La Ciencia
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
España son hordas (¡el rebaño de la inmunidad!) acampadas en terrazas con estufa de butano (¡la hoguera campamental!) que cantan “La ciencia lo dice” mientras rascan con una cuchara una botella de anís del mono, en cuya mítica etiqueta dice, en efecto, que la ciencia lo dice. ¿Y qué dice la ciencia? Pues de cada uno según su capacidad y a cada uno según su necesidad.
–El nacionalsocialismo es una concepción razonada de la realidad que se basa en el máximo conocimiento científico –decía el cabo austriaco.
Pero los nihilistas de Dostoyevski ya habían avisado en “Los demonios” que nunca ha podido la razón distinguir el bien del mal y que la ciencia, o peor, la semiciencia, sólo ha dado soluciones basadas en la fuerza bruta.
–La semiciencia, azote desconocido hasta hoy, es peor que la peste, el hambre y la guerra. Es un déspota ante quien todos hincan la frente con amor y temor supersticioso, y ante quien tiembla y se rinde la ciencia misma.
Ciencia son las vacunas de la UE de la baronesa de las telas (que declara secretos los contratos con las farmacéuticas) y ciencia era el tubito con polvos de Powell en la Onu para borrar a Iraq del mapa (polvos pica-pica, porque picamos todos), un tubito como el que llevaba un taurino de Pucela con la caspa que se espolvoreaba en las hombreras para hacer creer que su peluquín era pelo natural, aunque luego no mataba a nadie, ni siquiera al toro. Y ciencia, aquí, eran, hasta que las han quitado, las oposiciones: Bolaños pasa por Roy Cohn sólo porque sacó unas, y el Boe saca de baranda de Bellas Artes a uno que aprobó la oposición de Conservador de Museos en el 18. Un consejo de ministros de Sánchez debe de ser como el festín de Trimalción. Escribe Petronio: “Agamenón empezó: ‘Estaban reñidos un pobre y un rico…’ ‘¿Qué es un pobre?’, replica Trimalción. ‘¡Finísimo!’, dice Agamenón…”
–Nuevo plato: un jabalí con gorro de liberto.
[Sábado, 27 de Noviembre]