Ignacio Ruiz Quintano
Abc
Segovianos, segovianos, somos gente comunera. Covidianos, covidianos, somos mosca cojonera: Disney humanizó a los animales y nosotros ya estamos animalizando a los hombres (¡“inmunidad de rebaño”!). En el parque, los perros, que andan sueltos, se llaman Evelio o Pedro, mientras sus amos se hacen llamar Chino o Tron, llevan correa y van con bozal, y, dentro de nada, irán con crotales, como los chotos, más cartilla de vacunación (otra fascistada de las llamadas “democracias liberales”, concepto que da por sentada la existencia de “democracias socialistas”), y los más engallados, fundas en los cuernos para preservarse astifinos para la lucha final. Son los ejercicios de doma social que nos ha traído “la Coviz”.
En España, el mismo gobierno que legisló (sí, en España siempre legisla el gobierno) que los hombres constituyen un colectivo delincuente, legislará en mayo que los perros carecen de raza, de modo que la peligrosidad de cada cánido sólo podrá establecerse de uno en uno y por un experto que analice su comportamiento, a fin de “evitar prejuicios injustos”.
–Los animales más obtusos y los idealistas más crédulos persisten en su irreflexivo intento y mueren mártires de su primera fe –observa Santayana, que tampoco parece lectura de un gobierno que cree que se puede pasar de buey a toro como se pasa de toro a buey.
Se fue Hans Küng, el sastre suizo que quería rehumanizar a Dios poniéndole unos vaqueros de pitillo y rejuvenecerlo (una especie de Camilo Sesto en “Jesucristo Superstar”), pero que nada nos dijo de esta animalización humana. Albornoz trae a colación al arabista Massignon, que subraya la inanimación de la metáfora en la poesía islámica:
–El hombre es comparado a los animales, el animal es comparado a una flor, la flor a una piedra: un tulipán es un rubí.
Añade Albornoz cómo, según un antiquísimo ‘hadiz’, se ordenó a un pintor persa que al reproducir animales los decapitara para que no parecieran vivos y que intentara que se asemejaran a flores.
[Viernes, 9 de Abril]