lunes, 17 de mayo de 2021

El arte de despedirse

 

Grande en la plaza y grande en la calle

 

Ignacio Ruiz Quintano

Abc


    De Londres sacó Hughes la impresión de que en Stamford Bridge “este Madrid” se despidió por segunda vez.


    –Y es como si nos despidiéramos dos veces de un equipo. Como si el Madrid dilatara el momento de afrontar el nuevo fútbol.


    Una vez preguntaron a Curro Romero, Curro, por qué él, en los lances de recibo, siempre se despedía con una media y nada más (cuando en el toreo moderno lo normal es pegar seis medias, señal de que no se ha pegado ninguna), y contestó que, si uno no se despide varias veces de las personas que encuentra por las calles, por qué había de ser diferente con los toros que encuentra por las plazas. Media, y ya está. ¡Pero qué media!


    ¿Está “este Madrid” pegando medias verónicas sin ton ni son para despedirse de una época que fue suya e incorporarse al “nuevo fútbol”?


    Saber despedirse es imprescindible para pasar a la Historia por la puerta grande. Ahí está la despedida de Washington, en septiembre del 96, con un Discurso obra de Hamilton:


    –El espíritu de partido… excita la animosidad de unos contra otros y abre el camino a la corrupción y al influjo extranjero, que hallan fácilmente su entrada hasta el mismo gobierno por los canales de las pasiones de los facciosos.


    Que eso es acertar.


    El Madrid hubiera acertado despidiéndose con la Champions, mas no pudo ser, pues la baraka (y Courtois) sólo dio para evitar un marcador escandaloso. Zidane desafió tácticamente a Tuchel, aunque Zidane, él mismo lo dice, no tiene estrategia, “pero tengo otra cosa”. Como estratego deshizo la defensa para incrustar a Ramos y deshizo el ataque para incrustar a Hazard, y el resultado fue catastrófico, porque Ramos vive instalado en su partido de homenaje (¡un año despidiéndose!) y porque Hazard vino a Madrid como los ingleses a Marbella, a disfrutar del sol, que es la vida, y nunca se ha ocultado, actitud que desactiva la campaña demagógica desatada contra él porque, eliminado de la Champions, reía francamente con sus ex compañeros del Chelsea.


    A Hazard y a Isco tíldalos el pipero de rellenos de crema, y todavía nadie ha tenido en cuenta el factor político: si Ayuso hubiera chapado del todo la hostelería, Isco y Hazard no estarían tan tudescos para ejercer su profesión, que, por otro lado, tampoco debe de ser hoy muy exigente, teniendo en cuenta lo avanzado de la edad de tantísimos futbolistas de elite. Hazard en Londres no se fue el miércoles de nadie, pero, si lo ponen, ¿qué va a hacer? ¿Declararse en rebeldía? Entre ir de duque (“duke”) o ir de pato (“duck”), Hazard vio el Retiro y decidió ser pato y jugar, más o menos, los mismos partidos que el capitán.
    

–La oca está arrepentida de ser pato, / el gorrión de ser profesor de lengua china, / el gallo de ser hombre, / yo de tener talento y admirar lo desgraciada / que suele ser en el invierno la suela de un zapato.


    Despedidos de la Champions, ¿nos despediremos igualmente de esta Liga de la que tantas veces llevamos despedidos? Barcelona y Atlético formalizaron el sábado su despedida liguera. El sosiego de Koeman (la abuela a la solana, que dice Hughes), que juega al fútbol como el que va a Correos a mandar unos libros, y el aspaviento de Simeone, que de ninguna manera quiere jugar al fútbol, razón por la cual es el entrenador mejor pagado del mundo. A ninguno de los dos se le ve con la vista puesta en la Liga de Mourinho (cien puntos y ciento veintiún goles). Koeman y Simeone podrían seguir jugando hoy, lunes, y el resultado sería el mismo, 0-0, que es su manera de hacerle pasillo a “este Madrid” de las despedidas.
    

Al cabo, al fin, por último, la lógica, / los linderos del fuego, / la despedida recordando aquel adiós.


    De la despedida con o sin Liga depende el adiós o el sindiós de Zidane, y en esta tesitura, el adiós/sindiós de Ramos y de Hazard, a quien los demagogos, en su injusticia/sinjusticia, comparan ahora… ¡con Bale! En cualquier caso, algún cable pelado debe de haber en ese vestuario que justifique los acaboses de los James, los Ceballos, los Bale y los Hazard, que no todo va a ser culpa de los mantecados de Astorga que venda algún buhonero por Valdebebas, el campo que se le hace de pobre a Klopp y al que Courtois acude a pegarse barrigazos en Rolls Royce.



SPQR


    Mourinho a la Roma. Desde que Audrey Hepburn apareció en los 50 por allí para rodar con William Wyler “Vacaciones en Roma” (con el cameo inolvidable de “Cortés-Cabanillas, ABC de Madrid”), no se había visto tanta expectación. El portugués fue despedido por el Tottenham Hotspur (¡el equipo de sir Alfred J. Ayer, líder del positivismo lógico!”), con la única nota amable de Harry Kane (jugador, por un montón de cosas, muy del Madrid, como Llorente o como Parejo): “Gracias por todo Boss. Un placer haber trabajado juntos. Te deseo todo lo mejor para tu próximo capítulo.” Y ahora desembarca en Roma para levantar un equipo que podría tener que competir con una Juventus… de Zidane, si los chismes tienen fundamento y el francés se va con la música del desierto a Turín.

 
[Lunes, 10 de Mayo]