Francisco Javier Gómez Izquierdo
Decíamos el día que murió Capón que lo malo de esta mortandad vírica es que todos los días pones cara a dos o tres de los que se lleva. Ayer, poco después de comer, llegó la hora de un tío de mi doña al que no va a poder despedir la familia, con lo que son las gentes de los montes de Toledo con los asuntos del cementerio. Hoy, poco antes de ponerse uno a la mesa, llega la noticia de la muerte de otro señor de Toledo. Un señor al que todos los toledanos, madrileños, bilbaínos, la España entera pone cara y bigote nada mas oír su nombre: Gregorio Benito Rubio.
Decíamos el día que murió Capón que lo malo de esta mortandad vírica es que todos los días pones cara a dos o tres de los que se lleva. Ayer, poco después de comer, llegó la hora de un tío de mi doña al que no va a poder despedir la familia, con lo que son las gentes de los montes de Toledo con los asuntos del cementerio. Hoy, poco antes de ponerse uno a la mesa, llega la noticia de la muerte de otro señor de Toledo. Un señor al que todos los toledanos, madrileños, bilbaínos, la España entera pone cara y bigote nada mas oír su nombre: Gregorio Benito Rubio.
Creo que Goyo Benito andaba tiempo delicado, pero estoy convencido de que este vendaval pestífero lo ha arrastrado inmisericorde para dejar constancia de su terrible poder y como diciendo “¡Aquí me tenéis, pringaos! Puedo hasta con los que creíais infranqueables.”
Los jóvenes aficionados al fútbol han oído hablar de Goyo Benito y de su temible presencia en el área, pero no se hacen a la idea de lo que suponía ser zaguero en los 60, 70 y parte de los 80. Ovejero, Goicoechea, Fernández, Aguirre Suárez, Gorriti, Dominichi, Barrachina,... saludaban la primera aproximación de los delanteros a “su” área con un “vamos a tener la tarde en paz. Ya sabes que éste es mi terrenito y cuanto menos asomes, mejor para todos”. A Los Cármenes de Granada lo llamaban los propios futbolistas Los Crímenes y había delanteros que preferían no viajar en ese partido. Altabix, el Calderón, San Mamés, La Condomina, el Carlos Tartiere y sus barros eran casi siempre más campos de minas que de juego y con aquellas batallas aprendimos a polemizar sobre la intencionalidad, la mala uva y los defensas más leñeros. Empezábamos a discutir por una entrada intempestiva de, un poner, Giuliano, el del Hércules, y a la hora acabábamos como siempre pasa. Con el Barça y el Madrid. Con Gallego y Benito. Y como este discutir era entretenimiento nacional siempre quedaba Benito como paradigma de leñador, obviando muchos otros nombres de mayores méritos. Para un servidor, ninguno como Aguirre Suárez, y eso que la maldición de Granada la arrastrará de por vida Fernández.
Benito era mucho más expeditivo que Gallego. Dudaba menos que el culé y cuando decidía salir del área no se le ponía nada por delante. Creo que ahí es donde pecaba, sobre todo al final de su carrera, cuando sus propios seguidores en el Bernabeú le pedían “el hacha”. “Saca el hacha, Benito”. Quiero recordar un incidente con el Milonguita Heredia por ver quién los tenía más gordos que los que entienden y saben buscar bien en el internet harían un gran favor en rescatarlo si está archivado en algún sitio.
La prensa en general entendió que Goyo Benito era un central duro e intimidatorio, adjetivos que no vamos a podar porque en verdad caracterizaron al cinco del Madrid, pero yo creo que además de imponerse a los rivales y ganarles casi todos los saltos, choques y disputas de piernas y lengua, era un tío que dio seguridad a Betancort, Miguel Ángel, García Remón... y confianza a los defensas que se alinearon durante mas de una década alrededor suyo.
La impresión que nos quedó de Goyo Benito los que lo conocimos jugando tenía mucho que ver con la suficiencia y seguridad que transmitía incluso andando. En un tiempo en el que los defensas eran defensas, los medios, medios y los extremos, extremos, Benito era el defensa por antonomasia. Indiscutible en el Madrid y la Selección. Con el bigote preceptivo. Hasta la firma en este nº1 de Don Balón, parece decir: “Aparta que aquí estoy yo”.
¡Quién le iba a decir que una mierda de bichito iba a achantarlo el mismo día de San Abundio que acabó con el gran Juan Gómez, "Juanito"!
Descanse en paz.
Descanse en paz.