FÉLIX RODRÍGUEZ DE LA FUENTE
1928-1980
Félix Rodríguez de la Fuente, el amigo de los lobos, murió en accidente
aéreo cuando seguía en Alaska la carrera de las mil millas para trineos
tirados por perros. “Unos esquimales nos ayudaron y en sus trineos
llevamos los cuerpos hasta un viejo poblado”, declararon los
supervivientes. Antes de partir, había dicho: “Para mí, la vida es una
continua búsqueda de la esencialidad del hombre a través de su hábitat,
en comunión con la Naturaleza.” Rubén nos había hablado del hermano
lobo; Rodríguez de la Fuente lo incorporó al hogar familiar. “Si el ser
humano estuviese provisto de rabo –decía– podríamos conocernos mejor y
saber la disposición anímica de nuestros semejantes, según su posición:
si lacio, tranquilidad; si erecto, agresividad.” Cuando su viuda supo de
su muerte, exclamó: “¡Por Dios, no me den el pésame; para mí sigue
siendo inmortal.”
IGNACIO RUIZ QUINTANO
(Del libro Serán ceniza, mas tendrá sentido / Ediciones Luca de Tena, 2006)