Francisco Javier Gómez Izquierdo
-"¡Hombre, la Copa no la pueden ganar ni el Linares ni el Mancha Real!" ha sentenciado esta mañana un jienense conocido mío que viene a ser, no sé si de Torredonjimeno o Torre del Campo, mientras miraba con ojos expertos el aceite turbio que pone Antonio para las tostadas.
Ése es el misterioso encanto de la Copa: disfrutar de un torneo que sabes que no vas a ganar. Bueno, si nos ponemos exquisitos, disfrutar, disfrutar sólo lo hacemos los de los pueblos a los que el sorteo lleva equipos de Primera División y empujamos para que nuestros pobres lagartos, tiramos de símbolos jienenses, se hagan cocodrilos a los ojos y los pies de los forasteros de la capital que vienen "de sobraos". Para los grandes clubes las primeras eliminatorias de Copa son una papeleta, tienen obligación de ganar y corren el riesgo horrible de perder con deshonor. Caer ante un Tercera División siempre es afrentoso y suele traer incomodidades entre los jugadores titulares y los poco habituales, así como con la parroquia propia a la que se le hace incomprensible caer ante el Atlético Baleares por cinco a cero ¡madre mía! como cayó anoche el Getafe o no ganar al Linares de Razak como le pasó al Alavés el martes y que espera eufórico al Barça de Xavi o también anoche al Granada ante el Mancha Real de Lopito que se las va a ver con el Athletic en dieciseisavos.
La Copa para los equipos pobres es una lotería en la que tan sólo se aspira a la pedrea pero con mucho entusiasmo y... a salir "por la tele". La cadena Cuatro ha escogido al Sevilla como estrella principal para su serie "Fútbol pobre versus Fútbo rico" y le ha salido redonda la elección. La audiencia se inclina porque el débil pueda con el fuerte y los hombres de Lopetegui las han pasado canutas para superar los dos primeros episodios. Lo hizo en la prórroga contra mi Córdoba y en los penaltis contra el Andratx, donde otro Vinicius con el pelo pintado de amarillo volvía loca a la defensa palangana.
¡Vinicius! Hasta la aparición de Vinicius Junior en el Real Madrid, servidor tenía el nombre asociado al Marco Vinicio de Ben Hur al que lo leído de quinceañero le convertían en histórico por hacerle hijo del Marco Vinicio cónsul al que mandó asesinar Mesalina. Por lo que parece, en este siglo en Brasil abundan los Vinicius más que los Rafaeles en Córdoba y en esta Copa hemos conocido dos delanteros brasileños y Vinicius de nombre, que desde la isla de Mallorca aspiran al éxito de su paisano de la capital: el de la citada Andratx y otro en el Atco. Baleares de Palma, al que además de por Vinicius se le conoce por Tanque. Está dispuesto a destrozar cualquier cacharrería. Tal que la del Celta de Iago Aspas.
El Mirandés, equipo al que tantas alegrías ha dado la Copa se reencuentra en dieciseisavos con el Rayo e Iraola, el entrandor que adquirió prestigio y fama en Miranda. Para esto también está la Copa. Para abrazar a los viejos amigos en los lugares a los que más cariño se tiene. Lo malo es que las autoridades están por prohibir los abrazos en público con multas "disuasorias", por prescripción de "los expertos".