Pepe Luis Cirugeda
PEPE CAMPOS
Martes 11 de octubre de 2022. Las Ventas. Novillada sin picadores de la Gran Final «Camino hacia Las Ventas». Algo más de media entrada. Público rociado por la plaza. En años anteriores este certamen lo ganaron novilleros como Ángel Sánchez (2012), Francisco Manuel (2016), Isaac Fonseca (2018) o Álvaro Burdiel (2019). En la edición de este año lo ha ganado el novillero Pepe Luis Cirugeda.
Seis novillos de la ganadería de Lorenzo Rodríguez Espioja, procedencia Domecq y Lisardo. Los seis novillos fueron aparentemente mansos (sin picadores), nobles y de excelente juego para realizar el toreo contemporáneo. Todos fueron aplaudidos en el arrastre. Destacó por encima de los demás el cuarto novillo por toreable. El comportamiento de los novillos fue muy similar e «igual», francos y potables por los dos pitones.
Terna: Pepe Luis Cirugeda, de la escuela taurina de Navas del Rey, natural de Algeciras, 21 años, verde oliva y oro; vuelta al ruedo y oreja. Alejandro Chicharro, de la escuela taurina de Colmenar Viejo de Madrid, natural de Madrid, 18 años, aguamarina y oro; palmas y silencio. Joel Ramírez, de la escuela taurina de Madrid, natural de Madrid, 17 años, azul noche y oro; ovación y silencio.
Siempre se ha dicho que la tauromaquia es un reflejo de la sociedad en la que se vive. También, que lo que sucede en las lidias de toros es una representación de lo que podemos observar en la vida social. Ayer tarde en la plaza de Madrid vimos a tres novilleros muy «iguales», que parecían un calco en su manera de torear. Mínimas diferencias entre ellos. De esta manera, si es cierta la relación entre el toreo y la vida de cada época, podríamos llegar a la conclusión de que habitamos en un periodo histórico de personas idénticas o equivalentes, de gentes cortadas por el mismo patrón, de modos de pensamiento homogéneos, de sensibilidades afines. Ahondando en el asunto, si habláramos de cómo es ese sentir, según lo manifestaron ayer los toreros que actuaron en el ruedo venteño, tendríamos que llegar a la conclusión que es un sentir liso, raso y plano. De ese modo, aplicándole la lógica filosófica obtendríamos la conclusión de que estamos en tiempos de sentimientos uniformes.
Ya sabemos que la escuela a lo largo de la edad contemporánea ha ido domando a las personas que pasan por las aulas y que, si bien, la enseñanza que se recibe en ellas aporta conocimientos, quita o lima la personalidad de los individuos que se ven sometidos a sus instrucciones técnicas y adoctrinamientos psicológicos, con el fin de que el individuo pueda funcionar socialmente (en cada contexto) de una manera manejable y aceptable. Esto ocurre, tanto, si hablamos de la escuela como institución pública, como, si lo hacemos de escuela privada.
Si establecemos una correspondencia entre la función de esa escuela de la enseñanza general, en la que hoy toda persona aprende conocimientos y procedimientos, con la misión de las escuelas de tauromaquia podríamos llegar a la conclusión de que los alumnos (futuros matadores de toros), que en ellas reciben capacitación y adiestramiento, aprenden de un modo parejo las artes taurómacas y que ello conduce a que toreen de la misma guisa y entiendan «el fondo y la forma» de la tauromaquia con una conducta similar. En conclusión, no es disparatado pensar que nos entramos en una era de personas que piensan con literalidad (aunque tengan ideas distintas) y que se comportan con simetría (frente a situaciones, gustos y aficiones). Decía Cervantes en El amante liberal que «quien sabe sentir, sabe decir». Actualmente, la cosa se muestra desvaída y con sentires igualados nos encontramos ante decires asemejados. Aparte, algo que tendrá que ver, en todo esto, el papel de las escuelas taurinas y la mentalidad de sus profesores.
Pepe Luis Cirugeda, a su primer novillo lo recibió con verónicas con rodilla en tierra, seguido de chicuelinas y una media. También empleó la gaonera. Fue cogido. Disposición tuvo. Con la muleta toreó (como casi todos los novilleros a todos los novillos) en el platillo. Inició los pases rodilla en tierra por detrás, un cambio de mano, y al levantarse un natural. Dos tandas por la izquierda con temple. Muy despegado y toreando por fuera y hacia afuera (también fue una constante en la manera de torear de sus compañeros). Poco ajuste. Más adelante, en el trasteo, de nuevo fue cogido sin consecuencias. Mató en la suerte contraria de estocada delantera y dos descabellos. Al cuarto novillo, de igual modo, verónicas despegadas, y de frente por detrás. Inició la faena de rodillas en el platillo. Tandas largas con el mismo son, de pierna retrasada, por fuera y hacia afuera. Destacó una Capeína. Cerró con ayudados por bajo. Mató en la suerte contraria de estocada delantera caída.
Alejandro Chicharro, al segundo novillo lo recibió a porta gayola. En el capeo hizo el quite de La Cordobina. Con la muleta inició la faena en el platillo, rodilla en tierra, muleta en la espalda, cambio de mano y remate con la izquierda. Dio tandas por ambas manos. Por fuera. Más puesto técnicamente, pero le faltó expresión. Mató en la suerte contraria de estocada baja atravesada tras tres pinchazos. Al quinto novillo, repitió la porta gayola. Dio verónicas. Comenzó la faena por bajo rodilla flexionada. Muletazos más seguidos, más lucidos. Un novillero más hecho. Pierna retrasada. Terminó con ayudados por alto y naturales. Mató en la suerte contraria, de media caída tras cuatro pinchazos y un aviso.
Joel Ramírez, con el tercero, porta gayola. Verónicas, chicuelinas y tafalleras. Un inicio de muleta, en el platillo rodilla en tierra por la espalda. Tandas por ambos pitones. Algunas a pies juntos. Fue cogido sin consecuencias. Circulares. Temple, pierna retrasada, por fuera, despegado. Mató en la suerte contraria de bajonazo, tras dos pinchazos y un aviso. En el último novillo, a porta gayola. En el platillo. Ambas manos. Despegado, pierna retrasada, por fuera. Manoletinas. Mató en la suerte contraria de bajonazo.
ANDREW MOORE
Lo de Ramírez
FIN