Ignacio Ruiz Quintano
Abc
La derecha se lanza a la guerra cultural, y su jefe, Casado, apela a la ley de hierro de la oligarquía (según la cual en un partido siempre mandan los mismos, y nunca los más listos) para dejar sin cena de Navidad a Ayuso por un tatuaje, en el brazo, de Depeche Mode (¡aquel marzo del 82 en el Rock-Ola, donde Lorenzo, el puertas, jamás hubiera dejado entrar a Casado!) y sobre todo por un artículo con negritas de Reagan y Tatcher “en el prestigioso Washington Post”, como llaman los becarios al blog de Bezos, tan lejos de los glamurosos días de la Dama del Post, Katharine Graham, plantando cara a la bragueta de Lyndon B. Johnson.
El WP es la veleta de Alfanhuí. Con Obama: “Usa ofrece compartir información de Siria sobre terroristas con Rusia”. Con Trump: “Trump reveló información clasificada al embajador ruso”. Sobre la economía con Trump: “Recuerde: en la Alemania nazi, el mercado de valores subió y subió y siguió subiendo, hasta Stalingrado”. El WP montó el “caso” de los escolares católicos de Kentucky “burlándose” de un indio en el Lincoln Memorial, del que sólo se retractó un mes y una demanda de 250 millones de dólares después.
El articulista, un profesional de los tanques de pensamiento, glosa “la devoción por la libertad de Ayuso, que le viene de Reagan”, propiciando la confusión entre la libertad política colectiva del país de Reagan (la esencial: nombrar, controlar y deponer a los gobiernos, desconocida en España) y las libertades públicas individuales del país de Ayuso.
–La gente sólo quiere trabajar.
Es la desolación descrita por Bernhard. El hombre no ama la libertad, no sabe qué hacer con ella. Y nada es más ridículo que el deporte. El sábado se prepara la tormenta, el domingo descarga, el lunes vuelve la calma. El fin de semana es el homicidio del individuo y la muerte de la familia. El hombre sólo convive durante toda su vida con su trabajo. Cuando se le quita el trabajo y la ocupación, se extingue y, en poco tiempo, muere.
La libertad es otra cosa.
[Jueves, 16 de Diciembre]