(Foto: Jesús J. Matías)
Anda hecho polvo el dibujante Juanito Mediavilla, padre de Makoki, Juan Jaravaca o El Niñato, personajes de cómic alumbrados en aquella Barcelona fascinante de los años 70, cuando las Ramblas, el Raval o la Boquería eran de verdad y lo mismo alternaba con Vázquez Montalbán que con Javier Mariscal y compañía. Anda triste e indignado porque por una carambola de lo más tonta e inocente, por ingenuidad y cierta desidia, puede quedarse «en la puta calle» la semana que viene: una orden de desahucio pesa sobre él y su pareja, Isabel, inquilinos ambos de un bajo en el 67 de la calle Calzadas. No sólo es la casa familiar de Juanito Mediavilla -desde mediados de los años 50, cuando él tenía apenas cuatro años- sino también, y no menos importante, el lugar en el que se ubica el estudio en el que sigue dando rienda suelta a su talento artístico desde que volviera a instalarse con sus láminas, sus lápices, sus rotuladores y sus pinturas en su Burgos natal.
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