Emilio Romero, por Juan Palacios
ABC AL PASO
El azúcar de Bergson
EMILIO ROMERO: “SI LE GUSTA ESCRIBIR, LO SUYO ES EL ABC, UN PERIÓDICO-INSTITUCIÓN”
Ignacio Ruiz Quintano
Abulense, como Juan de la Cruz, Teresa de Jesús, Santayana o Luis Calvo Andaluz (“¡ni Luis ni Calvo ni Andaluz!”), Emilio Romero, el Gallo de Arévalo, nombrado por Sánchez Bella (a sugerencia de López Rodó) director de la Escuela Oficial de Periodismo, es quien, en el 71, lleva el periodismo a la Universidad, con la ayuda de Ansón y la oposición del almirante Carrero, que teme “llevar más agitadores” a la Universidad. Carrero le recuerda a Romero un artículo pintando a Ansón de “caballo en cacharrería”, y Romero lo tranquiliza:
–Es verdad, pero ahora me he preocupado de quitar los cacharros.
En el invierno del 78, con la perspectiva de otro año en blanco (poner copas en Ibiza en verano para pagarte un invierno de Facultad en Madrid), y por ver si lo del periodismo tiene salida, escribe uno a los periódicos donde quisiera escribir, y responden todos, incluido Emilio Romero (el gallo del periodismo, al que le roncan los cojones, atendiendo un SOS de estudiante sin más recomendación que un hambre calagurritana, ¡los 70!). Dirige el “Informaciones” de la calle de San Roque (mi primera Redacción, de visita) y me invita a filete con patatas con servicio en su casa, no sé si por Hurtado de Mendoza (mi primer almuerzo periodístico). A esa edad impresiona el “usteo” (nada de tuteo falangista, que se impondrá luego, con el felipismo): me cuenta que este “Informaciones” es un embarque sin rumbo, y se trata de elegir un destino que encaje con lo mío.
–¿Así que tiene usted una carta del ABC?
–Sí, señor.
–Pues, si le gusta escribir, lo suyo (lo mío) es el ABC. Un periódico-institución. La República no pudo con él. Caerá con la Iglesia y el Ejército.