Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Con la pandemia y la guerra desbocadas hacia el Apocalipsis (el Gran Reseteo del Foro de Davos) los telediarios suenan a “speech” de Antonio Ozores explicando cómo funciona un sostén de señora.
Mientras las filas liberalias, esa raza de leones, se llenan de “muñozgrandes” de salón que se reconocen con la contraseña de Serrano Súñer (“¡Rusia es culpable!”), Sánchez, nuestro Mr. Chance, resuelve el envío a Ucrania de armas defensivas (las mascarillas sobrantes de la pandemia), pero retiene las ofensivas (el entrañable cetme o “chopo” español con el que uno hacía guardia en la Brunete), dicen que obligado por los comunistas. Cualquiera sabe. En Israel, Naftali Bennett ha hecho lo mismo y nadie ha visto de compras por los Santos Lugares a Yolanda Díaz (“ser comunista es muy difícil”), la de la quevedesca nariz, tan fiera “que en la cara de Anás fuera delito”.
–Cuando invades una nación soberana, eso es un crimen de guerra –admite Condoleezza Rice en la Fox, que ha tenido el detalle de no subrayarlo con risas enlatadas.
Sánchez no es un ropa suelta (ropa suelta le decían al desaliñado Julio César, al que sólo Sila vio venir), pero su escenario no está en la guerra, sino en la paz, es decir, en la Cumbre de la Otan en Madrid, que Bolaños quiere inaugurar con el himno “Cuervo ingenuo”, de Krahe, y el general Reyes, el aviador que hizo el porte civil de Franco desde Cuelgamuros a Mingorrubio, en posición de firmes.
De la Cumbre de la Otan emergerá Sánchez como la nueva figura europea, mitad Carlos Martel, vencedor de la Gran Invasión gracias al invento “tecnológico” del estribo, que permitía emplear la lanza, y mitad Carlomagno, el fundador de Europa, hoy una especie de Cielo de Pachá con Bauza de Martín, mítico puertas en los 80, y Garicano de Marilé Zaera, la relaciones públicas, los dos personajes encargados de instruir a Zelenski en el proviso de Locke. Y del bracete institucional de Sánchez Carlomagno, Feijóo Gelmírez. El Trono y el Altar. La Gran Coalición.
[Miércoles, 2 de Febrero]