¡Qué tío más grande!
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Dice mi compadre Paco Contreras que no me atreva a pronosticar que la liga la gana el Atleti porque entonces seguro que no la gana. La final R. Madrid-PSG que un servidor veía en Estambul la ha desbaratado la armada británica que como en pasados siglos ha arremetido en las semifinales con mucha mayor fortaleza, pertrechos y sobre todo estrategia.
Un gran equipo de fútbol no lo es por tener formidables jugadores. La excelencia del conjunto llega cuando esos jugadores admiten y se someten a una autoridad ante la que por lo general intuyen les va a ser provechosa. Disciplinar el esfuerzo y la resistencia física además de barajar y colocar -"posicionar" se dice en la parla balompédica- con inteligencia a los once hombres en el terreno de juego es imprescindible con el apretado calendario del fútbol de este siglo.
Guardiola, al que los años le han vuelto más cauto y más estudioso de los sistemas defensivos, ha sacrificado sus alegrías tiquitaquescas que tanto hipnotizaban en aras de una mayor firmeza defensiva y millones mediante ha encontrado en Stones y Rubén Días sobre todo, dos colosos que ni el de Rodas. Contra ellos ha topado el PSG de Neymar que en el encuentro de vuelta, evidenciando esa mala costumbre que tiene el brasileño de desquiciarse cuando su equipo va perdiendo, más pareció cosa suya que orden de Pochettino su bajar a recibir para el que sus pulmones no están preparados y que tanto alteró la zona defensiva de Diallo y Kimpembe. Guardiola no necesita ya delanteros puros. Se vale de mediapuntas que asfixian para que los mediocentros roben y la transición sea lo más eléctrica posible. Foden, Mahrez, De Bruyne... no son tan virgueros como Neymar, Di María y Mbbappé, cuya ausencia restó de atractivo la vuelta de la semifinal, pero son demoledores y tienen la Champions entre ceja y ceja.
Tuchel, incomprendido por la plantilla del PSG y al parecer sobre todo por Mbbappé, ha modelado un conjunto granítico en Londres donde prima el orden defensivo y la solidaridad en la presión adelantada. Arriba no tiene lo que tenía en París, y quizás Werner, Havertz y Mount no decidan a la primera como los grandes, pero el Chelsea crea muchas ocasiones y las intervenciones de Pulisic, cuya no titularidad sorprendió ayer, son tan letales como pueden ser las de Benzemá en un Real Madrid que anoche llegó necesitado de oxígeno como paciente de COVID y se plantó en Stamford Bridge con mucha vulnerabilidad en los costados. Con un mediocentro como Kanté, que anoche parecía reunir en su menudo cuerpo la fuerza y contundencia de cuatro Casemiros, la intimidación de Rudiger y Christiansen y "alguna caerá" de los hombres de arriba, el Chelsea tiene el 50% de posibilidades de ser campeón de Europa de nuevo. ¡Ojalá sea así!