Mujer con abanico
Uno de mis mejores amigos, Juan Quirós, administrador de la propiedad intelectual de las esculturas de Dalí y reputado experto en arte clásico y moderno, me reprocha con afecto mi crítica negativa al cubismo de Picasso y, sobre todo, mi falta de respeto a pinturas abstractas tan consagradas en los museos y libros de arte como las de Mondrian, Malevich, Albers, Newman, Rothko, Reinhardt, Klein o Fontana.
En cuanto a Picasso, me gustan los paisajes de Horta, algunos retratos, la mujer con abanico y la mujer con mandolina, pese a su angosto y pobre cubismo. En cuanto al abstracto geométrico o puro, no se trata de que no lo entienda, sino de que lo he entendido demasiado bien. Obra artesanal para ilustrar portadas de libros o folletos publicitarios. Su idea estética o su concepción del arte no superan la infinita estupidez del diálogo entre los metafísicos del espacio en un solo color, tributarios de la geometría en ángulo recto de Mondrian, del suprematismo de Malevich y del homenaje al cuadrado de Albers.
Antonio García-Trevijano