El Deseado
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
¿Cómo es que el pueblo que se amotinó por un recorte de capa acepta disfrutón el bozal, sin otra motivación científica que la doma social?
–Cuius regio, eius religio.
El pueblo español es sumiso, aunque escarbador y con arreones de manso. Pero el último arreón lo pegó el 2 de mayo de 1808. La chusma, que fue la que se levantó, acabaría haciendo suya la “religio” de sus príncipes y elites, personificada en la familia de Carlos IV.
–El príncipe Fernando me llama su primo al escribirme. Trate de hacer comprender al duque de San Carlos que eso es ridículo y que debe llamarme simplemente Señor –dijo Napoleón a su ministro Talleyrand, harto de Fernando.
A diferencia de la Corte portuguesa, que se trasladó a América para eludir a Napoleón, la familia de Carlos IV (más Godoy) prefirió el confinamiento en Europa a la libertad en América, con consecuencias catastróficas (disolución del Imperio y balcanización de Hispanoamérica).
–Mi mayor deseo es ser hijo adoptivo de S. M. el emperador nuestro soberano. Yo me creo merecedor de esta adopción que verdaderamente haría la felicidad de mi vida, tanto por mi amor y afecto a la sagrada persona de S. M. como por mi sumisión y entera obediencia a sus intenciones y deseos –solicita Fernando a Napoleón en lo que constituye el manifiesto del proverbial servilismo español.
Mientras la chusma se batía el cobre contra el invasor en los campos de España, Fernando recibía en Bayona clases de baile, monta y pesca. En el castillo de Valençay, sede de su confinamiento, dio “una fiesta con banquete, brindis, concierto, luces y Te Deum” para celebrar la boda del emperador con María Luisa de Austria.
–No podemos ver a la cabeza de España un monarca más digno –escribió a Napoleón cuando la coronación de Pepe Botella.
Una vez en España, fusiló a los mejores de la guerra nacional contra Francia. La chusma aprendió la lección de la servidumbre disfrutona y España, cuyo aparato digestivo es hoy el Psoe, no volvió a levantar cabeza.
[Martes, 28 de Diciembre]