Hugo Preuss
Ignacio Ruiz Quintano
Abc
El Derecho como facultad de las cosas inútiles (¡el más ingenioso invento estalinista!), eso es España.
–Es que ya se saben el truco y no te abren la puerta –explica un policía enviado a disolver una fiesta en un piso.
En el asunto de la inviolabilidad del domicilio hemos pasado de “la patada de Corcuera” al “truco de Marlaska”, el jurisperito que se tuneó los apellidos para echárselas de cosmopolita en la capital. ¿Qué asignatura de Derecho dan en la Academia de Policía?
–La justicia es un silbato para perros.
En la vida romana, nos cuenta Rudolf von Ihering, el hogar es sagrado, y hasta las cosas cobran un significado moral: es donde alienta más despierto el sentimiento de la personalidad jurídica. El hogar lo habitan hombres y dioses. El dueño es su sacerdote: arrancarle de su hogar violentamente es una violación del derecho y una ofensa a los dioses, pero el “vivaz espíritu jurídico” del españolejo contemporáneo (lo que Albornoz atribuía a nuestra herencia romana) sale del brete por arte de birlibirloque. Para eso están los profesores.
–En teoría una Comunidad Autónoma no podría legislar sobre la vacunación obligatoria, pero en la práctica sí podría hacerlo –dice el constitucionalista Blanco Valdés, un Hugo Preuss de Feijóo.
Preuss pasa por “padre” de Weimar y Blanco podría pasar por “padre” de Breogán, la taifa de Feijóo, cuya política covidiana (pruebas rectales, vacunas obligatorias) parece hija adulterina del decisionismo de Franco (¡aquel decreto del 44!) y la teoría queer (¡la pura posmodernidad!) de Pamela Butler. ¿No veía Foxá en la Falange una hija adulterina de Marx e Isabel la Católica?
–Wilson o Lenin. Es necesario elegir –fue la disyuntiva de Preuss.
La nuestra es entre truco y trato, y hemos resuelto quedarnos con los dos. Con la teoría de la Constitución y con la práctica de nuestro cojonudismo. Lo llaman moderación, que “nada hay más moderado que los modales de los atados al poder con pactos secretos de inmoralidad política”.
[Sábado, 27 de Febrero]