detalle o por la atmósfera).
PÁJAROS Y ESCOPETAS
Con el levantamiento de la veda, los pájaros se vuelven contra las escopetas. “¿Quién es Raíllo?”, pregunta Neymar sobre las lecciones de urbanidad de Raíllo a Vinicius. Y Cassano dispara a Cristiano (único modo de que hablen de Cassano): “Si ya no puedes más, debes echar el cierre”. Y Paul Scholes explica la caída en la `producción de Cristiano: “Ten Hag quiere jugar un fútbol basado en la posesión, pero el United no es eso. Siempre se trató de transiciones rápidas y marcar goles, en lugar de un bonito producto. La afición se pone nerviosa cuando el portero intenta hacer un pase de diez metros, ésa no es la filosofía del United”. Pobre Casemiro.
[Lunes, 3 de Octubre]