Sólo tenía 72 años
Descanse en paz
El primer Burgos en Primera:
Bilbao, CAPÓN, Astorga,Raúl, Benegas y Ederra
Mendiolea, Jaquet, Aitor Aguirre, Olalde y Requejo
Francisco Javier Gómez Izquierdo
Los que conocieron la guerra, los que tienen más de 80 años, cuentan las días sin tos como una bendición y miran tras las cortinas de la ventana las vacías calles por si les da tiempo a ver la llegada de lo invisible. Los hay que miran desde la casa de los hijos en la capital, atendidos con el cariño debido, y los hay que por distintas circunstancias tienen que hacerlo desde unas residencias de mayores que se han convertido en epicentro de la vulnerabilidad. Dicen los tatarabuelos, mi madre nació en el 29 y tiene intacta la lucidez, que esto es casi peor que la guerra, porque de esto no sabes como defenderte.
Los que conocieron la guerra, los que tienen más de 80 años, cuentan las días sin tos como una bendición y miran tras las cortinas de la ventana las vacías calles por si les da tiempo a ver la llegada de lo invisible. Los hay que miran desde la casa de los hijos en la capital, atendidos con el cariño debido, y los hay que por distintas circunstancias tienen que hacerlo desde unas residencias de mayores que se han convertido en epicentro de la vulnerabilidad. Dicen los tatarabuelos, mi madre nació en el 29 y tiene intacta la lucidez, que esto es casi peor que la guerra, porque de esto no sabes como defenderte.
La impiedad y falta de compasión de este 2020 perdurará en la memoria de los que quedan. Nosotros, mientras repasamos el parte de bajas diario, no acertamos a explicarnos este rosario de muertos que tanto desasosiego siembra. Caen los ancianos -“los viejos” se dicen a sí mismos-, pero también jóvenes y maduros que creemos sanos, y lo que ya nos sobresalta del todo es cuando pones cara a dos o tres víctimas al día.
Este marzo criminal se llevó a Joaquín Peiró, que jugó en ese límite de años en el que un servidor se iba fanatizando, sin saberlo, con el fútbol. Lo supuse muy bueno por jugar en Italia y de él quedó como jugador el balón que robó a un portero como Tamudo a Toni en la final de Copa del Atlético de Madrid y el Español. Como entrenador ganó fama de serio en el Atlético Madrileño y sobre todo en el Málaga donde es un héroe; a Máximo Hernández, jugador y entrenador de equipos modestos de alrededor de Madrid; a Benito Joanet, el portero ayudante de Arsenio Iglesias y que entrenó al mejor Hércules de la Historia; a Michel Hidalgo, el míster francés que nos birló la Eurocopa del 82, e incluso a Carrizo, un portero que parecía un actor al que por edad nunca vimos jugar, pero del que hablaban maravillas en el AS Color.
El trallazo llegó ayer con Capón. El que fuera uno de los primeros ídolos de un servidor -los primeros fueron Olalde, Bilbao, Ederra y Requejo, que ascendieron al Burgos a Primera- cayó ayer no sé si de coronavirus o de qué, pero cayó en la mortandad de marzo. En 1971, primer año del Burgos en Primera, el presidente Preciado, un Monchi adelantado, trató con buenas artes con don Vicente Calderón para que le cediera algún jugador y don Vicente le dio a Benegas, Jacquet y Capón. Capón era un desconocido y el Burgos un equipo simpático, que es lo que se dice de un equipo condenado al descenso, pero Mariano Moreno, entrenador y profesor de entrenadores, nos mantuvo con una seriedad defensiva en la que destacó, sobre todos los de atrás, Capón, muy lejos de la brusquedad aparatosa de Sistiaga, la torpeza técnica de Astorga o los desbarres de Raúl. Capón era lateral izquierdo serio y un tanto intimidatorio, que yo creo que luego se dejó bigote para dar más miedo.
Capón en el Burgos no tenía bigote, que es como todos los aficionados lo recuerdan. El bigotazo de Capón, un lateral izquierdo a un bigote pegado, se hizo legendario ya en el Atleti y nosotros, ingenuos en Burgos, lo achacábamos a moda argentina con aquel felpudo bajo la nariz y aquella melena que trajo el “ratón” Ayala . De su vida en el Atleti, su equipo de siempre, y sus internacionalidades en toda la década de los 70, ya tienen ustedes conocimiento, pero fue en el Burgos, en un Burgos que con 12 años me tenía embelesado, donde Capón se hizo futbolista de élite. Volvió al Atleti y como a Benegas, autor del gol del primer triunfo del Burgos en Primera (¡al, vaya por Dios, Córdoba!) -el primer gol lo marcó Requejo al Madrid- siempre lo considerábamos un poco nuestro porque el Burgos de la liga 71/72 era entonces un sentimiento fanático y todo lo que con él se relacionaba quedaba santificado.