3 de mayo 2020
Levante
Viñuela
Córdoba
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Vuelvo ansioso al pasear mañanero, que me da vida. Lo hago por mi barrio, el de Levante, y salto hasta la Viñuela con cuidado de no sobrepasar el kilómetro de lejanía de casa que permite la norma contra esta peste. Creo que es ésa la distancia porque la verdad es que no me aclaro del todo. El gentío al parecer anda en el Vial -paseo Marítimo, lo llaman- que es una recta por encima de la vía del tren que va desde mi barrio de Levante hasta la estación. Tres kilómetros más o menos. Es decir, todo quisque incumpliendo la ordenanza, pero creo que los municipales no quieren darse por enterados y organizan la pedestre circulación como si el paseo fuera una avenida de coches de dos direcciones en el que se anda siempre por la derecha. Por donde callejeo no se ve casi personal y los pocos que me cruzo tiran como hacia el Vial.
En Levante, la Viñuela y en Córdoba toda huele a mayo y los vecinos se enorgullecen por la renovación anual de ese matrimonio tan bien casado como es el de Córdoba y Mayo. Las calles a estas horas parecen en silencio, pero si te paras un segundo oyes a los balcones hablar de cómo los cuerpos están hechos a una alegría que no para en el mes y cómo van a mitigar la represión de este 2020. Como los sevillanos en la Feria, veo que los cordobeses no están dispuestos a renunciar de los días de felicidad a la que entienden tienen derecho y brindan salerosos, las copas al aire, con los vecinos del portal de enfrente mientras suenan más majestuosas que nunca las preceptivas sevillanas... y ¡cómo no! el reivindicativo "Soy Cordobés".
Se empieza con las Cruces; después los patios; y se remata con la Feria.