Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El jueves, 4 de enero de 1849, Donoso subió a la tribuna del Congreso y pronunció el discurso más extraordinario, según Schmitt, de la literatura mundial para anunciar la muerte de la libertad.
–Aquí se ha citado, y en mala hora, la Constitución inglesa, la única en el mundo (tan sabios son los ingleses) en que la dictadura no es de derecho excepcional, sino de derecho común. Y la cosa es clara: el Parlamento tiene, cuando quiere, el poder dictatorial; sin más límite que el de la prudencia.
Lo que Donoso supo ver era que en Inglaterra la dictadura se establecía mediante la suspensión sin más del principio constitucional “England abhorr coalitions” (ahora en decadencia, subraya Negro) al aliarse el gobierno y la oposición. Huyendo, precisamente, de esta dictadura, los independentistas norteamericanos, que no aceptaban el absolutismo del rey, pero tampoco el absolutismo del Parlamento, se desprendieron del chau-chau metafísico de la soberanía (tan del gusto francés) e inventaron la “democracia representativa”.
Lo curioso es que, metido a Capitán Tan, el jefe oficial de la derecha chiripitifláutica, Pablo Casado, en sus viajes por todo lo largo y ancho de este mundo, ha ligado su tercer as totalitario para consolidar su mano de poder en el Estado de Partidos: la dictadura a la inglesa del gobierno de coalición.
Primero se trajo de Italia la ley Acerbo de Mussolini por la cual el partido ganador recibiría cincuenta “diputados de Estado” para “garantizar la estabilidad”. Luego, con su inicua ley de pandemias, se trajo de Weimar la “Gesetz zur Behebung der Not von Volk und Reich” de 1933, que suena a villancico (“O Tannenbaum”), pero que es una ley Habilitante para pasarse la Constitución por el asiento del führer. Y ahora, de Inglaterra, se trae la dictadura parlamentaria (sólo que en el Parlamento inglés, a diferencia del español, sí existe el principio representativo). Y de fondo, Revilla en los platós con su aria demencial de grajo del fascismo de la vulgaridad.
[Sábado, 11 de Diciembre]