Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Oigo a una ministra, no sé cuál (en España, todo el que quiere puede ser ministro), presentarse a los españoles:
–Soy socialista, soy ecologista y soy catalana. Éstas son mis credenciales.
¿Podría presentarse así a sus pacientes, para tranquilizarlos, un cirujano cardiovascular en la mesa de operaciones? Después de todo ¿qué es ser socialista en el partido que debe todas sus lorzas a Primo de Rivera con Largo Caballero y a Carrero Blanco con “Isidoro”? ¿Creerse izquierdista? En España, hoy, para acreditar izquierdismo es suficiente con reírles a los que mandan sus chistes sobre Irene Villa u Ortega Lara.
En cuanto a la conciencia ecológica, no es más que un sombrero salido de la crisis del petróleo del 73 que muchos trabajadores de Lo Público llevan puesto en forma de tiesto que riegan de lunes a viernes en sus mesas de matar el rato: son el “hombre solo” de Mingote con una soga en una mano, y en la otra, la regadera de estar regando el arbolito del que colgarse un día.
Claro que la ministra es catalana. El otro día traíamos a colación del chiringuito (palabra cubana) que le han puesto a Toni Cantó en Madrid lo que Cabrera Infante recordaba de sus siestas en La Habana:
–En Cuba, los hijos o nietos de esclavos padecían raras aspiraciones peninsulares y solían exclamar a la hora de la siesta: “¡Ah, quién fuera blanco aunque fuera catalán!”
Luego está la salida, contada por Ullán, que tuvo la madre del pintor mexicano Juan Soriano cuando éste le presentaba a una amiga (“se llama Paloma y es catalana”), hija de exiliados:
–¡Qué lástima! Tan joven, y ya catalana...
Era la de Juan madre casada con un hombre que, agonizante, se mandó hacer seis trajes nuevos, “para ver otro amanecer”. Maltratador: “Todos los domingos mi papá le daba una golpiza a mi madre... Cuando lo enterramos, nos equivocamos de muerto. Y a Octavio Paz y a mí, responsables de esa confusión, nos dio entonces un verdadero ataque de risa y de llanto”.
Como a nosotros con los ministros y ministras.
[Miércoles, 14 de Julio]