Louis Aragon
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Sánchez despidió a Casado con una majadería, “patriotismo democrático”, pegada a la espalda como un muñeco de inocentada.
Peces-Barba importó el “patriotismo constitucional” de Habermas, que lo inventó para lema socialdemócrata de un país que no tiene ni Constitución, y Bolaños pone a Sánchez a hablar de “patriotismo democrático” en un país que sabe de democracia por lo que pueda leer en los libros. Dado que el “patriotismo constitucional” supone un “éxtasis jurídico”, el “patriotismo democrático” supondría un “éxtasis estadístico”, pues democracia, o fuerza del demos, sólo es una forma de gobierno, en España sustituida por un fetiche. Si la mujer, según Freud, aprendió a tejer al cruzar los pelos del pubis para hacer con ellos un pene fetiche, Bolaños ha aprendido a enredar al cruzar las neuronas de Sánchez para hacer con ellas una locución fetiche.
El “patriotismo democrático” de Sánchez es el “por consiguiente” de Gonzalón, contagiado de su amigo Javier Pradera, que tradujo el Touchard y en cada página metía media docena. Mucha fe en la resurrección hay que tener para morir por un “patriotismo democrático”, que significa lo mismo que el “feminismo catastral” o el “surrealismo ponsiano”, de Pons, que vuelve a España para embridar a la Derecha Intensa, como la llama Feijóo.
–Descansaba con la conciencia tranquila de quien posee la fuerza de la resurrección en el centro mismo de su coño –escribió en una novela de sicalipsis avalada por Casado y Rajoy.
En España, “democracia” fue siempre una palabra que hay que rellenar. En su último día, Casado la rellenó de viento, y Sánchez, de un “surrealismo democrático” que ni siquiera se le ocurrió a Aragon, el surrealista que hasta los diecinueve años, antes de partir al frente en la guerra del 14, “vivió engañado creyendo que su madre era su hermana, su abuela su madre adoptiva y su padre su padrino”, más o menos igual que los patriotas españoles, si los hubiere.
Pero ¿es que no hay más que esto en el país?
[Viernes, 25 de Febrero]