Junqueras
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El sanchismo siempre podrá decir que, si Mariano hubiera sido Maura, Perico no habría tenido que indultar a Junqueras, con lo que come.
Calígula hizo senador a Incitatus y Maura, en efecto, hizo ministro a Cambó, líder en Barcelona de una Asamblea de Parlamentarios alternativa al Parlamento de “Madrit”. El gobernador de la ciudad, Matos, fue a disolverla y le contestaron que, “como representantes de la Patria”, sólo por la fuerza obedecerían. Y Matos apeló a la fuerza… “simbólicamente”. Con el bastón borlado, signo de su autoridad, en su mano derecha, fue colocando su mano izquierda en el hombro de todos los parlamentarios, que se retiraron de uno en uno y al primer toque.
Continuaron la bufonada en el Ateneo madrileño. En mitad de la tenida, presidida por Cambó, un emisario real le requirió para que fuera al Palacio Real, y Cambó fue de la presidencia de la Asamblea rebelde a Palacio, de donde salió convertido por Maura en ministro de su “gobierno nacional”. ¿Y qué?
–Rebeldía y traición abajo y arriba, y lo que era peor, debilidad, contemporización cobarde –escribió el Caballero Audaz.
“Concordia”, que en política sólo significa corrupción, socialmente no pasa de ser un estimulante del apetito (¡justo ahora que el periódico de las elites invita a los pobres a tirar la mesa de comedor a un contenedor!), como se vio en Francia con la Apoteosis de la Concordia a la muerte de Robespierre, cuando los hijos de los guillotinados se abrazaron a los verdugos y fueron de cena. Huérfanos de amos por la guillotina y la emigración, los jefes de cocina se instalaron por su cuenta con cartas de cien platos. Beauvilliers inventa la librea de los camareros, y mi favorito, por lo que de descripción de Régimen tiene, es “El Ternero Que Mama”, en la plaza del Chatelet, con patas de cordero (sostenible) y anguilas.
Aquí ver a Junqueras es leer a Larra (“en España el estómago es el encargado de cumplir en las grandes solemnidades”). ¿Qué nos impide hacer ministro a Junqueras?
[Viernes, 25 de Junio]